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X ANIVERSARIO DEL FESTIVAL DE CINE DEL SAHARA

Estrellas en el desierto

vendredi 13 décembre 2013   |   Pascual Serrano
Lecture .

La alfombra roja es la arena del desierto, los vestidos de noche femeninos son túnicas coloridas sin costuras (melfas), el único flash es el sol más potente del mundo, las butacas son alfombras en el suelo, y los visitantes más humildes se alojan en la misma residencia que las estrellas. El Festival Internacional de Cine del Sahara (FiSahara) es el "más remoto del mundo", según The Guardian. Y sin embargo allí, como en todos los festivales, encontraremos directores, productores, actores, actrices, periodistas... Eso sí, siempre sudorosos, vestidos informalmente y persiguiendo una botella de agua.

Del 8 al 13 de octubre de 2013, el FiSahara celebraba su X aniversario en el campamento de refugiados de Dajla, el más remoto y precario de todos. Como señala el realizador Javier Corcuera, uno de sus fundadores, “Ya hemos entrado un poquito en la historia del pueblo saharui, hay niños que tenían diez años cuando llegó el cine y ahora tienen veinte, es como una generación FiSahara”. Corcuera cuenta que la idea del festival nace a partir de una llamada de Pepe Taboada, presidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sahara (CEAS). “Me dicen que quieren que haga una película en el Sahara y me invitan a ir a los campos de refugiados. Yo tenía, desde hace tiempo, muchas ganas de ir y una vez allí surgió la idea de, en lugar de una película, hacer un festival de cine. Pensé que una propuesta así iba a tardar en ser realidad, pero como los saharauis son especialistas en hacer cosas imposibles, al año siguiente, en 2003, estábamos inaugurando la primera edición del FiSahara”.

Esta edición ha tenido como novedad un mayor énfasis en los derechos humanos, por eso el actor Guillermo Toledo, miembro de la dirección del festival, destaca la importancia de invitar a activistas además de figuras mediáticas : “Este año ha habido una fuerte presencia de profesionales comprometidos y vinculados a las movilizaciones políticas, en especial de Oriente Próximo. Mi impresión es que los famosos nos garantizan una mayor presencia mediática pero los activistas tienen una mayor constancia en su compromiso con el conflicto saharaui una vez terminado el festival.”

Fue importante también la presencia de los protagonistas y directores de las películas, en muchos casos sin precedentes, como los activistas saharauis de los territorios ocupados, la egipcia Salma Shamel (miembro del colectivo Mosireen, de la plaza Tahrir) o la zimbabuense Maureen Shibanda. Una de las anécdotas del festival fue tener conviviendo durante toda la semana en la misma jaima (tienda de campaña tradicional de los pueblos del norte de África) al palestino Mohamed Tayeb (diseñador del videojuego Zaytoun), al cineasta israelí Guy Davidi (codirector de la película 5 cámaras rotas), al atleta saharaui Hmatou Salah Ameidan y al marroquí Nadir Bouhmouch (director de Mi makhzen y yo), que ha sido el primer cineasta de este país que participa en FiSahara.

El festival también contó con la presencia de Eztizen Miranda, directora del documental La semilla de la verdad, que ha destapado las recientes fosas comunes en el Sahara ; de Estrella Galán, la secretaria general de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), y las actrices españolas Ana Wagener y Melani Olivares. Por este festival han pasado también figuras como Javier Bardem, Manu Chao, Victoria Abril, Luís Tosar, Paul Laverty, Icíar Bollaín, Aitana Sánchez Gijón, Elena Anaya y Juan Diego Botto ; y lo han apoyado Penélope Cruz, Antonio Banderas y Pedro Almodóvar.

Uno de los objetivos es enseñar a hacer cine en el desierto. Para ello se programaron varios talleres impartidos por directores y guionistas de las películas participantes : sobre cine y activismo a favor de los derechos humanos, para la educación de las niñas (coincidiendo con el 11 de octubre, primer Día Internacional de la Niña), de producción de radio e incluso la creación de un personaje saharaui para el videojuego interactivo Zaytoun, que trata sobre desplazados.

