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Aún quedan eurodiputados socialistas y Verdes de izquierdas…

Martes 25 de agosto de 2009   |   Bernard Cassen
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¿Sigue existiendo todavía una izquierda de gobierno en Europa? La respuesta será negativa si se considera que las políticas de izquierdas deben apuntar en primer término, a una distribución más equitativa de las riquezas, a la disminución de las desigualdades, a la defensa de los derechos de los trabajadores, al fortalecimiento de los servicios públicos. Terrenos todos en los que la socialdemocracia europea ha fallado lamentablemente. Hasta tal punto que para muchos ciudadanos ha perdido toda utilidad, salvo en algunos temas sociales importantes (como el matrimonio homosexual) que no son ni de derechas ni de izquierdas, pero que provocan la hostilidad de los sectores ultra reaccionarios, especialmente en el seno de la Iglesia Católica.

Es la construcción europea la que ha llevado a este resultado. La crisis sistémica actual lo confirma. Y las elecciones europeas de junio pasado lo han ilustrado de manera espectacular.

Para la socialdemocracia, Europa se ha transformado en una ideología sustitutiva de un socialismo al que renunció. Para construir esta Europa, los socialdemócratas aceptaron todos los sacrificios políticos y promovieron tratados (como el de Lisboa), que imponen políticas liberales a todos los gobiernos. El color político de la mayoría en el poder no tiene prácticamente ninguna importancia y quien simboliza este hecho del modo más significativa es el gobierno alemán de “gran coalición” de Angela Merkel: después de administrar conjuntamente el país, la socialdemocracia (SPD) y la democracia cristiana (CSU-CDU) se presentarán artificialmente ante los electores, el 27 de setiembre próximo. ¿Quién podría tomar en serio sus divergencias?

Realmente, la socialdemocracia europea no ha tenido suerte: en el momento en que concluía su conversión ideológica al sistema neoliberal, las bases de este sistema se derrumban. Y por una de esas ironías cuyo secreto guarda la historia, los gobiernos – en primer lugar los de derechas, como el de Nicolas Sarkozy-, comenzaron a utilizar palabras tales como “nacionalización” o “regulación” que desde hacía mucho tiempo no formaban parte del léxico socialista. Se ha asistido a una verdadera inversión: la socialdemocracia ha terminado enredada en una temática liberal actualmente desacreditada, mientras sus supuestos adversarios recorrían el camino inverso y recuperaban (provisionalmente) para sí algunas ideas anteriormente consideradas de izquierdas.

Casi en todas partes, las elecciones para el Parlamento europeo han castigado a los partidos socialdemócratas. Sin sacar las enseñanzas de este fracaso, sin tomarse el tiempo para reconstruir un proyecto y renegando de sus compromisos electorales, han prolongado el sistema anterior de cogestión del Parlamento con la derecha del Partido Popular Europeo (PPE). Además del reparto de cargos clave, han acordado que dos años y medio de la presidencia sean para el neoliberal polaco Jerzy Buzek y dos años y medio para el futuro candidato de la Alianza progresista de socialistas y demócratas (nueva denominación del grupo parlamentario de los socialistas europeos). Jerzy Buzek fue elegido el 14 de julio pasado por todos los grupos de derechas, los socialistas (salvo los franceses) y los Verdes por 555 votos (de 644). 

La sorpresa la ha dado el resultado obtenido por la candidata del grupo GUE/NGL, que reúne diversas orientaciones de izquierda y ecologistas: la feminista sueca Eva-Britt Svensson obtuvo 84 votos, a pesar de que su grupo sólo cuenta con 35 miembros. O sea que todavía, de un total de 249 socialdemócratas y Verdes, quedan por lo menos 54 eurodiputados de izquierdas … 

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