La sélection du Monde diplomatique en español

UN AÑO DESPUÉS DE LA MUERTE DE RAÚL REYES

Siguen las tensiones entre Colombia y Ecuador

mardi 28 avril 2009   |   Hernando Calvo Ospina
Lecture .

El 1 de marzo de 2008, un escuadrón del Ejército colombiano ingresó de forma ilegal en territorio ecuatoriano y atacó un campamento de las FARC, donde asesinó a 25 personas, entre ellas, además de varios civiles de México y Ecuador, al comandante Raúl Reyes. Tres jóvenes sobrevivientes declararon que las fuerzas colombianas remataron a varias personas por la espalda y que todos estaban desarmados en el momento del ataque. Desde ese día, las relaciones diplomáticas entre Bogotá y Quito se encuentran suspendidas y siguen las tensiones. Hace poco, el ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, declaró que Colombia tenía el derecho de “legítima defensa” de incursionar en otros países si necesitara atacar a fuerzas guerrilleras…

“Qué difícil es creerle algo a alguien que ha mentido tanto y tantas veces (...) Déjese de tantas falacias, de tratar de justificar actos injustificables, reconozca abiertamente que no tenía ningún derecho para agredir al Ecuador.” Fueron parte de las palabras que el presidente ecuatoriano Rafael Correa le dirigió, en marzo de 2008, a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, durante la XX Cumbre del Grupo de Rio, en República Dominicana. “No trate de intimidarme con argumentos comunistas”, respondió el acusado...

Tan sólo a un demente se le hubiera podido imaginar la posibilidad de un conflicto entre Ecuador y Colombia. Y éste se produjo tres días antes de iniciarse la Cumbre. Tomó por sorpresa a todos. En la madrugada del día 1 de marzo fue bombardeado y asaltado, por tropas colombianas, un campamento provisional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), instalado a unos dos kilómetros adentro del territorio ecuatoriano. Murieron cerca de veinte personas, incluido el comandante Raúl Reyes, encargado de las relaciones internacionales de esa guerrilla.

El presidente Correa contó que muy temprano por la mañana, el presidente colombiano lo llamó. “Me dice que ha habido un encuentro, un enfrentamiento entre el Ejército colombiano y las FARC (...) Que en ese enfrentamiento, las FARC han huido a nuestro territorio, y que en la persecución había 10 ó 17 guerrilleros muertos, once prisioneros, un soldado colombiano muerto.”

El problema comenzó con las primeras investigaciones, y Rafael Correa empezó a desmentir los hechos : “No nos habían dicho que era un bombardeo en nuestro territorio, planificado, deliberado, ordenado por el propio presidente Uribe. Todo fue mentira lo que dijo Uribe, lo único que era cierto era que había muerto Raúl Reyes.” Y prosiguió : “Los aviones ingresaron al menos 10 kilómetros en nuestro territorio para realizar el ataque desde el sur. Luego llegaron tropas colombianas en helicópteros que culminaron la matanza”.

Ante las evidencias, el presidente ecuatoriano no sólo dispuso la expulsión del embajador de Colombia, y retiró al suyo de Bogotá, sino que ordenó el envío de tropas a la frontera.

Paralelamente a esta ya delicada situación se sumó algo que dio inmediatamente la vuelta al mundo. El Ejecutivo ecuatoriano aseguró que “las manos guerreristas y autoritarias” frustraron las negociaciones para liberar a doce rehenes de las FARC por Ecuador, y quizá a Ingrid Betancourt. “No podemos descartar que ésta fue una de las motivaciones de la incursión y ataque por parte de los enemigos de la paz”. Aseveración apoyada por Nicolas Sarkozy, quien manifestó que la operación y la muerte del jefe guerrillero se producía “en un momento crucial en el que todo debía hacerse para respaldar la dinámica positiva que se había activado con la liberación unilateral de varios rehenes”.

Tan sólo el presidente estadounidense George W. Bush respaldó la acción de violación del territorio ecuatoriano. Con este apoyo, y en acto de soberbia, el Gobierno colombiano aseguró que “actuó en legítima defensa de la nación”. Ante esta declaración, el presidente ecuatoriano expresó : "No aceptaremos que, so pretexto del combate a lo que ellos llaman terrorismo, se implanten doctrinas y prácticas inaceptables de falta de respeto a la soberanía de los Estados.”
Poco a poco las investigaciones fueron demostrando que otro país actuó en la operación, porque Colombia no poseía ni el tipo de avión ni las bombas “inteligentes” que se lanzaron sobre el campamento. Éstas, en zona cercana, sólo se encontraban en la base militar de Manta, enclave estadounidense en Ecuador (1). Un año después se supo que Washington estaba tan al tanto del operativo, que su embajada en Quito fue la primera en informar al jefe de la Unidad de Investigaciones Especiales ecuatoriana, UIES, sobre el bombardeo. Aparentemente, éste informó al jefe de la Unidad de Inteligencia de la Presidencia, quien no lo comunicó al Presidente Correa (2).