Entre los premiados, Mayibuye I (retorno al Sahara Occidental), de la sudafricana Milly Moabi, consiguió el máximo galardón que otorga FiSahara : la Camella Blanca. El Premio especial fue para 5 cámaras rotas. Fueron premiadas además las películas My Makhzen and me, del marroquí Nadir Bouhmouch, y el primer largo de la Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saled, Patria dividida. Esta escuela de cine es otro de los proyectos ligados al FiSahara. Su objetivo es instruir a jóvenes refugiados en el campo audiovisual. El alumnado está compuesto por 10 chicos y 10 chicas que estudian bajo un régimen de internado durante dos años. Creada en 2011, este año se ha diplomado su primera promoción.

El presupuesto total del FiSahara resulta irrisorio para un festival de cine : 90.000 euros. Las principales fuentes de financiación han sido la Fundación March of Dimes, Amnistía Internacional Holanda y la AISGE (una sociedad de gestión de derechos de artistas e intérpretes), además de un concierto solidario y numerosas donaciones privadas. Sin olvidar todo el trabajo voluntario de numerosas personas. Tanto la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional) como el Ministerio de Cultura han retirado sus subvenciones.

No es difícil imaginarse la complejidad de organizar un festival de cine en un campamento del desierto, un lugar donde no hay agua corriente ni electricidad, ni infraestructuras, donde el sol es abrasador, donde organizadores e invitados, una vez aterrizados en el precario aeropuerto argelino de Tinduf, deben recorrer varias horas de carretera hasta Dajla, un campamento de jaimas donde viven unas 25.000 personas.

La colaboración de las autoridades y de la población saharaui es fundamental. Salem Lebsir, gobernador de Dajla, es el hombre sobre quien recae la responsabilidad de los preparativos y acondicionamientos del campamento para la celebración del festival. El impacto de los visitantes es tremendo : basta conocer que de las trescientas jaimas que hay en la zona del festival, cien van a recibir invitados. Como es fácil de deducir, no hay otro modo de alojarse que en las viviendas de los residentes. “Todas las familias que reciben extranjeros están muy contentas y satisfechas –añade el gobernador– porque saben que el invitado va a apoyar nuestra causa. Algunas familias incluso han tenido que pedir prestado a otras para conseguir la comida con la que alimentar a sus invitados”. No olvidemos que la subsistencia de los refugiados saharauis depende casi exclusivamente de la ayuda humanitaria de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) debido a que viven expulsados por Marruecos de sus tierras y de sus fuentes tradicionales de subsistencia. La propia ACNUR reconoce que la cuota mensual de alimentos que distribuye no cubre el 50% de las necesidades : en ella no existe la carne, las frutas o las verduras.

La gobernación tiene que ayudar en otros muchos ámbitos logísticos : mejorar la llegada del agua, conseguir que se cueza más pan en el horno, ayudar a los comerciantes para que puedan bajar sus precios. La seguridad es otro de los quebraderos de cabeza de Lebsir, ya que los campos de refugiados saharauis –y especialmente el de Dajla– se encuentran en una región compleja del territorio argelino cercana a las fronteras de Malí y Mauritania. Las autoridades saharauis han tenido que tomar medidas en dos frentes : “En primer lugar, mediante la sensibilización a la población y, en segundo lugar, vigilancia de las fronteras en coordinación con las autoridades argelinas y mauritanas”, explica el gobernador. La directora del festival, María Carrión, también comparte la preocupación : “Somos muy conscientes de que la situación de la región no es lo que era. Por eso hemos trabajado muy estrechamente con la seguridad de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) y hemos compartido protocolos de seguridad. Coincidimos en que la situación está controlada, no hubiéramos dudado en cancelar el festival si hubiéramos percibido peligros reales”.

Pero los días de convivencia entre saharauis y gente del cine compensan todo tipo de incomodidades. “Los invitados del festival –cuenta Carrión– se quedan prendados del pueblo saharaui. Son una sociedad muy acogedora y las carencias de sus jaimas las compensan con gran hospitalidad. Nadie ha vuelto con objeciones o quejas, ni siquiera los más famosos. Al contrario, dicen que es una lección de humildad”. La actriz Melani Olivares, conocida principalmente por su papel de Paz en la popular serie televisiva Aida, tras volver del festival piensa que la idea del FiSahara es “la forma de hacer que la cultura llegue a esos lugares y de que, una vez aquí, podamos difundir la situación de ellos”. Sin embargo reconoce “sentir rabia porque, por mucho que se hace, la situación de los saharauis no mejora”. A pesar de ello, o precisamente por eso, le propondría al actor Antonio Banderas que participe el año próximo para conseguir más repercusión nacional del problema saharaui.

