La sélection du Monde diplomatique en español

La gran crisis mundial del agua

¿Hacia un Apocalipsis hídrico ?

vendredi 8 mai 2009   |   Riccardo Petrella
Lecture .

En su reciente cómic, Animal’z, el dibujante Enki Bilal presenta un mundo devastado donde, entre otras cosas, el agua potable casi ha desaparecido y sólo quedan algunos individuos que buscan desesperadamente pasar a otra… vida. La historia termina, a pesar de todo, con un rayo de esperanza. También podría revelarse como visionaria la novela ecológica de suspense Water, Inc. de Varda Burstyn [1], ex vicepresidenta de Greenpeace en Canadá. Aquí, la sequía que atenaza a Estados Unidos es el origen de un inmenso proyecto financiero y comercial de planificación y trasvase del agua que todo lo corrompe en su camino (Gobiernos, parlamentos, empresas…). Sin embargo, los movimientos ciudadanos hacen que fracase un poder despiadado, cuya avidez iba a llevar a la catástrofe.

Considerada como el “oro azul” del planeta, el agua ha entrado con fuerza en el imaginario del futuro del mundo. Es objeto de grandes codicias y de ansias de poder y dominación. Los grupos industriales y comerciales multinacionales ya se ven como los grandes amos de la vida del futuro. “En nombre del bienestar de la humanidad”, se aprovechan de que durante estos últimos treinta años la mayoría de nuestras sociedades han transferido al sector privado la gestión de los recursos hídricos. Los financieros también han comenzado a entrar en la carrera. Desde que, en 2000, el banco Pictet creara el primer fondo de inversión internacional especializado en el sector del agua, innumerables fondos recogen capital para invertirlo en multinacionales privadas del agua (incluida el agua mineral embotellada), principalmente francesas, inglesas, estadounidenses y alemanas.

Esta avalancha sobre el agua no coincide con “descubrimientos” de nuevas riquezas de agua dulce, sino todo lo contrario. Hay una penuria cada vez mayor de la cantidad suficiente de agua y de la calidad adecuada de ésta para el uso humano. Esta crisis mundial es el resultado de los modos de vida de las sociedades occidentales en particular, de su crecimiento económico sin límites y de su saqueo intensivo de los recursos de la tierra.

Los datos estructurales de la crisis mundial del agua son muy conocidos, gracias a los notables trabajos de análisis realizados desde hace veinte años por varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (FAO, UNESCO, OMS, PNUD…). La crisis se manifiesta bajo tres formas principales.

En primer lugar, se deniega el acceso al agua potable a más de mil quinientos millones de personas. Esta cifra pasa a dos mil seiscientos millones si incluimos los seres humanos sin acceso a servicios sanitarios (¡sin letrinas públicas !). Tal negación del derecho a la vida es un verdadero escándalo, una injuria a nuestra pretensión de vivir en sociedades civilizadas. Y esto, más aún cuando la negación del derecho a la vida no se debe a la ausencia física del agua en las regiones donde habitan quienes no tienen acceso a ella, sino que sobre todo se debe a su pobreza. Por ser pobres no tienen derecho a la vida.

Sin embargo, todo parece indicar que los poderosos del mundo, tanto en el Norte como en el Sur, no tiene intención alguna, más allá de compromisos retóricos, de tomar medidas radicales necesarias e indispensables para erradicar la pobreza. Los resultados del G-20 de Londres, el pasado mes de abril, no hacen sino confirmarlo. Desde la explosión de la actual crisis económica, los dominantes han movilizado más de doce billones de dólares para sacar a flote los bancos, principales responsables del desastre financiero, mientras que a lo largo de los últimos treinta años no han querido conceder unos míseros treinta millones de dólares que habrían bastado para dotar de letrinas a todas las zonas pobres del mundo. Han aceptado la supuesta inevitabilidad de la pobreza ; y ni siquiera se podrán alcanzar los objetivos para 2015 de reducir a la mitad el número de personas extremadamente pobres (viven con menos de un euro diario). En un mundo con más de tres mil millones de pobres (disponen de menos de dos euros diarios), el número de seres humanos sin agua potable y sin letrinas públicas está destinado a aumentar.

