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Déclaration finale du Sommet des peuples (en espagnol)

vendredi 6 juillet 2012
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Declaración final cúpula de los pueblos en Rio+20 por justicia social y ambiental en defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida

Movimientos sociales y populares, sindicatos, pueblos y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo presentes en la Cúpula de los Pueblos en Rio+20 por Justicia Social y Ambiental, pudieron vivir en los campamentos, las movilizaciones masivas, los debates y la construcción de las convergencias y alternativas, conscientes de que somos sujetos de otra relación entre humanos y humanas y entre la humanidad y la naturaleza, asumiendo el desafío urgente de frenar la nueva fase de recomposición del capitalismo y de construir, a través de nuestras luchas, nuevos paradigmas de la sociedad.

La cúpula de los Pueblos es el momento simbólico de un nuevo ciclo en la trayectoria de las luchas globales que produce nuevas convergencias entre movimientos de mujeres, indígenas, negros, juventud, agricultores/as familiares y campesinos/as, trabajadores/as, pueblos y comunidades tradicionales, quilombolas, luchadores por el derecho a la ciudadanía, y religiones de todo el mundo. Las asambleas, movilizaciones y la gran Marcha de los Pueblos fueron los momentos de máxima expresión de estas convergencias.

Las instituciones financieras multilaterales, las coaliciones al servicio del sistema financiero, como el G8/G20, la captura corporativa de la ONU y la mayoría de los gobiernos demostraron irresponsabilidad con el futuro de la humanidad y del planeta y promovieron los intereses de las corporaciones en la conferencia oficial. Contrastando con esto, la vitalidad y la fuerza de las movilizaciones y los debates en la Cúpula de los Pueblos fortalecieron nuestra convicción de que sólo el pueblo organizado y movilizado puede liberar el mundo del control de las corporaciones y del capital financiero.

Hace veinte años el Fórum Global, también realizado en Aterro do Flamengo, denunció los riesgos que la humanidad y la naturaleza corrían con la privatización y el neoliberalismo. Hoy afirmamos que, además de confirmar nuestro análisis, se produjeron retrocesos significativos en relación a los derechos humanos, ya reconocidos. Rio+20 repite el camino fallido de falsas soluciones defendidas por los mismos actores que provocaron la crisis global. A medida que esta crisis se acentúa, las corporaciones van atacando los derechos de los pueblos, la democracia y la naturaleza, secuestrando los bienes comunes de la humanidad para salvar el sistema económico-financiero.

Las múltiples voces y fuerzas que convergen alrededor de la Cúpula de los Pueblos denuncian la verdadera causa estructural de la crisis global : el sistema capitalista asociado al patriarcado, al racismo y a la homofobia.

Las corporaciones transnacionales continúan cometiendo sus crímenes con la sistemática violación de los derechos de los pueblos y de la naturaleza con total impunidad. Igualmente avanzan sus intereses a través de la militarización, la criminalización de los modos de vida de los pueblos y de los movimientos sociales promoviendo la desterritorialización en el campo y la ciudad. 

Avanza sobre el territorio y las espaldas de los trabajadores/as del sur y el norte. Hay una deuda ambiental histórica que afecta mayoritariamente los pueblos del sur del mundo que debe ser asumida por los países altamente industrializados que causaron la actual crisis del planeta.

El capitalismo también nos conduce a la pérdida del control social, democrático y comunitario sobre los recursos naturales y servicios estratégicos, que continúan siendo privatizados, convirtiendo derechos en mercancías y limitando el acceso de los pueblos a los bienes y servicios necesarios para la supervivencia.

La actual fase financiera del capitalismo se expresa a través de la llamada economía verde y de viejos y nuevos mecanismos, tales como la profundización del endeudamiento público-privado, el sobre-estímulo al consumo, la apropiación y concentración de las nuevas tecnologías, los mercados de CO2 y biodiversidad, la apropiación y extranjerización de tierras y las ocupaciones público-privadas, entre otros.

Las alternativas están en nuestros pueblos, nuestra historia, nuestras costumbres, conocimientos, prácticas y sistemas productivos, que debemos mantener, revalorizar y ganar escala como proyecto contra-hegemónico y transformador.

La defensa de los espacios públicos en las ciudades, con gestión democrática y participación popular, la economía cooperativa y solidaria, la soberanía alimentaria, un nuevo paradigma de producción, distribución y consumo, el cambio de la matriz energética, son ejemplos de alternativas reales frente al actual sistema agro-urbano-industrial.

La defensa de los bienes comunes pasa por la garantía de una serie de derechos humanos y de la naturaleza, por la solidaridad y respeto a las cosmovisiones y creencias de los diferentes pueblos, como, por ejemplo, la defensa del “Bien Vivir” como forma de existir en armonía con la naturaleza, o que presupone una transición justa para ser construida con los trabajadores/as y pueblos. La construcción de la transición justa supone la libertad de organización y el derecho a la contratación colectiva y políticas públicas que garanticen formas de empleo decentes.

Reafirmamos la urgencia de la distribución de la riqueza y la renta, del combate al racismo y al etnocidio, de la garantía del derecho a la tierra y al territorio, del derecho a la ciudad, al medio ambiente y al agua, a la educación, a la cultura, a libertad de expresión y a la democratización de los medios de comunicación, y la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

El fortalecimiento de diversas economías locales y de los derechos territoriales garantizan la construcción comunitaria de las economías más vibrantes. Estas economías locales proporcionan medios de vida sustentables locales, la solidaridad comunitaria, componentes vitales de la resilencia de los ecosistemas. La mayor riqueza es la diversidad de la naturaleza y la diversidad cultural asociada que están íntimamente relacionadas.

Los pueblos quieren decidir para qué y a quién se destinan los bienes comunes y energéticos, además de asumir el control popular y democrático de su producción. Un nuevo modelo enérgico está basado en energías renovables descentralizadas y que garantice energía para la población y no para corporaciones.

La transformación social exige convergencia de acciones, articulaciones y agendas comunes a partir de las resistencias y propuestas necesarias que estamos discutiendo en todos los rincones del planeta. La Cúpula de los Pueblos en Rio+20 nos encoraja a seguir en frente de nuestras luchas.

Rio de Janeiro, 15 a 22 de junio de 2012.
Comitê Facilitador da Sociedade Civil na Rio+20 - Cúpula dos Povos





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