Como señaló su directora, el festival tiene, además del cine, la misión de denunciar el “abandono de la comunidad internacional y la falta de apoyos y ayudas”. Desde que, en 1975, Marruecos invadiera el Sahara Occidental, el pueblo saharaui se encuentra en un limbo internacional. La situación se estancó en los denominados Acuerdos de Madrid en noviembre de 1975, por los que se constituía una Administración Tripartita temporal formada por Marruecos, Mauritania y España, cuya vigencia se preveía hasta el 28 de febrero de 1976 con la finalidad de celebrar un referéndum de autodeterminación en el que el pueblo saharaui debía decidir sobre su futuro. España se retira definitivamente del territorio sin asumir ninguna responsabilidad jurídica internacional, Marruecos logra impedir el referéndum y el Frente Polisario, movimiento de liberación nacional reconocido por la ONU como legítimo representante del pueblo saharaui, proclama la República Árabe Saharui Democrática en febrero de 1976.

Los combates entre el Frente Polisario y el ejército marroquí se mantienen hasta la firma de una tregua el 6 de septiembre de 1991. La MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara) es el organismo de la ONU encargado de velar por el alto el fuego y preparar un referéndum, cuya celebración se preveía para 1992. Las Naciones Unidas sitúan al Sahara en la lista de territorios no autónomos y en proceso de descolonización. La soberanía de Marruecos no está reconocida por la ONU ni por ningún Estado, si bien es apoyada por varias potencias, en especial Francia y de forma tácita la Unión Europea. Mientras tanto, la República Árabe Saharaui Democrática es reconocida por unos ochenta Estados siendo fundadora de la Unión Africana, y su principal apoyo en la región procede de Argelia.

A día de hoy, Marruecos controla de facto la mayoría del territorio del Sahara Occidental y explota sus recursos, especialmente minerales y la pesca de sus aguas jurisdiccionales. El Frente Polisario domina un 35% del territorio situado al este, el de menos recursos. Las dos zonas se encuentran divididas desde 1980, de norte a sur, por un muro levantado por Marruecos de unos 2.700 kilómetros que incluye vigilancia por el ejército marroquí, trincheras, alambradas de espinos, y una extensa franja sembrada de minas antipersona y antitanque. Se estima que existen entre 7 y 10 millones de minas.

Casi cuarenta años después de la ocupación marroquí, y a pesar de los compromisos de la ONU, la realidad es que las presiones de Marruecos han logrado impedir el ansiado referéndum de autodeterminación. Hoy los saharauis se dividen entre los habitantes de las zonas ocupadas, los que se mantienen en las zonas liberadas por el Polisario y quienes se han instalado en los campos de refugiados en territorio argelino (unos 135.000) sobreviviendo con las ayudas de ACNUR.

El número dos del Frente Polisario, Bachir Mustafa, de visita en el FiSahara, en declaraciones a Le Monde diplomatique en español calificó la posición de los diferentes gobiernos españoles de “indecente y vergonzosa”. “No solo nos vendieron una vez, sino que nos están vendiendo cada año, con cada gobierno español que va a Marruecos y acaba arrodillándose ante el rey marroquí. España es un gobierno hostil. Es el gobierno, además, que debe saldar una deuda ética y moral con los saharauis y, en cambio, sigue apoyando al criminal”, afirmó. El representante del Frente Polisario en Madrid, Abdulah Arabi, recordó que Marruecos sigue con sus agresiones, con las detenciones de activistas, con la represión de manifestaciones pacíficas y con juicios sin ninguna garantía jurídica.

La clausura del festival contó con la actuación musical de Pello Reparaz y Tonino Carotone, y con la lectura de un manifiesto de los cineastas internacionales. Entre otras cosas, decían : “La meta final parece lejana, pero la alcanzaréis. Sabemos que vuestra lucha se ha prolongado durante mucho tiempo, desoída, desconocida, no reconocida. Sabemos que habéis pagado un alto precio por adheriros a ideas no violentas, pero vuestra valiente carrera ha creado cosas hermosas”. El cine y sus gentes mostraban una vez más que, como le dijo el Che a su hija en su carta de despedida, ninguna injusticia contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo, les es indiferente.





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