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UNA RELACIÓN CON RUDOS ALTIBAJOS

Argentina e Israel, delicado juego de equilibrios

vendredi 17 juin 2011   |   Ignacio Klich
Lecture .

Las relaciones de Argentina con Oriente Próximo se han caracterizado después de la Segunda Guerra Mundial por un juego de equilibrios entre acciones favorables a Israel –con miras a la relación con Washington– y gestos hacia el mundo árabe. A partir del Gobierno de Carlos Menem, se produjo un giro pro-israelí, que a pesar de ciertas medidas y del fuerte intercambio comercial con Irán, sigue guiando la política exterior argentina hacia la región.

En 1949, el inicio del vínculo con Israel estuvo enmarcado por los esfuerzos argentinos posteriores a la Segunda Guerra Mundial por superar su condición de paria internacional. De cara al ostracismo con que algunos otrora aliados buscaron punir su renuencia a alinearse con Estados Unidos durante la guerra, el interés argentino de temprana posguerra se centró en restaurar relaciones con los países centrales, cultivando a la vez nexos con nuevos actores para protegerse de los más draconianos de entre los primeros.

Desde la inclusión de Palestina en el temario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1946, la diplomacia argentina buscó congeniar con todos los involucrados. Un año después, el ejercicio había rendido sus frutos : un sitio en el Consejo de Seguridad, con el apoyo indiviso del mundo árabe.

No obstante, en 1946-1947 la delegación argentina fue autorizada a apoyar la creación de un Estado hebreo, a condición de no entorpecer la relación con el mundo árabe. A diferencia de la mayoría, pues, Argentina –junto a Chile, Colombia, El Salvador, Honduras y México en América Latina– se abstuvo de votar en la Asamblea General de la ONU a favor de la división del territorio palestino en un Israel independizado en 1948, y una Palestina no concretada, por ser esa partición indeseable para el mundo árabe. En adelante, Juan Domingo Perón siguió intentando equilibrar los pasos dados en una dirección con otros en sentido inverso, lo que no le impidió, sin embargo, abrir la primera representación diplomática latinoamericana en Tel Aviv.

Esa gimnasia, con sus más y sus menos, perduró hasta el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), cuando Argentina se encolumnó detrás de Estados Unidos. El consecuente giro pro-israelí de la política argentina hacia Medio Oriente ha convivido, empero, con restos del anterior imperativo por equilibrar los gestos hacia Israel con otros para el mundo árabe, en aras de servirse del primero respecto de Washington y del segundo para resguardar su margen de independencia.

Con esa lógica en mente, ciertas acciones recientes parecían requerir una mayor atención de Argentina hacia Israel. En efecto, se trataba de hechos relevantes para el mundo árabe : reconocimiento a Palestina en diciembre de 2010, visita presidencial al Golfo –Kuwait y Qatar– en enero de 2011, durante la cual Cristina Fernández de Kirchner anunció una futura embajada argentina en Doha. Esa gira debió incluir asimismo a Arabia Saudita de no haber estado su monarca convaleciente, por lo que no se excluye un viaje futuro que sirva para formalizar una venta de la sociedad estatal rionegrina INVAP : dos reactores nucleares que, sumados a los que ya han sido vendidos a Argelia y Egipto, podrían redituar órdenes kuwaitíes y qataríes en los próximos años. Por ahora, la venta a Riad ha sido precedida por la formación de físicos saudíes en Bariloche.

Así, antes de viajar a Tel Aviv, el canciller Héctor Timerman había acopiado noticias auspiciosas para Israel. La principal era el final feliz de un proceso gestado seis años atrás, cuando el Mercosur y el Estado hebreo iniciaron un acuerdo marco para lograr un tratado de libre comercio (TLC). Ya concretadas las demás, su entrada en vigencia dependía de la ratificación legislativa argentina. Urgida por Israel, tras el reconocimiento a Palestina y el inicio de un acuerdo entre el Mercosur y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la ratificación se logró en marzo pasado (1).

 

DISCREPANCIAS SOBRE PALESTINA

Más allá de dar comienzo a un proceso de reducción de tarifas aduaneras, el acuerdo Mercosur-Israel sirve como precedente para un TLC chileno-israelí. De visita a Israel, Palestina y Jordania en marzo último, el presidente chileno Sebastián Piñera respondió a tres integrantes de su comitiva –parte de un grupo pluripartidario de 18 legisladores, por ahora, que se opone a ese TLC, o bien favorece su postergación hasta que Israel, por caso, elimine el sitio a Gaza y cese sus asentamientos en tierras ocupadas–, aludiendo al respaldo a Palestina de Brasil y Argentina, que no había sido óbice para tal precedente (2).

