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LA REPRESIÓN EN MALLORCA (1936-1939)

Fechorías del “León de Son Servera”

mercredi 25 février 2015   |   Antonio Palerm
Lecture .

El 26 de agosto de 1936, diez días después del inicio de la Guerra Civil Española, en la isla de Mallorca, aterriza en la rada del puerto de Palma un abogado boloñés que forma parte del envío de hombres y armas dispuesto por la Italia fascista de Benito Mussolini a favor de la España del general Francisco Franco. Ese aventurero, Arconovaldo Bonaccorsi, se hará llamar “Conde Aldo Rossi”. Y con ese falso nombre dirigirá una de las más atroces represiones de la Guerra Civil que el escritor francés Georges Bernanos describió en su famoso libro Los grandes cementerios bajo la luna (1938) en el que comentó : “En Mallorca, se fusila como se deforesta.”

El 16 de agosto el capitán de aviación Alberto Bayo Giroud –el mismo hombre al que, pasado el tiempo, descubriremos en México D.F., donde Fidel Castro le contrata para entrenar militarmente a los revolucionarios cubanos que pretenden desembarcar en la isla caribeña para derrocar al dictador Fulgencio Batista (1)– tras obtener un mandato de la Generalitat de Cataluña y organizar una tropa de asalto, ha iniciado en las playas del sureste de Mallorca, situadas alrededor de la Punta Amer, el desembarco de un grupo formado por más de cinco mil milicianos –llegarán a ser unos ocho mil quinientos– encargados de recuperar el control de la situación en la isla a favor del gobierno de la República.

Rápidamente, los invasores consiguen hacerse con el control de una quincena de kilómetros de costa pertenecientes a los municipios de Son Servera, San Lorenzo y Manacor, y estabilizar el frente tras avanzar unos siete kilómetros hacia el interior. Pese a que las dilaciones y dudas surgidas en los primeros momentos del desembarco les han impedido un avance más rápido –que quizá les hubiera facilitado la toma de Manacor y el subsiguiente avance en dirección a Palma–, permitiendo a los militares golpistas mallorquines organizar un primer contraataque pero su situación no es especialmente mala aquel 26 de agosto... Día en que, como dijimos, irrumpe en Mallorca la figura de aquel abogado boloñés quien, a partir de ese momento, se hará llamar General-conde Aldo Rossi, cuando en realidad no es general, ni conde, ni Aldo, ni Rossi.

Nacido en Bolonia en 1898, Arconovaldo Bonacorsi, pues ese es su verdadero nombre, entra a formar parte, a los diecisiete años, de los grupos denominados Fasci di Azione Revolucionaria, donde ya Mussolini, que acababa de abandonar el socialismo, tenía un papel preponderante. Desde el principio, Bonacorsi otorga su apoyo incondicional al futuro Duce encuadrándose en los grupos de choque encargados de sembrar la violencia en el norte de Italia. Con sus compañeros, participa en la destrucción del diario Avanti, y en multitud de actos vandálicos destinados a destruir el orden público existente para imponer el propio orden fascista. En el seno de esa milicia creada por el Duce, alcanzó el título de console, que suele equipararse al de coronel del Ejército.

Tras el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, cometido el 10 de junio de 1924, once días después de que denunciara, en el Parlamento italiano, el fraude cometido por los comités fascistas, y en el que se asegura que participó Bonacorsi, éste abusa a tal punto del estatus obtenido en el seno del partido –lo que supondrá su rápido enriquecimiento–, que finalmente se convierte en una figura controvertida que resulta expulsada de la formación fascista. Sólo pasados los años, tras múltiples cartas que encarecen su valor, Bonnacorsi consigue reintegrarse en su disciplina gracias al indulto que obtiene del propio Mussolini. Entre medias, realiza sus estudios de abogacía, que finaliza, y algunos cursos de medicina.

 

Este es el hombre que, a finales de agosto de 1936, irrumpe pues en Mallorca, tras reclamar el marqués de Zayas, máximo representante de Falange Española, ayuda militar y humana a la Italia fascista. En ese momento, aunque los combates en Portocristo arrojan un gran número de bajas, el frente mallorquí permanece estable. Pero los falangistas son conscientes de la necesidad de un impulso que el mando militar, al parecer, no se encuentra dispuesto a efectuar, ya sea por falta de recursos, ya por tibieza en su planteamiento ideológico que responde, en parte, al de quien permanece a la espera, aguardando la deriva que tomen los acontecimientos tanto en las Baleares como en la península. El 30 de agosto, el incompetente coronel Ramos Unamuno es sustituido a la cabeza del de las tropas nacionales que operan en el frente de Manacor y sustituido por quien ostenta el cargo de gobernador civil, el también coronel García Ruiz. Pese a la ojeriza con la que el nuevo mando militar recibe al “conde Rossi”, pronto se impone una especie de mando compartido –el italiano sólo obtiene el cargo de Ispettore Generale delle Truppe Operante–, cuyos límites suponen un constante foco de disputas, pues no resultan precisamente nítidos.

