Reproducimos completo el artículo publicado por Camila Vallejos en la edición chilena de Le Monde Diplomatique, enero-febrero de 2011
Y más abajo el discurso de Camila Vallejos cuando asumió la Presidencia Federación de Estudiantes de Chile
¿Y cuál es la revolución educativa ?
El gobierno de los gerentes materializó su propuesta educativa, la llamó “revolución” aunque los cambios que incorpora no hagan otra cosa que profundizar el modelo de mercado en esa área. Como en el caso de los directores de los colegios, que les asigna un papel de gerentes de colegios concebidos como empresas.
Tras haber escuchado por cadena nacional al Presidente Sebastián Piñera, en la que dio a conocer una serie de medidas en el campo de la educación que irían orientadas a mejorar la calidad y la equidad de ésta, nos hemos preguntado, al menos los principales actores del mundo de la educación, por qué esta serie de medidas se han anunciado como la “Gran Revolución Educativa”.
¿Dónde está lo revolucionario ?, ¿acaso estas medidas apuntan al origen de la crisis educativa, tales como la institucionalidad, el marco regulatorio o su financiamiento a la demanda ? Nada apunta a un cambio estructural de la realidad inequitativa y segmentada de nuestra educación. La necesidad de responsabilizar constitucionalmente al Estado en el aseguramiento del derecho a la educación queda nuevamente en el olvido y el derecho a la libertad de enseñanza (que no es más que la libertad de los colegios para escoger a los padres según lo que puedan pagar) sigue guiando el escenario libremercadista de la educación.
De la estructura administrativa o municipalización de la educación escolar, tampoco se plantean cambios reales. Por el contrario, se sigue reproduciendo la lógica del financiamiento a través de vouchers que solo significan la privatización del gasto público, beneficiando cada vez más al sistema privado subvencionado en desmedro de la ya débil y reducida educación pública municipal.
Las medidas se enfocan en aspectos accesorios, sobrevalorando los mecanismos de evaluación estandarizados como medidores y diferenciadores de la calidad de los establecimientos y los incentivos económicos como forma de asegurar buen desempeño. Estos mecanismos lamentablemente carecen tanto de sustento técnico como de pertinencia social, de capacidad de diagnosticar y entender la realidad de nuestro país, y la situación de crisis de nuestro sistema.
Sobre los sistemas de evaluación estandarizados como la PSU, el SIMCE y la prueba INICIA, son evidentes las consecuencias que trajo la Ley “No Child Left Behind” 2003, durante el gobierno de George W. Bush [1], que asociaba el financiamiento escolar a mejoras en las notas de los test. Concluyentes fueron los dichos del Premio Nacional de Economía, James Heckman [2], al señalar que los niños terminaron aprendiendo solo lo que les era testeado, corrompiendo el proceso educativo en los colegios al entrenar solo para las pruebas, develando el fracaso de la política educativa estadounidense para asegurar calidad.
Efectivamente, los test no aseguran calidad, puesto que se centran solo en la etapa final del proceso educativo y no en su desarrollo. Son, además, instrumentos utilizados para fomentar la competencia en condiciones que son absolutamente desiguales. No olvidemos que los sostenedores privados que reciben subvención estatal, pueden seleccionar estudiantes, por lo que se segmenta el sistema escolar y se impide una evaluación adecuada de la calidad de la educación [3]. Esto lo que hace es que las pruebas no solo terminen siendo un reflejo de la desigualdad, sino que sean un componente fundamental para su reproducción.
El no asumir que estamos ante un sistema socioeducativo altamente segmentado e inequitativo evidencia la poca pertinencia de estas medidas para la realidad de nuestro país, lo que hace dudar de la intención por mejorar la calidad de todos los establecimientos, sobre todo los municipales. Las evaluaciones estandarizadas no aseguran calidad y propiciarán una competencia aún más descarnada por obtener buenos puntajes para recibir mayor financiamiento. La semaforización de los colegios promoverá la concentración de los “mejores” estudiantes y conllevará a una mayor exclusión, elitización y reducción del sistema público.
Los incentivos a los mejores resultados son también una política errada para un sistema educacional que arroja resultados muy diversos fruto de su alta segmentación. Las Becas de Vocación de Profesores premian económicamente a los mejores puntajes PSU, los cuales provienen de las familias de mayor ingreso, por lo que constituye una medida regresiva que refuerza las inequidades ligadas al origen social de los estudiantes y contribuyen a reforzar el equívoco concepto del “buen estudiante”, aún asociado a quien obtiene un buen puntaje PSU y no a quienes tienen la vocación y el esfuerzo por aprender a pesar de la adversidad.
Evidentemente, no hay una relación directa entre el puntaje PSU y la vocación de los estudiantes hacia la pedagogía, tampoco se asegura la calidad de los programas a los cuales van a ingresar los estudiantes debido a que solo se les exige estar acreditados dos años, es decir, no hay medida alguna que apunte a mejorar los procesos educativos, menos a reforzar las pedagogías de las instituciones públicas. Recordemos que esta medida se enmarca en la política gubernamental de aumentar aún más la liberalización de recursos fiscales al sector privado (FDI, Becas, Créditos, etc.)
