La cuestión principal en el debate sobre la igualdad es contestar la pregunta : ¿igualdad en qué ? Toda teoría de la justicia busca defender la igualdad de algo : de rentas, de libertades, de bienes primarios, etc. Lo que está en juego entonces es el ámbito social más importante dentro del cual exigir la igualdad. Empero, cabe señalar que tal elección implica dejar de lado “algo que no resulta importante”.
Este debate de la base de información encierra una gran complejidad. Para empezar, es necesario señalar que la base de información se refiere a dos ámbitos principalmente : la selección de las características personales pertinentes (n) y la forma de combinar esas características (m). Por citar algunos ejemplos, para Rawls (1999) la base de información correspondiente a las características personales son los bienes primarios ; para Dworkin (1981) son los recursos ; para Sen (1985), las capacidades ; Nozick (1974) se inclina por los derechos ; en tanto los utilitaristas optan por la cesta de bienes de consumo, etc. A esto hay que añadir la diversidad de poblaciones (p) y, por ende, la capacidad de transformación de la base de información en algo valorado individual y socialmente.
Los contenidos fundamentales de las teorías de la justicia han construido bases de información n.m.p. muy distintas, y también han planteado usos muy diferentes de la información respectiva.
Precisamente debido a la diversidad humana y la multiplicidad de esferas de la vida, la fijación de los criterios de justicia distributiva no necesariamente conduce a romper distancias moralmente intolerables. Nada garantiza que la selección de estos criterios produzca por sí misma una sociedad justa.
Supongamos, por ejemplo, que se escoja como variable focal el ingreso y como pauta distributiva la equidad. Como gobierno puedo otorgar a los más pobres un ingreso mensual equivalente a un dólar diario por familia. Pero aunque tal política corresponde a los criterios seleccionados, no es justa ; porque resulta insuficiente, pues puede disminuir (si estuviera bien localizada) cierta distancia (usualmente mínima), pero no rompe con procesos de subordinación, e incluso puede ser humillante para el propio beneficiario.
Frente a tal dilema es necesario contar con un principio rector de la justicia relacionado con la igualdad en el marco del respeto a la diversidad, el cual debe atender tanto el lado de la igualdad negativa, para evitarla (por ejemplo, la igualdad en la pobreza), como el lado de la igualdad positiva (por ejemplo, la igualdad en la riqueza en un sentido amplio), para promoverla. En este sentido, las preguntas que también adquieren relevancia para la cuestión de la justicia son : ¿qué distancia ?, y ¿que cercanía ? Nos referimos a que hay que estar atentos –además de la discusión sobre la base de información– a los límites de las desigualdades no tolerables, así como a las barreras que hay que eliminar para auspiciar cierto tipo de igualdad que permita la realización de las personas y de la sociedad.
El principio rector de la justicia no pretende suplir la discusión de la pregunta : ¿igualdad de qué ?, sino vigilar, más allá de la base de información elegida, aquellas distancias inmorales o intolerables que pueden producirse al seleccionar los criterios distributivos. Se trata más bien de un cambio radical de perspectiva:no abordar únicamente la brecha de la pobreza o distancia que tienen los (extremadamente) pobres para alcanzar un ingreso de supervivencia, sino romper las distancias injustas, tanto sociales como políticas, económicas, ambientales y culturales, que imposibilitan el mutuo reconocimiento, respetuoso y digno, entre los miembros de una sociedad (Ramírez : 2008). El objetivo de orientar la política por un criterio rector de la justicia busca poner fin al círculo vicioso de políticas de mínimos para vulnerables, y trata de dar énfasis a políticas de máximos que rompan distancias supuestamente inalterables, como consecuencia de que ni siquiera se reflexiona sobre como romperlas. En este sentido, “habría que empezar a proyectar mas sistemáticamente “reportes de (des)igualdad” ([in]equality reports) en lugar de “reportes de pobreza” (poverty reports). También habría que cambiar el énfasis en la elaboración de mapas de pobreza y producir mapas de riqueza (sectores que creemos son mucho más fáciles de ubicar espacialmente). Esto permitiría, en el peor de los casos, plantear políticas universales con focalización inversa ; es decir, no hacia los más pobres sino hacia los más ricos (lo que incluso tiene la ventaja practica y ética de obviar los riesgos de filtración o inclusión)” (Ramírez : 2008, 33).