La repercusión de la acción se volvió más delicada cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció su apoyo irrestricto a Ecuador. Durante una intervención televisada advirtió a Uribe de no intentar hacer lo mismo en Venezuela, o la respuesta no se haría esperar. Seguidamente ordenó el cierre de su embajada en Bogotá, así como el despliegue de diez batallones en la frontera.

Ante la reacción inesperada de Ecuador y Venezuela, Uribe optó por “revelar” la existencia de “vínculos” entre Quito, Caracas y las FARC. Dijo que las “pruebas” estaban en un ordenador hallado en el campamento bombardeado, y presuntamente propiedad de Reyes. Algunas copias de esas “pruebas” fueron entregadas a varios medios de prensa, en especial al diario El País de España, que fomentó todo un escándalo internacional (3). De tal modo se justificaba el ataque ; y la violación de la soberanía ecuatoriana se fue relegando y hasta aprobando. El ordenador se volvió un denunciante “a la carta”, utilizado para desacreditar ante la opinión pública a Chávez y Correa y a muchas personalidades internacionales.

Curiosamente, los grandes medios apenas mencionaron la siguiente información : el 1 de diciembre de 2008, un capitán e investigador antiterrorista de la policía científica colombiana, Ronald Ayden Coy Ortiz, declaró bajo juramento ante la Fiscalía que no encontró los correos electrónicos de los cuales tanto se hablaba y que el diario El País tanto había citado : “Sólo había documentos de Word”. Este tipo de documento puede ser elaborado por cualquiera en cualquier ordenador, y por tanto no sirve como prueba. Con los correos electrónicos la cosa cambia, al tener un carácter más personalizado. La declaración podría dejar sin curso investigaciones y denuncias, aunque ya el “ordenador” había jugado un temible papel en la guerra psicológica y de desestabilización contra dos naciones hermanas.
Si desde ese 1 de marzo de 2008 muchas cosas cambiaron en la política internacional ecuatoriana, éstas ya venían en camino. Rafael Correa, sin proponérselo, se ha afirmado como otra piedra en el zapato para los planes del Pentagono, quien, para la región, ha contado como su caballo de Troya con el gobierno de Uribe.
Apenas había tomado posesión, en enero de 2007, Rafael Correa repitió lo que había dicho durante la campaña electoral : no se inmiscuiría en la guerra civil colombiana ; no consideraría a las guerrillas de ese país como grupos terroristas, a pesar de rechazar algunas de sus prácticas ; y no apoyaría el Plan Colombia. Por esa actitud, el presidente ecuatoriano ha recibido buena parte de los ataques y provocaciones.

Eso no es todo. El presidente Correa ha ofrecido a su pueblo llevar a la práctica acciones que nunca han sido del gusto de Washington. “Estamos por una revolución ciudadana, de cambio radical, profundo y rápido de las estructuras políticas, sociales y económicas” (4). Y ha precisado : “Yo espero que ninguna nación, por poderosa que sea, intente dictar las políticas que debemos seguir.”

Pero las provocaciones de Bogotá y Washington no se han detenido. A un año de aquel ataque al territorio ecuatoriano, el ministro de la Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, insistió sobre el derecho de “legítima defensa” que tenía Colombia de incursionar en otros países si necesitara atacar a fuerzas guerrilleras. El presidente Correa advirtió inmediatamente contra cualquier acción militar en su territorio, y lamentó que el funcionario no hubiera entendido que en Suramérica “no hay lugar para aspirantes a emperadorcitos.” Esta vez “nos encontrará preparados.” En el mismo sentido reaccionó el titular de Defensa ecuatoriano, Javier Ponce, al manifestar que su país sólo restablecerá relaciones con Colombia cuando esa nación haya abandonado la doctrina de arrogarse el derecho de violar la soberanía de otro país.

Ante las constantes acusaciones sobre la relación de su gobierno con las guerrillas colombianas, Rafael Correa dijo : “En el Ecuador no es ilegal tener amistad con las FARC, pero como Gobierno es una barbaridad decir que tenemos algún contacto con ellas (...) pero pregúntele a cualquier jefe militar cuándo hemos afirmado que no había que repeler a cualquier fuerza regular o irregular que entrara al país” (5).