Por otra parte, figuraba en la agenda de Timerman la favorable inclinación argentina a buscar un reemplazo adecuado para liderar su embajada en Tel Aviv : “un embajador muy bueno y muy profesional”, según la recomendación sin pelos en la lengua y profesionalismo acaso menor hecha por la directora para América Latina y el Caribe de la cancillería israelí (3). Quizás ilustre la importancia que Argentina le asigna a Israel en relación a Washington que un dirigente de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) con acceso al canciller instara al embajador argentino ante la Casa Blanca a trasmitirle a éste la inquietud por esa vacante.

La tercera novedad era la disposición argentina a un acuerdo aeronáutico. Una vez suscrito, le permitirá a sus signatarios concretar expectativas de larga data (4) : la primera es la conexión directa entre Argentina e Israel, socio comercial y destino turístico el uno para el otro, extendiendo a Buenos Aires los vuelos de El Al entre Tel Aviv y San Pablo, a imagen y semejanza de los de Qatar Airways que ligan Buenos Aires a Doha.

Políticamente, las incógnitas en torno a Palestina e Irán, así como las expectativas argentinas para con Malvinas dominaron la agenda. En contraste con la gratitud manifestada a Siria por su firme apoyo en el tema, anterior a que el sirio Bashar Jaafari asumiera la relatoría del Comité de Descolonización de la ONU (5), la reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sólo le permitió a Timerman anunciar que había presentado el punto de vista argentino, lo que trasluce el disgusto con la postura israelí.

La llegada de Timerman a Tel Aviv ocurrió luego de que todos los países de Unasur, a excepción de Colombia (6), reconocieran a Palestina siguiendo una de tres modalidades : reconocimiento en el marco de las fronteras de 1967 ; con alusión a otras fronteras ; sin definirlas. Con Brasil a la cabeza, adoptada, asimismo, por Ecuador y Paraguay, la primera modalidad fue la más ajustada al pedido palestino. Iniciada por Chile, y emulada por Perú y Uruguay, la tercera modalidad no aludía a frontera alguna. Conjugaba una dosis de apoyo a la causa palestina –asimétrica con la importancia simbólica del Paseo Palestina, sin igual en la región, inaugurado en Santiago de Chile en 2009 por el presidente de la ANP–, con cierta sensibilidad a la postura estadounidense-israelí. Para Israel y sus soportes las fronteras palestinas deben resultar de la negociación bilateral, no del recurso a otros para acotar la debilidad palestina, y la falta de referencia a tales límites, si bien no excluye los de 1967, es legible como una aceptación chilena del parecer hebreo.

Al remitir a las fronteras de junio de 1967, la modalidad argentina, única en su género, deja suponer que sigue los pasos de Brasil, pero al mencionar la posibilidad de negociar ciertos ajustes se convierte en una suerte de trompe l’oeil, interpretable como más próxima a la postura chilena. Con ese trasfondo, Timerman omitió durante su estadía toda referencia a las fronteras de 1967, evitando asimismo referirse en público a la postura que el país adoptará en septiembre si el orden del día de la ONU incluye un pedido palestino de membresía plena. Tampoco visitó Ramala ; entre otras razones posibles, para eludir preguntas de la ANP. De ingresar Palestina a la ONU, reduciría en algo su enorme desventaja para negociar con Israel, ya que podría discutir la legalidad de sus colonias y bases militares en tierras palestinas, y apelar a las sanciones previstas por ese foro para los que no acatan sus resoluciones.

La visita de Timerman confirmó así el sesgo favorable a Israel y sus soportes de la política argentina hacia Oriente Próximo. A su manera, complementó la compra de gas qatarí realizada este año que, más allá de otras conveniencias, reduce la necesidad de recurrir a países políticamente más cercanos a Irán.

Siendo el hueso más duro de roer, el dossier iraní llegó a jaquear toda la visita. En contraste con el deseo israelí para que Argentina degrade aun más su relación con la República Islámica –cuando no rompa con ésta, sospechada de haber inspirado el ataque a la AMIA en 1994–, el comercio argentino con Irán está en alza. Para ello, Teherán debió superar el malestar causado por el pedido de extradición argentino del embajador iraní en Buenos Aires en ocasión del atentado : Hadi Soleimanpour, detenido en Inglaterra en 2003. Ello determinó la virtual anulación en 2004-2006 de las compras iraníes a Argentina. Desde entonces, esos suministros han trepado a 1.100 millones de dólares anuales, un valor sin parangón antes de 2008, que sin embargo no supera las cifras del abastecimiento brasileño a Irán, principal socio comercial de la República Islámica en América Latina. El actual nivel de intercambio argentino-iraní confirma no obstante el rol del comercio argentino-iraní en la preservación del nexo diplomático, tal como lo acordaran en los 90 los cancilleres Guido Di Tella y Ali Akbar Velayati.

