La sélection du Monde diplomatique en español

ENTREVISTA A PAUL PRESTON

La España nazificada

samedi 31 mars 2012   |   Berta Rodrigo Mateu
Lecture .

Asegura que los beneficiarios del franquismo todavía ocupan esferas de influencia en España. Así de claro y tajante se ha mostrado el historiador Paul Preston en esta entrevista concedida a Le Monde diplomatique en español. Justo ahora cuando parece que, en España, empiezan a replegarse los progresos sociales de los últimos decenios, y cuando el juez Baltasar Garzón es sentado en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo, es el momento para hablar de memoria. Más temprano que tarde será también el momento de la Ley de la Memoria Histórica en un país que, como dice Preston, “no se ha desnazificado”.

España sumó a la guerra civil una dictadura de casi cuatro décadas de la que todavía existen muchas incógnitas. ¿Qué ha cambiado para que, de repente, haya surgido un enérgico interés por la recuperación de la memoria histórica ?

En este interés por la recuperación de la memoria histórica deberíamos tener presente varias cosas : por un lado mucha gente se da cuenta de que los pocos supervivientes se están muriendo y que hay que hacer algo ya. En segundo lugar, durante muchos años hubo el llamado pacto del olvido, nunca de manera formal sino como un deseo generalizado de no arriesgar otra guerra civil. La percepción de riesgo de lo que a veces se denomina ‘remover las cenizas’ ha ido pasando. De todas formas, los historiadores profesionales han seguido trabajando de manera muy fructífera durante toda la Transición hasta ahora. Podríamos decir que existe otro nivel que podemos ubicar en ámbitos más reducidos. En los pueblos, donde había todavía muchísimo miedo, con el paso de tiempo ese miedo ha ido retrocediendo.

Algunos piensan que la amnistía derivó en amnesia. ¿Se gestionó mal la memoria o fue simplemente una estrategia motivada por una demanda social de olvido y porque, para el pacto, era imprescindible no poner los muertos sobre la mesa ?

Decir que la amnistía se tradujo en amnesia me parece muy grave. Para entender lo que sucedió es imprescindible no perder de vista la coyuntura. Hay que volver al ambiente de los años de la muerte de Franco y tener en cuenta que todavía, en septiembre de 1975, Franco estaba firmando sentencias de muerte, es decir, dos meses antes de la muerte del Caudillo se fusilaron a personas... No hay que olvidar que, tras la muerte de Franco, todavía había unas Fuerzas Armadas ideologizadas en el mantenimiento de la dictadura y además había doscientos mil falangistas con licencias de armas. En este sentido, cabe entender que la Guerra Civil y la posterior represión fueron una inversión de terror por parte de Franco, y ésta le estaba dando beneficios a él y a su régimen todavía en los años 1970. Por lo tanto no tiene sentido decir que durante la Transición se cometieron irresponsabilidades cuando lo que se hizo fue una respuesta a una situación muy peligrosa. Había una derecha cerril y violenta, dispuesta a hacer lo mismo que los defensores de Hitler, a morir en las ruinas de la cancillería.

Entiendo la política como una pirámide y desde su cúspide hasta su base lo que sí había era un convencimiento de que aquello que se debía evitar era otra guerra civil u otra dictadura sangrienta. Por eso la Transición se caracterizó por una predisposición a la negociación y al entendimiento. Por consiguiente, los gobernantes no hicieron nada para celebrar fechas importantes como el 14 de abril o similares. En la Transición, pues, existió un pacto de amnistía en el que se decía muy bien que no iba a haber acciones jurídicas contra los que pudieran haber cometido ofensas contra los derechos humanos en defensa el régimen anterior. Pero esto no lo podemos entender como amnesia, lo que no iba a haber era lo que hubo en Portugal [después de la revolución de abril de 1974], ni se iba a buscar venganza ni tampoco justicia pero sí reconocimiento de lo que había pasado. Lo sucedido no sólo no se olvidó sino que existió un gran trabajo por parte de los historiadores para que no se silenciara.

¿Por qué no se crearon comisiones para el esclarecimiento de los crímenes acontecidos en la dictadura como, por ejemplo, en Chile o Argentina ?