Otro de los incentivos corresponde a la escala de sueldos por resultados de la prueba INICIA, la cual resulta inconcebible cuando observamos que es un mecanismo que sirve para garantizar mínimos de conocimientos, pero no para asegurar un buen desempeño docente futuro. El buen profesor no se determina por cuánto memorizó para una prueba, o cuánto contenido maneja, sino por su capacidad de traspasar esos conocimientos a los estudiantes a través de la relación dialógica que puede establecer con ellos.
Por otro lado, si bien es cierto que uno de los problemas del buen desempeño de los establecimientos es la falta de directores con capacidades técnico-pedagógicas, se les pretende otorgar atribuciones que terminan por transformar a los establecimientos en verdaderas empresa y a sus directores en gerentes, con capacidad de escoger arbitrariamente su equipo técnico directivo, de evaluar descentralizadamente, de despedir con causales muchas veces ambiguas (incumplimientos “graves” del reglamento interno) y sin una política orientada a capacitar a los docentes mal evaluados para una adecuada reinserción laboral.
Se evidencia una falta de preocupación por las diversas condiciones de enseñanza y el contexto social en el que se desenvuelven los profesores, ya que los criterios de evaluación todavía se centran en los contenidos y no en el ambiente en el cual estos deben ejercer la pedagogía. Se suma la falta de éxito académico que puede llegar a tener los estudiantes cuando existe una movilidad de profesores muy grande entre escuelas por causa de los despidos anuales.
Los cambios curriculares son los que han generado mayor rechazo a nivel transversal, tanto del mundo social como de los actores políticos e intelectuales. Cabe señalar nuevamente la falta de sustento técnico respecto a la justificación del Ejecutivo para avalar esta propuesta. Aumentar las horas de Lenguaje y Matemáticas es una medida que cae por su propio peso al revisar el informe de la OCDE 2009, que indica que las horas en matemáticas superan en 36 y 40 horas al promedio de los países de la OCDE y en 3 horas de lenguaje por sobre el promedio para los niños de 12 a 14 años [4].
Por otro lado, la propuesta también carece de una visión integral respecto al tipo de ser humano o ciudadano que queremos formar. La Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales son elementos de aprendizaje fundamentales para el reconocimiento y el entendimiento de la sociedad y el mundo en el cual nos desenvolvemos, nos permiten formarnos con pensamiento crítico y opinión, cuestiones fundamentales para el desenvolvimiento diario del ser humano puesto que otorga facultades para tomar decisiones y proyectar transformaciones sociales.
Claramente, de nada nos servirá saber leer, escribir y sacar cálculos, si no sabemos el origen de los conceptos, de las palabras, sus contextos históricos y sus desarrollos. Estaremos formando autómatas, meros reproductores de un injusto modelo de desarrollo, en un país que pide a gritos reconocer su pasado en un diálogo abierto y transparente, para poder al fin, proyectar un futuro mejor.
Camila Vallejo, presidenta de la FECH
Discurso de asunción de Camila Vallejo Dowlinga a la Presidencia de la Federación de Estudiantes de Chile, FECH.
Mi nombre es Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling y quisiera, antes que todo, poder expresarle a los presentes el orgullo y el desafío que significa para mí encabezar la Federación de Estudiantes más importante de Chile, es una gran responsabilidad que significa hacerse cargo de 104 años de historia, 104 años de aventuras y desventuras, 104 años de lucha en el seno del movimiento estudiantil.
Y es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe, lugares que a veces incluso se les llega a olvidar. Mis estudios secundarios los cursé en un pequeño colegio cuyo nombre significa tierra florida ; extraña paradoja, ya que en sus patios se respiraba más tierra que flores y en sus salas de madera se acumula el polvo de generaciones de alumnos no emblemáticos, que nunca llegaran a ocupar los puestos de poder más importantes de nuestro país.
Mi carrera, una de las más pequeñas de esta Universidad, casi no se encuentra en el consciente colectivo, se pierde entre los pasillos de la FAU y se confunde con otras disciplinas. La Geografía en esta Universidad casi no tiene tiempo ni espacio, otra paradoja.
Sin embargo, lo más terrible es darse cuenta que de pronto esto no pasa solo en Geografía, sino que también en Administración Pública, que es carrera de ocho a seis, porque después de las seis de la tarde no hay Universidad para ellos, una carrera que debiese ser fundamental para fortalecer el sistema público. Y también ocurre en Educación y de pronto, nos damos cuenta que no son solo unas pocas carreras, sino que es toda una rama del saber, es toda un área del conocimiento la que ha caído en la pobreza universitaria como consecuencia de las lógicas del mercado implementadas ya a lo largo de estos últimos treinta años.
Y de lo pequeño y olvidado de mi lugar de origen, se suma además, mi corto tiempo de vida, con 22 años, vengo a ser la segunda mujer presidenta de la FECH en más de cien años de historia. Y usted rector tendrá el privilegio de ser el segundo en la historia de la Universidad que es acompañado por una mujer en la presidencia de nuestra federación de estudiantes.
