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El coro de las plañideras

Lunes 8 de junio de 2009   |   Bernard Cassen
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Los dirigentes de los principales partidos lamentan de antemano el probable aumento de la abstención en las elecciones al Parlamento Europeo del 7 de junio. En 2004, esa tasa había alcanzado el 54,3% en los 25 países miembros entonces de la Unión Europea, dado que Bulgaria y Rumanía se adhirieron y votaron sólo en 2007. Este promedio –en el que se situaba España (54,9%)– encubría diferencias considerables: entre un 9,2% en Bélgica (donde el voto es obligatorio) y un 83% en Eslovaquia.

Semejante coro de plañideras resulta de una especial hipocresía pues, en realidad, este desinterés masivo de los ciudadanos le viene como anillo al dedo a todos los gobiernos, sea cual sea su color, y a los partidos que los apoyan. Y esto al menos por tres razones :

1.- Permite mantener la opacidad sobre los procesos de decisión europeos.

La mayoría de los ciudadanos ignora que más del 75% de las leyes que los rigen son la mera transposición al derecho nacional de decisiones tomadas a nivel europeo. ¿Pero tomadas por quién? Por los propios gobiernos en el seno del Consejo y, en parte, co-decididas por el Parlamento. Se entiende que esos gobiernos no tienen el mínimo interés en explicar a los electores cómo funcionan las instituciones. Efectivamente, eso les da la posibilidad de revestir con la bandera europea las políticas impopulares que llevan a cabo en sus propios países.

2.- Oculta las permanentes fuentes del euroliberalismo.

Los tratados europeos y el derecho comunitario que de ellos emana –fundado en el principio de la competencia– constituyen barreras jurídicas contra cualquier intento de ruptura con el euroliberalismo, contra cualquier política que ponga en tela de juicio el predominio del mercado y de las finanzas.

Ni los partidos de derecha ni la socialdemocracia tienen interés en que los ciudadanos descubran este secreto a voces y saquen sus conclusiones. Podrían indignarse de que ciertos partidos les hagan promesas electorales, por ejemplo la de una “Europa social”, mientras que, al mismo tiempo, exigen la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, precisamente por el cual resulta imposible cumplir dichas promesas.

3.- Encubre el consenso sobre lo esencial entre la izquierda y la derecha de gobierno en Europa.

Para justificar su existencia y la de sus elegidos, todo partido debe exhibir una identidad y un programa distintos a los de sus oponentes. Pero, en lo que respecta a las dos principales corrientes políticas europeas –la socialdemocracia y las derechas bajo sus diferentes denominaciones–, el programa lógicamente debería ser idéntico. Júzguese: en 2008, en el Parlamento Europeo, (según los cálculos de la página web del Observatorio Europeo, cercano a los medios soberanistas franceses) en 535 votaciones nominales, los elegidos del Partido Socialista Europeo (PSE), de los cuales forman parte los eurodiputados del PSOE, y los del Partido Popular Europeo (PPE), al cual pertenecen los eurodiputados del PP, votaron lo mismo en el 97% de los casos!

Tres jefes de gobierno socialdemócratas europeos –Gordon Brown (Reino Unido), José Sócrates (Portugal) y José Luis Rodríguez Zapatero– ni siquiera se toman el trabajo de parodiar el enfrentamiento con la derecha: mientras los partidos miembros del PSE (entre los que están los suyos) hacen campaña contra una nueva elección del ultraliberal José Manuel Barroso a la Presidencia de la Comisión, Brown, Sócrates y Zapatero han declarado que éste es su candidato... 

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