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Las políticas de la UE, desaprobadas por el FMI

samedi 10 septembre 2016   |   Bernard Cassen
Lecture .

Publicado el pasado 18 de agosto, un estudio de la Fundación Bertelsmann (1) no incita al optimismo sobre el futuro de la construcción europea : “A la luz de los últimos acontecimientos, la Unión Europea (UE) debe afrontar el mayor desafío de su historia y está todavía lejos de encontrar soluciones comunes”. Algunos de los aspectos de este desafío –los más preocupantes– no son propios de Europa : el cambio climático, el terrorismo, los flujos migratorios. Otros se refieren a las relaciones, en particular a las relaciones comerciales, entre la UE y otras regiones o grandes Estados, sobre todo Rusia, Estados Unidos y China. En una tercera categoría hay algunos elementos internos de la UE como, por ejemplo, el papel del euro o el brexit. Las fronteras entre estas tres problemáticas no son, evidentemente, impermeables.

A este cuadro, bastante complicado de por sí, hay que agregar un factor adicional de dificultades para cualquier tipo de toma de decisión : la repartición de las competencias entre lo que, en los tratados europeos, atañe exclusivamente a la UE (por ejemplo, la política de competencia), sólo a los Estados miembros (la política de defensa y la fiscalidad) y al conjunto de estos dos niveles (algunos sectores de la política comercial). Como esto se acompaña de modalidades de voto diferentes según el sector, se comprende que tal arquitectura parezca ilegible para el ciudadano corriente. Esta situación no hace más que reforzar la tendencia, cada vez mayor según las encuestas de opinión, a considerar “Europa” como una entidad ajena, opaca y hostil, al servicio de los lobbies industriales y financieros, y cuyos abusos han sido puestos en evidencia de manera espectacular con la destrucción del tejido social y la pauperización impuestas a Grecia con el objeto de salvar el euro.

En el seno de las instituciones de la UE, sobre todo en la Comisión, este divorcio provoca pánico, pero no se ve quién podría formular e impulsar un proyecto europeo lo suficientemente movilizador como para obtener la adhesión de las opiniones públicas. Esta responsabilidad debería –por tradición– recaer en los Estados reunidos en el Consejo Europeo, pero éstos están profundamente divididos en numerosas cuestiones, en particular en la cuestión de los gastos y de los déficits públicos. Arriesgan en esta materia ser desautorizados por su aliado de referencia : el Fondo Monetario Internacional (FMI), tradicional maestro y guía planetario de la ortodoxia financiera.

 Miembro, junto con la Comisión y el Banco Central Europeo, de la troika que puso a Grecia bajo su tutela, éste acaba de efectuar un ejercicio inhabitual de autocrítica. Un informe interno –Neoliberalism : Oversold– redactado por tres de sus economistas (Jonathan Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri), es efectivamente una verdadera acusación contra el neoliberalismo. Por supuesto, este documento, que establece un balance catastrófico de las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI y por el Banco Mundial, se refiere solamente a África. No hace falta, sin embargo, mucha imaginación para extrapolar esas conclusiones hasta la UE, donde la ideología implementada con los tratados es absolutamente conforme al “consenso de Washington” impuesto durante décadas por las dos instituciones de Bretton Woods.

 Si el FMI revisa públicamente su integrismo neoliberal, minando al mismo tiempo la legitimidad de las actuales políticas de rigor de la UE, los responsables europeos tendrán que buscarse otra hoja de ruta económica y financiera. El Consejo Europeo del 17 de septiembre en Eslovaquia nos dirá si esta búsqueda ha comenzado…

 

NOTAS :

(1) Esta fundación alemana, respaldada por el imperio mediático Bertelsmann, está considerada como la más influyente en los círculos dirigentes del país.





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