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Europa y el debate político nacional

Domingo 1ro de abril de 2012   |   Bernard Cassen
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Cada año hay elecciones legislativas en cinco o seis Estados de la Unión Europea (UE). En la medida que, en esos países, las tres cuartas partes de las leyes son la simple transposición al derecho nacional de los actos legislativos adoptados a nivel comunitario, la lógica indicaría que, en todas partes, las políticas europeas deberían estar en el corazón de los debates electorales. Pero eso no ha ocurrido hasta ahora.

Los partidos que gobiernan, ya sean de derechas o socialdemócratas, han logrado la hazaña de “santuarizar” las políticas de la UE poniéndolas fuera del alcance del voto de los ciudadanos. En la mayoría de los casos, esas políticas sólo son objeto de vagas declaraciones a favor de una Europa más “democrática” o más “social”. Lo que no obliga a nada y permite preservar los tratados como forma de impedir todo cuestionamiento de la orientación neoliberal de la UE. Sin embargo, esta situación podría modificarse a causa de dos votaciones próximas en el tiempo: en mayo, las elecciones legislativas anticipadas en Grecia; y el 22 de abril, la primera vuelta de la elección presidencial en Francia.

En Grecia, es probable una derrota histórica del Partido Socialista local, el PASOK, y la victoria de la Nueva Democracia (derecha), pero sólo con una mayoría relativa. Un escenario a primera vista comparable al de España donde, el 20 de noviembre pasado, el PSOE sufrió una dura derrota y tuvo que ceder el poder al Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy. La diferencia entre ambos paí­ses es que, en Grecia, opuestas a los planes de “rescate” europeos que están conduciendo el país al caos social, existen tres importantes fuerzas de izquierda: el Partido Comunista (KKE), la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), cuyo principal integrante es el Synaspismos, y la Izquierda Democrática (DIMAR). Estas tres organizaciones –si damos valor a las encuestas– podrían obtener más del 40% de los votos. Aun desunidas, podrían obligar al futuro Gobierno a distanciarse de las políticas de la UE y de la zona euro. 

En Francia, la cuestión europea en el debate electoral es aún más significativa. Para dos candidatos, el tema es incluso la primera prioridad: Nicolas Dupont-Aignan, quien se define como un “patriota de derechas”, y Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional (extrema derecha). Ambos reclaman la salida de Francia de la UE y de la zona euro. Por su parte, Jean-Luc Mélenchon (Frente de Izquierda) preconiza un proteccionismo europeo y reivindica el derecho a desobedecer a las directivas neoliberales de Bruselas.

Más sorprendente: François Hollande, candidato de un partido tan incondicionalmente europeísta como el Partido Socialista, ha anunciado que, si es elegido, no haría ratificar, tal como se presenta hoy, el Tratado sobre la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernanza (TECG) en la Unión Económica y Monetaria, firmado por 25 Estados. En cuanto a Nicolas Sarkozy, capaz de decir una cosa y la contraria para mantenerse en el poder, exige la renegociación de los acuerdos de Schengen, así como medidas de protección comercial.

Se puede dudar de la sinceridad de algunos candidatos cuando critican las políticas neoliberales de la UE, pero la cuestión europea está, a partir de ahora, plenamente instalada en el debate político francés. Sólo cabe felicitarse de esta evolución y esperar que lo mismo ocurra también en los demás países. Es la única manera de impedir que la idea de Europa se vea totalmente desacreditada por las políticas europeas.





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