El hecho de que sucesivos gobiernos socialistas no formaran este tipo de comisiones, respondía a un intento de no provocar a la derecha. Hay que pensar que cuando esas comisiones se forman en Argentina y en Chile, la situación internacional es propicia para hacerlo. En España, en cambio, al terminar la Guerra Civil, Franco tuvo casi cuarenta años para establecer la dictadura y gozar de ella. Cuando murió, para evitar un baño de sangre, no era conveniente ir buscando responsabilidades, puesto que los que las tenían eran también quienes tenían todavía las armas. También hay que tener en cuenta que el régimen pudo ejercer un control totalitario de los medios de comunicación y del sistema de educación durante casi cuatro décadas. Esto dejó un sustancioso franquismo sociológico, es decir un gran porcentaje de la población no quiso que se investigaran los crímenes de un régimen que consideraba suyo.

¿El proceso de recuperación de la memoria histórica en España puede llevar a una suerte de juicio de Núremberg ?

No. Porque, en España, la guerra la ganó Franco, la ganó por superioridad material de fuerzas, porque tuvo con él poderosas ayudas de Hitler y de Mussolini y también gozó del apoyo tácito de Reino Unido y Francia. Franco ­ganó y en lugar de buscar la reconciliación, utilizó su victoria para machacar a los derrotados. Esa victoria siempre estará ahí. Otra cosa es que luego haya toda una memoria histórica o una ­inmensa historiografía que, en su mayoría, muestra la ilegitimidad de la dictadura. Pero eso no cambia esa victoria material, y tampoco puede devolver los muertos a sus familiares.

¿Existen todavía las dos Españas ?

No. Existen una infinidad de Españas. Existen miles de Españas, lo mismo que existían en 1936. Es una simplificación hablar de las “dos Españas”. Incluso hay que reconocer que hay grandísimo porcentaje de la población no se ocupa de los temas de memoria histórica y la reciente historia del país. Bastante tienen con alimentar a sus familias, educar a sus hijos y tener donde vivir, máxime en tiempos de crisis económica.

En 2004, usted redactó el prólogo del libro La Memoria de los Olvidados. Un debate sobre el silencio de la represión franquista. Decía que los historiadores deben hablar en nombre de los muertos, pero ¿deben también los políticos hablar en nombre de los muertos y para cuándo una condena unánime de la clase política española al régimen franquista ?

La responsabilidad de los políticos es muy difícil. Es notorio que todavía hay una izquierda y una derecha que no responden exactamente a la izquierda y la derecha de 1936. Considerando que durante la guerra existieron dos bandos, es absurdo esperar que un político de izquierdas condene a aquellos que ahora apoyan a su partido. ¿Acaso esperábamos ver al ex Presidente del gobierno, José María Aznar, condenarlos ? Creo que es un poco utópico. Hay que ser realista.

Cuando todavía colea el negacionismo del Holocausto judío, publica usted un libro titulado El Holocausto español. Odio y exterminio durante la Guerra Civil y después ¿Por qué Holocausto ?

Cuando pensé en el título sabía que tenía que encontrar una palabra que expresara el horror de lo que realmente pasó. Es imposible encontrar otra palabra cuando empiezas a contabilizar todos los muertos, tanto los de la represión de los rebeldes militares, como los muertos en zona republicana por los anarquistas. Claro está, los asesinados a manos de militares fueron el triple. A ello cabe sumarle la escala de sufrimiento. La palabra más acertada era la de Holocausto, sin duda alguna. Entiendo, por otro lado, que hay gente a la que esta palabra le puede resultar desmesurada, en gran medida porque, a partir del año 1945, se utilizó sólo para referirse al terror que padecieron los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Sigo creyendo que es una palabra adecuada para describir lo que sucedió en España sin ninguna intención de herir las sensibilidades de los judíos. A mucha gente le ha sorprendido porque hasta ahora nadie se había centrado en estudiar, en su conjunto, todo el volumen de muertes innecesarias que se dieron en ambos bandos.

¿Qué grado de barbarie alcanzó la violencia sexual contra las mujeres como arma de guerra ?

Como explico en mi libro El holocausto español, una dimensión fun­damental de la campaña represora de los sublevados fue la persecución siste­­mática de las mujeres. El asesinato, la ­tortura y la violación eran castigos generalizados para muchas mujeres de izquierdas, las cuales habían emprendido la liberación de género durante el periodo republicano. Miles de mujeres fueron sometidas a violaciones y otras formas de abuso sexual, a la humillación de que les raparan la cabeza o de hacerse sus necesidades en público tras haber sido obligadas a beber aceite de ricino. La mayoría de las republicanas sufrieron también graves problemas económicos y psicológicos después de que sus esposos, padres, hermanos e hijos murieran asesinados o se vieran obligados a huir. Con frecuencia, las arrestaban para forzarlas a revelar el paradero de sus hombres. En la zona republicana, esa clase de vejaciones sobre las mujeres fueron relativamente escasas. No digo que no se produjeran. Pero el respeto hacia la mujer era uno de los pilares del programa reformista de la República.