Si algo ha molestado a Washington ha sido la depuración y reestructuración de las Fuerzas Armadas ecuatorianas. El Pentágono, el Departamento de Estado y la CIA eran quienes prácticamente mandaba sobre ellas, y en especial sobre los servicios de seguridad. El Presidente Correa ha hablado de juzgar a los mandos ecuatorianos que resultasen involucrados como traidores a la patria, “porque se han puesto al servicio de una potencia extranjera.” E incluso, ha dicho Correa, “habrían entregado información a Colombia.” Por el momento se está en el proceso de empezar a investigar todos los convenios militares, públicos o secretos, “que someten a nuestras fuerzas armadas al comando de la CIA y el Comando Sur del Pentágono.”

Decidido a parar el pisoteo a la soberanía, el presidente ordenó, el 7 de febrero de 2009, dar 48 horas para que fuera expulsado del territorio el agregado de la embajada estadounidense, Armando Astorga. En una carta del 8 de enero último, Astorga indicaba al comandante de la Policía nacional ecuatoriana que finalizaba el acuerdo del apoyo logístico y operativo brindado a la Dirección Nacional de Inteligencia de esa institución. De igual manera, en la misiva, indicaba que los 340.000 dólares de ayuda anuales, así como todos los vehículos, muebles de escritorio, cámaras fotográficas y motocicletas entregadas a esa unidad, fueran devueltos de manera inmediata.

Motivo esgrimido : el rechazo del gobierno ecuatoriano a que fuese la embajada de Estados Unidos la que calificase al personal de esa unidad policial, y quien designase a su Comandante. Tal y como venia siendo costumbre, en una clara renuncia a la soberanía nacional, Correa calificó la carta como “insolente” e indicó que dichas prácticas se habían terminado. “Señor Astorga, quédese con su sucio dinero, no lo necesitamos (...) Aquí no vamos a aceptar que nadie nos trate como colonia”, indicó Correa en su informe semanal de labores.

El mandatario indicó que en la carta que Ecuador enviará a las autoridades estadounidenses, propondrá “una donación a Washington de 160.000 dólares anuales para proyectos que tengan como fin evitar la tortura en Estados Unidos”.

No todo ha terminado ahí. El 18 de febrero pasado, Quito hizo pública la expulsión inmediata de Max Sullivan, primer secretario de la embajada de Estados Unidos, por su “intromisión inaceptable en los asuntos internos”, concretamente en la Unidad de Investigaciones Especiales de la Policía (UIES). Tres días después, Correa aseguró que Sullivan era el director de la CIA en Ecuador. El motivo de la expulsión fue que el funcionario “ordenó” la retirada de ordenadores, donados por su país. Lo grave es que los mandos ecuatorianos lo aceptaron, y hasta entregaron los ordenadores con datos sobre seguridad interna, almacenados durante años.

Quizás una de las decisiones del presidente Correa que más han molestado a Washington, fuera la de no renovar el contrato que permitía al Comando Sur tener una base militar en la ciudad de Manta desde 1999. Esto obligará a desalojarla definitivamente en noviembre próximo. Pero la solución ya ha sido encontrada, y no es una sorpresa. Bases colombianas recibirán las aeronaves, armas y dispositivos para espionaje de alta tecnología. Serán bases adicionales a las que ya Estados Unidos usa en Colombia. Coincidentemente, las que recibirán la mayor cantidad de ese equipo están situadas muy cerca de las fronteras de... Ecuador y Venezuela. 

© LMD EN ESPAÑOL

Notas :

(1) La base de Manta está situada en el Océano Pacífico, a 400 kilómetros de Colombia. Fue cedida a Estados Unidos en 1999. El presidente Correa anunció que no renovará el contrato que se termina en noviembre 2009, y por tanto volverá a control ecuatoriano.

(2) Teletipo de Notimex, 7 de marzo de 2009.

(3) El 11 de marzo la corresponsal de El País en Bogotá, Maite Rico, en un reportaje titulado “Colombia acorrala a la guerrilla” se permite dar por ciertos los datos que supuestamente se encontraron en el ordenador de Raúl Reyes al afirmar la existencia de un “apoyo logístico y político prestado a la guerrilla por Ecuador y Venezuela (que ha enviado armas y dinero)”. El artículo completo se puede leer en el siguiente enlace : http://www.elpais.com/articulo...0311elpepiint_12/Tes

(4) Entrevista realizada al presidente Rafael Correa por el autor, Quito, octubre de 2007. www.rebelion.org/noticia.php ?id=58106

(5) El Comercio, Quito, 8 de marzo 2009.





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