En síntesis, la propuesta es la construcción de una disciplina que deje a un lado la “pobretologia” y genere un nuevo pensamiento que busque la realización humana y rompa con aquellas distancias que imposibilitan tal consecución. Este artículo propone un primer paso en este cambio de perspectiva, examinando como estimar la línea de riqueza del Ecuador a partir de su línea de pobreza monetaria. Si bien la base de información para este artículo es lo monetario, es necesario establecer líneas de investigación que permitan estudiar a partir de otras variables focales aquellas barreras que hay que romper, que producen distancias indignas o cercanías falsas o aquellas prácticas que hay que estimular para producir posibilidad de reciprocidad o mutuo reconocimiento social. (…)
Estimación de la línea de la pobreza
La línea de riqueza se define como la línea que delimita la riqueza necesaria para eliminar la pobreza por medio de reducciones en la desigualdad de la renta. Aquí se asume que el bienestar resultante de aumentar una unidad adicional de un recurso cualquiera disminuye a medida que se incrementa la cantidad de ese recurso ; es decir, la riqueza tiene utilidad marginal decreciente. Por tanto, las transferencias para la eliminación de la pobreza deben ir de los más ricos hacia los más pobres. Para estimar la línea de riqueza primero se debe calcular la brecha de la pobreza en relación a una línea de pobreza dada, y definir el punto en el cual la renta de los más ricos debe ser reducida para que se puedan realizar transferencias suficientes para cubrir esa brecha y eliminar la pobreza. En otras palabras, se trata de crear una línea de riqueza de tal manera que la brecha de riqueza sea numéricamente igual a la brecha de pobreza. Este es el primer tipo de compensación. (…)
Desigualdad
También se puede analizar el impacto en la desigualdad del ingreso a partir del coeficiente de Gini. Una característica interesante del primer tipo de compensación es que la reducción del coeficiente de Gini es máxima. En el ejercicio numérico, el valor inicial del coeficiente de Gini es 0,479 y se reduce drásticamente a 0,161. En cambio, las transferencias en el segundo tipo de compensación no tienen altos impactos en la reducción de la desigualdad, pues no corresponden a las reducciones óptimas matemáticamente. Para el ejemplo hipotético, el coeficiente de Gini se reduce a 0,320 ; una reducción de solo 0,159 puntos en el caso de transferir un máximo del 35% de la renta de los ricos ; y al transferir el 8,4%, se reduce a 0,405. Debe quedar claro que el análisis de la línea de riqueza depende de la línea de pobreza seleccionada. Los casos mencionados son ejercicios ilustrativos de carácter didáctico. A continuación realizaremos los cálculos en función de las líneas de pobreza usadas oficialmente para el caso del Ecuador, lo cual nos permitirá dejar translucir lo que denominaremos “la intensidad de la distancia social indigna”.
El caso ecuatoriano
La aplicación se hará con los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) de 2006, y de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) de diciembre de 2006, 2007 y 2008 ; de esta manera se obtienen cuatro juegos de resultados. La ECV y la ENEMDU tienen su propia metodología : la primera estima la pobreza en base al consumo y la segunda según el ingreso, por lo que los datos van a presentar ligeras diferencias. (…)
Suponemos que la población rica (el 4,1% de la población total) va a transferir sus ingresos hasta un máximo del 35%. Con esta redistribución, que en promedio es del 22,3%, solo se puede atender al 33,1% de los más pobres, quienes están bajo la línea de pobreza compensada, que es igual a 51,1 dólares EEUU mensuales por persona. Es decir, aquellos hogares cuyos ingresos sean menores a 51,1 dólares EEUU recibirían la compensación necesaria para alcanzar este valor. Sin embargo, para superar su condición de pobreza necesitarían 5,5 dólares EEUU adicionales ; mientras que los pobres que no han recibido compensación por tener un consumo superior a 51,1 dólares EEUU (el 5,2% restante) necesitarían de 2,8 dólares EEUU. Lo recaudado con esta redistribución o brecha de riqueza es el 73,8% de la brecha de pobreza y la tasa de dependencia o coeficiente es 8,0 ; lo que significa que por cada rico existen 8 pobres que reciben una compensación.
En cuanto a la tasa máxima de transferencia de recursos para eliminar la indigencia, los resultados son que la población rica debería transferir a lo sumo el 5,6% de sus ingresos a los más pobres. Con esta redistribución la línea de pobreza compensada es la misma línea de indigencia (31,9 dólares EEUU) ; bajo esta línea esta el 12,9% de la población, quienes ahora son pobres pero ya no indigentes, y para salir de la pobreza requieren recibir 24,7 dólares EEUU adicionales. La tasa de dependencia de compensación es de 3,1 pobres por cada rico. Lógicamente, la brecha de riqueza alcanza a cubrir la brecha de indigencia, dado que se está suprimiendo la indigencia.