En el caso de España, ¿es posible hablar de genocidio ?

Utilizar el término genocidio es entrar en un debate técnico y jurídico. Lo que sí se puede decir es que el objetivo de los sublevados fue de acabar con el “pueblo republicano”, acabar con los desafíos que suponían las reformas de la Segunda República : reforma agraria, derechos de la mujer, educación, alfabetización… Por otro lado, hay que tener en cuenta que Franco planeó su esfuerzo bélico a lo largo de la guerra no sólo para ganarla sino para asentar los pilares de la posterior dictadura. Es importante también explicar que la manera de proceder en ambos bandos fue totalmente diferente. Por parte de los rebeldes militares hubo un plan previo que consistió en fulminar a todos aquellos que no pensaran como ellos. En cambio, lo que desencadenó la violencia en la zona republicana fue el propio golpe militar y, en este sentido, nace un odio hacia todos los acusados de haberlo apoyado. Esto es el leit motiv que impulsa una violencia inicial, espontánea ; en contra de los deseos de las autoridades republicanas.

Otro problema es que los horrores cometidos después de 1939 fueron tan crueles como los crímenes de la guerra, cometidos por unos y por otros…

Exacto. No es sólo que la represión inmediata siguió durante unos años después de la guerra, sino que toda la guerra en sí y los años posteriores son una inversión de terror de la que posteriormente Franco siguió cobrando los intereses que se tradujeron en silencio y pasividad. En el año 1964 se sucedieron distintas celebraciones a propósito del 25 aniversario del final de la guerra, pero aquello que se conmemoraba no era la paz, sino 25 años de victoria. El régimen se encargó de dividir España entre vencedores y vencidos, entre “buenos” españoles y “malos” españoles. El horror no acabó en 1939, ni tampoco con la muerte de Franco.

¿Por qué España ha sido capaz de pedir la extradición de Pinochet y no de resolver los asuntos domésticos pendientes ?

En España, la única persona que ha sufrido consecuencias judiciales por investigar los crímenes de la guerra civil es el juez Baltasar Garzón. No sé qué más se puede añadir a esto… Es una evidencia que los beneficiarios del franquismo ocupan todavía posiciones de influencia en la sociedad española. Más allá de las fronteras, sin embargo, se han hecho eco de lo sucedido con el juez Garzón y se comenta mucho el hecho de que la única persona que ha tenido problemas con la justicia por los crímenes de la guerra es un juez que intentó aclarar el tema. Pienso que el gran problema de España es que no se ha producido un proceso de desnazificación, a diferencia de lo que ocurrió en Alemania. No se ha hecho por razones explicables : aquí no hubo una derrota militar de los franquistas, ni tampoco se dio el proceso de eliminar rasgos del fascismo como en Italia o del nazismo en Alemania. Hay que tener en cuenta que, a lo largo de una dictadura de 40 años, el régimen, con su control total, fue capaz de imponer su visión del pasado y también del presente. A veces se olvida que el franquismo estableció una memoria histórica única y dominante de la que todavía quedan restos ; hay una simpatía hacia la figura de Franco como el “gran benefactor”, el “salvador del pueblo”. Esta tergiversación de lo que fue la Guerra Civil y el franquismo dificulta la tarea de reconocimiento de la realidad porque la dictadura hizo que su memoria histórica fuera creída por muchas generaciones.

¿Por qué causa tanta discordia el tema de la memoria histórica ?

Porque en España, como lo he señalado, no se ha dado el proceso de desnazificación. De hecho, en 1977 no encontramos ninguna legislación que declare ilegal negar el Holocausto, aunque esto no justifica que se pueda hacer. Esta situación supone que cuando alguien intenta recuperar la memoria de ese pasado se le acuse de querer “remover las cenizas”. Insisto, eso lo explica, pero no lo justifica.

La Comisión de expertos designada para el Valle de los Caídos propone que los restos de Franco salgan de allí… ¿qué hacer con el dictador ?

La mejor solución para el Valle de los Caídos es la que ha sugerido el historiador Santos Juliá – dejarlo tal cual para que se vaya deteriorando. La cuestión de mudar o no los restos del dictador y de [José Antonio Primo de Rivera] el fundador de la Falange es muy complicado. Aunque mejor sería que Cuelgamuros no fuera lugar de peregrinaje para los entusiastas de Franco.





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