Ahora bien, puede que en este momento me toque a mí ejercer el cargo de Presidenta, sin embargo, debo decir que yo sola jamás habría logrado todo esto y que mis manos son tan solo un par más dentro de tantas otras, y en donde todas juntas son las que levantan este proyecto colectivo que se llama Estudiantes de Izquierda, el cual ya se encamina a su tercer período consecutivo al mando de nuestra Federación.
Si me permiten contarles un poco acerca de Estudiantes de Izquierda, debo decirles que como colectivo político estamos presentes en amplios espacios de nuestra Universidad, que en nuestro interior se expresa la máxima diversidad estudiantil, que entendemos que la izquierda debe construirse con participación y democracia y que esta elección en donde hemos aumentado en casi 400 votos respecto de la elección anterior, nos demuestra que como movimiento estamos vinculados orgánicamente con las bases estudiantiles de nuestra Universidad.
Como Estudiantes de Izquierda sentimos la responsabilidad ética de hacer política, porque la administración del poder por los poderosos de siempre nos obliga a entrometernos en sus asuntos, porque estos asuntos son también nuestros asuntos y porque no podemos dejar que unos pocos privilegiados sean quienes eternamente definan las medidas y contornos que debe tener nuestra patria, ajustándola siempre a sus pequeños intereses.
Creemos que la clave del éxito para el movimiento estudiantil está en volver a situar a la Federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las organizaciones sociales y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la Universidad pateando piedras, en otras palabras, hablamos de volver nuestra mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean a la Universidad y con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos.
Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros.
Somos contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado. Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable.
Porque necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se pondrá al centro de dicha construcción.
Porque no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.
Nuestro concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios.
Nuestra visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo.
Creemos en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de aportes por medio del conocimiento.
Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo.
En este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó âel nuevo mercado de la educación superiorâ, se le puso precio, tuvo que venderse a sí misma para poder captar mayores recursos y continuar así con su proyecto educativo, perdió su brillo y su color, perdió su esencia transformadora y quedó botada en un rincón, ya incapaz de reconocerse a sí misma.
Estamos hablando que se operó un cambio estratégico en el desarrollo de la Universidad, el cual ha sido irremontable hasta este momento. Con ello hubo sectores importantes del quehacer universitario que producto de su no rentabilidad económica fueron cayendo rápidamente en la desgracia y el abandono, las Universidades Públicas se volcaron a sí mismas, viviendo casi un chauvinismo institucional, donde cada una se preocupaba de su propia sobrevivencia, perdiéndose la visión de conjunto que poseía nuestro antiguo sistema de educación superior pública.
Este procedimiento operado en plena dictadura, siguió su curso con los gobiernos de la Concertación, la cual no operó mayores cambios, más bien, se dedicó a administrar con comodidad el modelo heredado y en algunas líneas, incluso, lo profundizó. No obstante lo anterior, pasaron los años y el control del gobierno volvió a las manos de quienes tiempo atrás habían gobernado con trajes de civiles detrás de los uniformes de soldado.
Según nuestra mirada, esto representa un peligro fatal para la Universidad Pública hoy día, creemos que el gobierno de los empresarios busca poner el broche de oro a la privatización total de la educación superior, sellando definitivamente la obra que iniciaron desde las sombras en los años ochenta. La designación de Harald Beyer y Álvaro Saieh en nuestro Consejo Universitario, dos grandes defensores del modelo de mercado y el actual presupuesto nacional en el área de la educación superior son dos grandes indicativos de aquello. Son medidas que nos muestran nítidamente que el gobierno se apresta a poner en marcha una agenda privatizadora a gran escala y que, por lo tanto, el año 2011 será estratégico en su implementación.
Esta será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior pública de nuestro país.
Pero el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocritica y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de unos pocos.
A nadie le es indiferente que en nuestra casa de estudios se perpetúen desigualdades fundamentales que determinan, por ejemplo, que el 20% más rico de la población tenga más del 50% de las matrículas, en cualquier sociedad que se precie de ser justa y democrática esta desigualdad fundamental es inaceptable. ¿Seguiremos educando solo a las élites socioeconómicas ?, o, ¿nos aseguraremos de implementar un sistema de acceso que permita que todos los jóvenes con talentos y habilidades, independiente de su origen y capacidad de pago, puedan permanecer en la Universidad ?
¿Seguiremos dejando que solo aquellas disciplinas que son rentables en el mercado alcancen niveles de desarrollo armónicos y de excelencia ?, o, ¿aseguraremos de manera efectiva que todas las áreas del conocimiento tengan un trato justo y así puedan contribuir a consolidar la sociedad que anhelamos, ya no solo en términos económicos, sino que en términos culturales, intelectuales, cívicos, valóricos, es decir, con seres humanos íntegros ?
Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía.
La pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.
No quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer.
Como mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos sufriendo hoy día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo, en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso a la hora de participar en política.
Tan solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro comillas "respecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas, sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por tener hijos.
De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre", cierre de comillas.
Estas son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente, estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.