Atrapado entre dos abscesos de miseria, se encuentra el cementerio general de la capital de Guatemala. En medio de un mosaico de lápidas color pastel –azul, amarillo, verde–, imponentes sepulturas protegen los restos de numerosos oligarcas y dictadores. El lugar ofrece también su última morada a un hombre asociado a la esperanza de una ruptura en la historia sangrienta de este pequeño país de América Central : Jacobo Árbenz Guzmán, segundo presidente de una “primavera guatemalteca” que, durante diez años, se esforzó por dar la vuelta a la página de la pobreza y el feudalismo. Un descanso eterno, sin embargo, bien custodiado : a unos veinte metros, una placa conmemorativa saluda al “mártir anticomunista” Carlos Castillo Armas, quien, el 27 de junio de 1954, encabezó el golpe de Estado que derrocó a Árbenz, obligándolo a exiliarse.
Tuvieron que pasar veinticuatro años después de su muerte para que se repatriaran las cenizas del ex presidente, bajo la égida de la Universidad San Carlos (USAC), y se le rindiera un homenaje oficial. El mausoleo fue concebido por estudiantes : una pirámide de tres caras que simbolizan las principales obras de su presidencia (la Carretera al Atlántico, la Reforma Eléctrica y la Reforma Agraria). Ese 19 de octubre de 1995, tirado por caballos, el féretro recorrió la ciudad (1). Cientos de personas se acercaron a su paso. Luego, ignorando el protocolo, decenas de ciudadanos entraron en el Palacio Nacional. Algunos alzaron el ataúd para cargar sobre sus hombros al “soldado del pueblo” y conducirlo hasta el salón de recepción preparado para el velatorio.
Las organizaciones estudiantiles, impulsoras del acto, se sorprendieron de este aparente fervor que no habían previsto. La historiadora Betzabé Alonzo Santizo minimiza sin embargo su dimensión. Para ella, esto se explica sobre todo por la curiosidad de los transeúntes… Miembro activo de la Comisión Organizadora del Centenario del Nacimiento de Árbenz, creada en octubre de 2012, hace un balance amargo de las conmemoraciones en cuya organización participó. ¿Habría caído en el olvido y en la indiferencia para la mayoría de los ciudadanos la memoria del ex presidente ? Nuestros intentos por hacer un sondeo al azar en las calles de la capital o de la ciudad de Quetzaltenango, acerca del conocimiento de los guatemaltecos sobre Árbenz parecen confirmarlo. Sin explicarlo.
“Aquí el recuerdo de Árbenz molesta”, señala el periodista Manuel Vela Castañeda. A la derecha, por supuesto, pero también a la izquierda. “Ninguna guerrilla dio su nombre a uno de sus frentes de operaciones militares”. Esta constatación resuena junto con la del ex secretario general de la presidencia de Árbenz. Jaime Díaz Rozzotto estima que el presidente derrocado gozaba “del extraño privilegio de haber unido en su contra (…) a la derecha ultramontana (fascismo contemporáneo), la derecha liberal, la multinacional United Fruit Company, el Departamento de Estado estadounidense, el bipartidismo yanqui, el reformismo latinoamericano (radicales, pasando por la democracia cristiana o el equivalente de la socialdemocracia europea), e incluso el ‘foquismo guerrillero’ (los partidarios de los focos revolucionarios rurales)” (2).
Con sólo dos diputados en el Congreso, sobre un total de ciento cincuenta y ocho, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG-MAIZ) sigue siendo el principal partido de izquierda del país (3). En sus locales se observan un gran fresco revolucionario, imágenes del ex presidente venezolano Hugo Chávez, de Ernesto “Che” Guevara, de Raúl y Fidel Castro, así como un poema a la memoria del comandante Rolando Morán (4). Ni el más mínimo recuerdo de Árbenz… Según Héctor Muila, ex guerrillero y secretario general del partido de 2004 a 2013, su error fue dejarse influenciar por el Partido Comunista y negarse a armar al pueblo para “defender la Revolución” en 1954. Esta apreciación coincide con la de Ernesto “Che” Guevara, quien estuvo presente en Guatemala durante el golpe de Estado, y extrajo sus propias conclusiones estratégicas.
En medio de los paseantes del domingo, las familias de los difuntos y los vendedores callejeros de comida que pueblan los caminos del cementerio, Alonzo Santizo explica esta falta de interés por la historia de la izquierda guatemalteca : décadas de persecución a los “comunistas” habrían obligado al exilio a quienes conservaban esta memoria “sin poder transmitirla”. “Lo que explica, en parte, que la izquierda sea casi inexistente aquí –continúa–. Muchos abandonaron el país ; otros, igualmente numerosos, murieron durante el conflicto armado”, el más largo y mortífero de América Central (1960-1996).
El paraíso neoliberal
En el ámbito universitario, el rescate de la memoria sólo cobró verdadera dimensión a finales de los años 2000, según “dos interpretaciones claramente opuestas”, observa Castañeda. Una, más bien favorable al ex presidente, se desarrolla en el seno de la USAC, donde permanece confinada. La otra, claramente hostil, emana de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), centro del neoliberalismo guatemalteco de temible vigor (5). Su campus está poblado por los pensadores liberales. Allí se encuentran una plaza Adam Smith, una biblioteca Ludwig von Mises, una sala Carl Menger, auditorios Friedrich Hayek y Milton Friedman. Un relieve rinde homenaje a la novelista liberal Ayn Rand.