Esa es la realidad que se pretendió obstaculizar con un supuesto documento iraní, presuntamente obtenido por disidentes persas. Según este documento, de visita a Siria en enero último, Timerman habría transmitido a Irán la inclinación argentina a sepultar la investigación de la voladura de la AMIA para potenciar el comercio bilateral. Como era de suponer, la noticia repiqueteó por doquier. Y dio lugar a titulares en la prensa israelí según los cuales el Estado hebreo había solicitado a Argentina una aclaración, reservándose el derecho a cancelar la visita en caso de réplica insatisfactoria (7). 

 

LAS RELACIONES CON TEHERÁN

De la identidad de quienes están en el origen del incidente posiblemente dé una pista la revelación por parte de destacados analistas israelíes de que el Mossad se ha servido de disidentes iraníes para diseminar (des)información sobre Irán (8). Rehuyendo las explicaciones públicas, Timerman ratificó en Buenos Aires, en reunión con Natan Sharansky, miembro de sucesivos gabinetes israelíes entre 1996 y 2005 y correligionario político de Netanyahu, “el profundo compromiso con la investigación” (9). Y sin arredrarse ante encuentros oficiales sin confirmar a 48 horas de su arribo a Tel Aviv, viajó igual, dejando que trascendiese extraoficialmente que no correspondía que Argentina informara a terceros países sobre sus relaciones con otros. A su vez, el presidente de la AMIA abrió interrogantes acerca del alegado documento iraní al reclamarle al difusor que confirmara su autenticidad. Por otra parte, queda claro que, recobrado el mercado iraní, la embajada argentina en Teherán sigue aún a cargo de un consejero. Tal escalafón es menor al de sus antecesores desde 1994, cuando el atentado a la AMIA llevó al reemplazo del embajador por un encargado de negocios con rango de ministro, hasta 2005. Una degradación que puede ser vista como respuesta del gobierno de Néstor Kirchner al cabildeo pro-israelí, insólitamente asistido por Irán antes, al anular sus compras aquí.

Tampoco sorprende que el presunto documento iraní se viera precedido por el pedido de una institución afín al gobierno israelí de turno para que Argentina solicite el arresto de Soleimanpour, ahora vicecanciller, durante su visita a Sudáfrica en marzo pasado. Dadas las secuelas del pedido de extradición argentino de 2003, esta nueva requisitoria –cuyo objeto era complicar el vínculo comercial con Irán, y por su intermedio la relación toda– hacía oídos sordos a la negativa de Interpol a concederle a Argentina el alerta rojo solicitado para Soleimanpour : al haber desechado Gran Bretaña el primer pedido, e indemnizado a Irán por su detención, el caso es cosa juzgada para la internacional policial, entre otros.

En suma, la sensibilidad por el caso AMIA del matrimonio Kirchner –mayor que la de sus antecesores–, sus medidas ligadas a Irán y aliados, que sirvieron a Israel y su narrativa, así como el minimalismo del nexo diplomático argentino-iraní no permiten descartar nuevas acciones inspiradas en el objetivo hebreo de resguardar su monopolio regional sobre las armas atómicas.

 

(1) 1 MercoPress, Montevideo, 17 de marzo de 11 ; I. Klich, “Posicionarse en Medio Oriente”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, enero de 2011.

(2) Phillip Durán, “Presidente habla de TLC con Israel”, La Tercera, Santiago, 7 de marzo de 2011.

(3) Agencia Judía de Noticias, Jerusalén, 23 de marzo de 2011.

(4) En los años cincuenta, la recién creada Aerolíneas Argentinas requirió sin éxito autorización italiana para extender a Tel Aviv sus vuelos a Roma.

(5) Ignacio Klich, “Siria se acerca a América Latina”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, agosto de 2010.

(6) Según su Presidente, Colombia diferirá el reconocimiento hasta que haya un acuerdo palestino-israelí. Stratfor, Austin, 31 de marzo de 2011.

(7) Jonathan Lis, Yossi Melman & Shlomo Papirblat, “Israel mulls cancelling Argentina FM visit over reported Iran talks”, Haaretz, Tel Aviv, 27 de marzo de 2011.

(8) Yossi Melman & Meir Javedanfar, The Nuclear Sphinx of Tehran, Carroll & Graf, Nueva York, 2007, pp. 163-64.

(9) Jerusalem Post, 31 de marzo de 2011.

(10) Radio Jai, Buenos Aires, 4 de abril de 2011.





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