Resultados para la pobreza por ingreso
Con una transferencia máxima del 35% por parte de la población rica (1,6%) se podría aliviar la pobreza del 29,5% de la población, que tiene un ingreso por debajo de la línea de pobreza compensada (47,3 dólares EEUU). Sin embargo, para salir definitivamente de la pobreza necesitan 10,0 dólares EEUU adicionales, y aquellos que no recibieron ningún tipo de compensación necesitan de 5,2 dólares EEUU. La brecha de la riqueza alcanza el 61,9% de la brecha de pobreza. En cambio, la redistribución requerida para eliminar la indigencia es del 10,6%, porcentaje destinado a las personas con ingresos menores a 31,9 dólares EEUU : es decir, el 16,9% de la población, los mismos que gracias a la compensación dejan de ser indigentes, pero requieren además de 25,0 dólares EEUU para superar su condición de pobreza. En cambio, los que no recibieron ninguna compensación –los que no eran indigentes– necesitan de 12,8 dólares EEUU para dejar de ser pobres. Los valores de la línea y de la incidencia de la riqueza no varían en el segundo tipo de compensación debido a que en base a estos valores se hace la nueva redistribución.
Para analizar la desigualdad se ha considerado el coeficiente de Gini. Este coeficiente se ubica en 0,4556 según el consumo (ECV 2006) y en 0,5395 según el ingreso (ENEMDU 2006). Se puede notar que con los datos derivados del ingreso la desigualdad es mayor, ya que los ricos no consumen todos sus ingresos, a diferencia de los pobres. Al aplicar la compensación del primer tipo, según el consumo, el coeficiente de desigualdad de Gini disminuye de 0,4556 a 0,334 ; una disminución apreciable de 0,122, ya que es el caso en que se elimina la pobreza. Con solo la supresión de la indigencia, la reducción en la desigualdad es menor, el índice de Gini final es igual a 0,4348 ; es decir hay un descenso de apenas 0,0208 puntos. Lo mismo sucede según el ingreso, donde el coeficiente de Gini pasa de 0,5395 a 0,4221, que es una diferencia considerable ; y para la indigencia, disminuye a 0, 5111.
En el segundo tipo de compensación la disminución de la desigualdad es menor ; según el consumo el coeficiente de Gini se reduce a 0,3638 si los ricos redistribuyen máximo el 35% de sus ingresos, una diferencia de 0,0918 puntos ; en cambio, si redistribuyen el 5,6% para suprimir la indigencia, el coeficiente de Gini es 0,4351. Según el ingreso, el coeficiente de Gini baja a 0,4795 al redistribuir el 35%, y a 0,5111 al transferir el 10,6%.
Conclusiones
Según los datos de la ENEMDU, la brecha de pobreza se mantiene casi constante en 2007 con respecto a 2006, mientras que el porcentaje de pobres disminuye en un punto, lo que podría significar que los pobres durante ese periodo se pauperizaron aún más. Además, la incidencia de la riqueza disminuyó ; esto hace pensar que los “ricos” se volvieron más ricos, ya que se necesitan los ingresos de un menor número de ellos (1,1%) para cubrir la brecha de la pobreza. De esto se podría explicar un coeficiente de Gini más alto para el año 2007. Para el año 2008, la incidencia de la riqueza se duplica, pasa a 2,1%, lo que quiere decir que en este año los “ricos” son menos “ricos” puesto que se necesita un mayor número de ellos para cubrir la brecha de pobreza. Esta brecha disminuyó en una pequeña porción, pero la incidencia de la pobreza también se reduce ; en el efecto neto se tiene un coeficiente de Gini más bajo que en los años anteriores, es decir, existe menos desigualdad en 2008.
La pobretología no ha sacado a los pobres de la pobreza porque no ha estudiado sistemáticamente la opulencia ni aquellas distancias que imposibilitan el mutuo reconocimiento interpersonal y que llegan a ser ofensivas socialmente. Este artículo, simplemente es un ejercicio metodológico, empírico, pero sobre todo político sobre cambiar la mirada de análisis : dejar a un lado la pobretología y estudiar la opulencia o la riqueza. ¿Cómo se construye el estatus ? ¿La distinción social que prácticas sociales y culturales lo viabilizan o catapultan ? ¿Cómo juzga el sistema de justicia casos de grupos económicos poderosos ? ¿Quién y cómo se da la evasión y elusión tributaria ? ¿Existen pautas de comportamiento que viabilizan la reproducción de las clases sociales altas ? ¿Por qué tiene más valor económico la rentabilidad del capital que la rentabilidad del trabajo ? ¿Los ricos se reproducen en escuelas o universidades de ricos ? ¿Las clases económicas altas, qué consumen, por qué y con quién ? ¿Entre las clases altas, produce envidia la riqueza ? ¿Cómo se distribuye y a quién beneficia el gasto tributario, el crédito público de la banca de desarrollo o los subsidios comerciales o productivos ? ¿Cuál es el impacto ambiental del consumo de las clases económicas altas ? ¿Por qué el saber científico ha estudiado a los pobres y no ha puesto su atención en los ricos ? Son preguntas que quizá sus respuestas viabilizaran mejores estrategias que canalicen medidas estructurales para que no sólo los pobres salgan de su pobreza, sino tener una sociedad en la cual las distancias indignas puedan conmover y producir acción para el cambio. En este marco : ¡“good bye pobretología, bienvenida ricatología” !