Cabe precisar que la ayuda italiana no es en absoluto desinteresada. El material enviado se obtiene gracias, en parte, al pago en metálico del dinero recaudado entre la población –unas 600.000 pesetas– y en parte al oro incautado a los particulares en toda la geografía de la isla –una primera requisa es voluntaria, la segunda obligatoria–, lo que condiciona el aval que, ahora sí, firma el contrabandista y banquero mallorquín Juan March. Tampoco debe menospreciarse la importancia estratégica que tiene el archipiélago balear en el conjunto del Mediterráneo, donde los obscuros deseos del Duce, manejados por su ministro de Asuntos Exteriores conde Ciano, pretenden ubicar en Mallorca una serie de bases aéreas y navales permanentes de cara a la previsible disputa que Italia mantendrá con Inglaterra y Francia.

 

En el subconsciente de la lucha intervienen diversos factores que atañen a las diversas perspectivas geopolíticas de la época. Flotan en el aire cuestiones que durante años no han sido resueltas : ¿Le interesa al gobierno central, representado por la figura de Indalecio Prieto, boicotear la victoria republicana en las Baleares ? ¿Se teme en Madrid la posible formación de un país catalán que pueda reclamar la independencia del resto de los territorios españoles ? ¿Aspiran los italianos a la anexión política de la isla ? ¿Cuáles son los manejos que los ingleses efectúan respecto de Menorca ? ¿Pretenden contraponer el auge fascista con bases instaladas en la isla situada al norte ?

Una reunión secreta –los militares acuden vestidos de paisano– tiene lugar el 31 de agosto en el puerto de Palma, a bordo del crucero italiano Fiume, donde todas las partes implicadas en la defensa de la isla respecto del desembarco republicano, toman sus posiciones. En su transcurso surge un enfrentamiento entre el hijo de Juan March y el “conde Rossi”, quizá porque el mallorquín no apoya a la Falange Española, y menos la intervención fascista italiana, mientras que estos pretenden demostrar que, sin su concurso, formado por pilotos, instructores y mecánicos de aviones, la defensa de la isla correrá serio peligro.

El mismo día 28 de agosto, comienzan a sobrevolar las posiciones republicanas los primeros cazas italianos que dos días antes han llegado desmontados al puerto de Palma a bordo del crucero Morandi. Inmediatamente, los nacionales consiguen la supremacía aérea. Las cabezas de puente asentadas por Bayo en las playas del sureste son bombardeadas, así como el pueblo de Artá –éste por error–, además de los destructores e hidroaviones de que dispone la aviación republicana.

A partir de esta fecha, y hasta el 4 de septiembre, en que los republicanos, tras la batalla y la pérdida del Puig de son Corb, abandonan y reembarcan, sus posiciones son constantemente masacradas desde el aire, donde la superioridad italiana no tiene rival.

Pero la intención de este artículo no consiste en reescribir la historia de la guerra civil en Mallorca, sino en dirigir el foco de atención sobre la figura del fascista boloñés recién llegado, cuyas características personales han ejercido una honda, callada y subrepticia influencia sobre la sociedad mallorquina durante las largas décadas de la dictadura.

El “conde Rossi” es un hombre que sólo se reconoce en la acción, e irrumpe con estrépito en un panorama donde abunda esa coyuntural indecisión que forma parte del carácter secular isleño. Apenas llegado –siempre alentado por los hombres de Falange Española–, de inmediato reorganiza las fuerzas falangistas e inicia la creación de una fuerza de choque que estará formada por unos cincuenta miembros, los cuales, a la manera de los Arditi, constituirán su guardia personal. Instruidos en pocas horas, y formados por jóvenes de la clase alta mallorquina, entre ellos se encuentra Yves Bernanos –hijo de Georges, el novelista francés (2) que, entre 1934 y 1937, reside en la isla–, los autodenomina Dragones de la muerte. Su selección no se atiene tanto a su aspecto físico como a su ardor, su actividad y su espíritu. A partir del 28 de agosto, recorrerá con ellos las zonas del frente e iniciará la represión de los militantes de izquierdas con un ímpetu que difiere del adoptado por algunos militares españoles.

 

Tras tomar parte en la batalla que tiene lugar en la montaña de Son Corb, donde adquiere el apelativo –El león de Son Servera– con el que será conocido en el futuro, procede a la filmación de una supuesta “toma de Portocristo” a cargo de sus Dragones, con un equipo venido de Italia. Sólo una precisión : lo filma días después de que se produzca. En el documental, alterna imágenes reales de hechos acaecidos en la península, y cuyo protagonismo corresponde a Franco, con otros acaecidos en Mallorca, que son simulados. Las trincheras enemigas se hallan pobladas de cadáveres. Así, tanto sus hombres como él pasan a la historia como los victoriosos protagonistas de una inexistente batalla. Pese a que la manipulación interesada de los hechos resulte inmemorial a lo largo de la historia de las crónicas guerreras, la manipulación filmada todavía se halla en sus albores, y el “conde Rossi” es uno de los primeros en comprender la dimensión publicitaria que pueden adquirir esas imágenes.