Respecto al golpe de Estado de 1954, destacan dos autores de la “Marroquín” : Carlos Sabino con su Historia silenciada, publicada en 2008, y Ramiro Ordóñez Jonama, cuyo Sueño de Primavera se publicó en 2012 (6). Sus trabajos señalan la violencia y la corrupción que habrían marcado la década revolucionaria, como si estas características estuvieran intrínsecamente ligadas al proyecto político de Árbenz. Esta visión de la historia omite la propaganda anticomunista de la Iglesia y la prensa, la oposición de la oligarquía, la de la Central Intelligence Agency (CIA) y las dictaduras de la región, las conspiraciones militares… Proclives a denunciar la historia “oficial” y “dominante” de la USAC, estos historiadores se abstienen de señalar la fuerza de choque de la UFM. Desde su fundación en 1971, su universidad nutrió al país de su elite neoliberal. Goza de importantes relevos en la prensa y el mundo político.
Rescatar a Árbenz
Un nuevo avance se produjo a partir de 2011, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) participó en la elaboración de un acuerdo entre el Estado guatemalteco y la familia del ex presidente. Esta exigía, además de la reparación por la expoliación de sus bienes tras el golpe de Estado, diversas acciones para rescatar la memoria de Árbenz, como el perdón oficial del Estado.
El presidente Álvaro Colom, sobrino de un mártir del conflicto armado, hizo rebautizar la Carretera al Atlántico con el nombre de su impulsor, así como una sala del Museo Nacional de Historia. Una serie de sellos postales lleva su efigie. Estas medidas continúan siendo escasas comparadas con la multitud de lugares públicos y bustos que rinden homenaje a Jorge Ubico (1931-1944) y Justo Rufino Barrios (1873-1885), dos caudillos racistas que sirvieron ampliamente a los intereses de la oligarquía.
Teóricamente, los jóvenes guatemaltecos descubren a Árbenz en tercero y, sobre todo, cuarto curso de la escuela primaria. El periodo se profundiza en el primer año de secundaria. La consulta de diversos manuales escolares (7) revela un tratamiento honesto y, generalmente, bastante completo de la década revolucionaria. Se exponen, por ejemplo, los antecedentes que condujeron al golpe de Estado, las acciones y los objetivos del periodo revolucionario (a escala nacional, centroamericana y mundial). Allí figura también el papel de Estados Unidos en numerosos derrocamientos de gobiernos y guerras civiles de la región. Pero hay un problema : estos libros nada tienen de oficiales, ya que no existe un manual común para los estudiantes de la República. En la mayoría de los casos, estos últimos simplemente carecen de ellos.
Por eso el acuerdo amistoso con la familia incluye la “revisión” del programa de estudios nacional (Currículo Nacional Base). Prevé también la distribución de un documento de orientación programática (orientación curricular) a los profesores de enseñanza secundaria pública con el fin de ayudarlos a mantener viva la memoria de Árbenz. Sin embargo, su impacto sigue siendo difícil medir : sólo cuatro de cada diez niños terminaron la escuela primaria en 2010, según Unicef (8). La cuestión del contenido de los manuales escolares resulta pues secundaria.
Según el intelectual septuagenario José Antonio Móbil, existen dos Guatemalas : la de la ciudad y la de las zonas rurales. Esta fractura sigue siendo particularmente marcada en el terreno político y de la memoria : “La población rural sabe más sobre Árbenz que la población urbana. Los habitantes de la ciudad lo olvidaron todo”, asegura Móbil. Semejante fenómeno se explica por la supervivencia de un relato transmitido oralmente, de generación en generación, en zonas que se beneficiaron de la reforma agraria. Parecería que este tipo de cosas no se olvidan…
Un hecho que pasó relativamente inadvertido en la actualidad sugiere que la memoria de Árbenz no ha muerto. Con motivo del desmantelamiento de un asentamiento ilegal de más de cien familias en la zona 5 de la capital, en agosto de 2012, se supo que este llevaba el nombre del ex presidente (9). Este nombre sigue simbolizando pues un ideal de justicia social. Tal como lo resume Herbert Loarca Moreira, profesor de Economía en Quetzaltenango, “es un referente histórico que recuerda que ‘aquello’ fue posible”.
NOTAS :
(1) Por motivos de la puesta en escena, las cenizas fueron colocadas en un ataúd durante la ceremonia de repatriación.
(2) El Presidente Árbenz Guzmán, la “gloriosa victoria” y la lección de Guatemala, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Universidad de San Carlos, Guatemala, abril de 1995.
(3) Véase Grégory Lassalle, “Guatemala, le pays où la droite est reine”, Le Monde diplomatique, París, octubre de 2011.
(4) Rolando Morán (1929-1998), íntimo amigo del Che, fue uno de los fundadores de la URNG y una de las personalidades más importantes de la guerrilla. Tras el Acuerdo de Paz de 1996, recibió, al igual que el presidente y oligarca Álvaro Arzú, el premio de la UNESCO por la paz.
(5) Véase Quentin Delpech, “Des usages improbables de l’économie”, Actes de la recherche en sciences sociales, n.°184, Seuil, París, septiembre de 2010.
(6) Carlos Sabino, Guatemala, la historia silenciada (1944-1989), vol. I : Revolución y liberación, Fondo de Cultura Económica, Guatemala, 2008 ; y Ramiro Ordóñez Jonama, Un sueño de primavera, Artgrafic, Guatemala, 2012.
(7) Las editoriales McGraw-Hill (Estados Unidos), Grupo Editorial Norma (Colombia), Santillana (filial en Guatemala), Edessa (Guatemala), Susaeta Ediciones (filial en Guatemala), Consucultura (Guatemala).
(8) Informe anual, 2010.
(9) “Habitantes del asentamiento ‘Jacobo Arbenz Guzmán’ se enfrentan a policías”, El Periódico, Guatemala, 16 de agosto de 2012.