La película, proyectada poco después en un cine de Palma, donde tanto los mandos militares y falangistas como el público en general prorrumpe en entusiásticos aplausos, constituye uno de los momentos de mayor popularidad de Rossi en la isla.

Al mismo tiempo, dando muestras de una capacidad de trabajo extenuante, recorre por las mañanas distintos pueblos de la isla pronunciando discursos tendentes a fomentar el proceso de fascistización de la sociedad, uno de los principales motivos de su venida y encargo personal del Duce, así como a proseguir su campaña anticomunista donde dispone de las vidas de todos aquellos que, ya sea por vinculación ideológica, ya por enemistad personal, son ejecutados por doquier sin juicio sumario. El número de los represaliados, según la fuente a la que uno acuda, varía significativamente, situándose la mayoría de las cifras en una horquilla que abarca desde los 2.000 hasta los 5.250. En Manacor, donde la represión es ejercida con gran contundencia, se registran declaraciones que testimonian la presencia de público que acudía a contemplar el espectáculo para aplaudir a los fusilamientos. En cualquier caso, las cifras de los muertos en batalla apenas representan un veinte por ciento del total de los caídos.

 

Paralelamente a sus exhibiciones diurnas, el conde Rossi despliega su actividad nocturna, pues se caracteriza por mantener relaciones sexuales a diario tanto con las prostitutas de un conocido prostíbulo de la capital, como con un indeterminado número –al parecer no escaso– de mujeres pertenecientes a la aristocracia local, que caen rendidas en brazos del mattatore, y cuya actitud sus maridos toleran a cambio de que el italiano les solucione el problema creado por la rojería en una isla donde, como en el resto del territorio de la península, no sólo se pretende la victoria en la conflagración bélica, sino también sentar las bases de un futuro donde los opositores resulten escasos, ya sea por haber partido hacia el exilio o por haber sido eliminados.

Hombre dotado de un sentido histriónico de la existencia para el manejo de la actividad cotidiana, el “conde Rossi” no duda en difundir la existencia de una máquina procedente del extranjero que descubrirá la presencia del oro que algunos todavía ocultan. Ante el temor a ese pitido que puede resultar fatal, afloran nuevas remesas de oro. En realidad, la sola mención de la máquina hace innecesaria ponerla en marcha, tal es el pavor que la figura del conde provoca.

Algunos días más tarde de la liberación de Mallorca, el “conde Rossi” atraviesa el mar y desembarca con unos pocos hombres, mediante un atrevido golpe de mano, en la isla de Ibiza, donde adquiere una información preciosa que le permitirá, días más tarde, reconquistarla con la ayuda de la aviación. En realidad, cuando lidera el desembarco, ya los republicanos han huido o son hechos prisioneros sin necesidad de disparar un solo tiro. De inmediato, se dirige a la pequeña isla de Formentera, que también ocupa.

Poco antes de Navidad, Mussolini decide retirarlo de Mallorca y enviarlo a Málaga, quizá porque la “limpieza de rojos” ya ha sido realizada, quizá porque sus aires de virrey chocan con los verdaderos intereses italianos. Pero, cuando abandona la isla, muchos contemplan en él no sólo al héroe, sino al auténtico “salvador de la isla” que ha resuelto el problema planteado por una situación político-militar que amenazaba con resolverse “a favor del mando rojo” (3). Y solucionar el problema significa ejercer una brutal represión en la isla en un corto lapso de tiempo que transcurre entre el 4 de septiembre de 1936, cuando finaliza el conflicto armado, y la Navidad de aquel mismo año.

Tras pasar los meses de enero y febrero de 1937 en Málaga, se diría que su presencia resulta incómoda al propio Duce, que no duda en enviarlo a África, en concreto a Abisinia, donde es detenido por los británicos en 1941 y permanece allí hasta el final de la segunda guerra mundial. En 1957 es condecorado por Franco. Después de convertirse en una eminencia de la Democracia Cristiana de Aldo Moro, muere en Roma el año 1962.  

NOTAS :

(1) Léase Antonio Palerm, “Alberto Bayo, maestro de guerrileros”, Le Monde diplomatique en español, noviembre 2013.

(2) Georges Bernanos, hombre perteneciente a la derecha ideológica, sufrirá una radical transformación tras comprobar los efectos de la represión realizada en la isla. Este es el tema que subyace en su novela : Les grandes cimetières sous la lune, así como su particular visión del conde Rossi.

(3) Resulta curiosa la historia del padre Julián Adrover, perteneciente a la congregación de los Sagrados Corazones, que merced a un acuerdo entre las autoridades religiosas y civiles se convertirá en la sombra del conde Rossi, adscrito a sus órdenes como traductor, y que en parte compartirá su destino pues al irse el italiano también él abandonará la isla para siempre.

(10) O fio das missangas, Editorial Caminho, Lisboa, 2003.

(11) Entrevista publicada en la revista brasileña Epoca, 25 de abril de 2014, http://epoca.globo.com

(12) A chuva pasmada, Editorial Caminho, Lisboa, 2004. De reciente publicación A confissão da leoa, Editorial Caminho, Lisboa, 2012.





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