Las previsiones del GIEC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima) relativas a los efectos de calentamiento de la atmósfera sobre los recursos hídricos son poco alentadoras. Los efectos negativos se dejarán sentir principalmente en las regiones que ya son vulnerables desde del punto de vista del ecosistema y en las poblaciones débiles. En 2050, el 60% de la población mundial corre peligro de vivir en regiones con fuertes penurias de agua. Los jinetes del Apocalipsis entrarán en acción.

En segundo lugar, la crisis mundial del agua se manifiesta a través de la gran devastación cuantitativa y cualitativa de los yacimientos hídricos del planeta : más de cincuenta mil lagos han desparecido y la vida de los que quedan peligra a causa de la contaminación de sus aguas ; miles de ríos se han secado y cada vez son más numerosos los grandes ríos míticos que ya no llevan agua al mar durante largos periodos del año. La casi totalidad de los ríos de la India están contaminados. Lo mismo ocurre en Rusia, en China, en Estados Unidos y en Francia donde un 82% de las aguas superficiales sufren un deterioro cualitativo del agua. Una agricultura intensiva basada en una irrigación depredadora ha sobreexplotado sistemáticamente los acuíferos, y actualmente su nivel medio ha descendido de 3,5 metros en China y 1,5 en Estados Unidos. La degradación de los suelos y la destrucción de los bosques primarios afectan a todos los continentes. También sucede lo mismo con la degradación del agua “verde” (sobre la que se basa la vida de las plantas y de los árboles). Incluso Estados Unidos tiene sed. El principal problema de los ayuntamientos de las cuarenta principales ciudades estadounidenses ya es garantizar el suministro de agua.

Lejos de extraer de este saqueo del patrimonio hídrico de la Tierra las consecuencias sobre nuestra manera de producir y de consumir “la riqueza”, nuestras clases dirigentes siguen convencidas de que la solución a la crisis del agua pasa por un consumo más duradero. Pero sobre todo por mantener la capacidad de producción y de oferta de agua dulce para sostener un desarrollo económico capaz de satisfacer las necesidades de una población mundial en aumento. De ahí la huida tecnológica hacia adelante : aumento de las desalinizaciones de agua del mar, una nueva ola de construcción de grandes presas, transvases de agua a gran escala, lluvias y nieves artificiales, etc. El agua producida de esta forma será cada vez más cara. La ilusión tecnológica no está dispuesta a ceder… Y disminuirá aún menos la desigualdad en el derecho a la vida entre los que tienen y pueden apropiarse de los recursos financieros necesarios para cubrir los costes cada vez mayores del acceso a la vida y los que serán excluidos de éste. El segundo grupo de jinetes del Apocalipsis entrará entonces en acción.

En tercer y último lugar, considerando más que probables las evoluciones hasta aquí descritas, la mayoría de los grupos sociales en el poder estima que el agua está “destinada” a convertirse en la principal causa de conflictos, de luchas e incluso de guerras entre colectividades territoriales, pueblos y países en torno a la propiedad, el suministro y los usos antagónicos y alternativos del agua.

Sin embargo, las guerras del agua no son inexorables. De las 263 cuencas hidrográficas del mundo, únicamente dos son nacionales, mientras que el resto son binacionales y plurinacionales. Las guerras sólo se producirán si los Gobiernos de nuestros países continúan aplicando los principios que son las principales causas de los conflictos interestatales, a saber : el principio de soberanía nacional patrimonial sobre los recursos del agua del país, y el principio anexo de “seguridad nacional hídrica” como base para garantizar la seguridad alimentaria y la seguridad económica del país, y asimismo el principio de supervivencia gracias a la competitividad económica nacional sobre los mercados mundiales.

Ya va siendo hora de que las clases dirigentes del mundo hagan las transformaciones necesarias en cuanto a la concepción de lo que es la soberanía de un país, la seguridad, la independencia y la autonomía de los pueblos, la propiedad de los bienes básicos e insustituibles de la vida y la convivencia. El agua debería reconocerse, lo antes posible, como el primer bien común patrimonial mundial de la humanidad. Dentro de esta perspectiva, es hora de que la soberanía y la seguridad se definan y se practiquen como comunes, compartidas y responsables. Los debates acerca de las soluciones que se han de dar a la crisis económica, al cambio climático, a la crisis del agua, etc., muestran que los dirigentes están todavía muy lejos de pensar en tales cambios de visión. Si a lo largo de los próximos veinte años la soberanía, la seguridad y las rivalidades nacionales siguen siendo las opciones prioritarias, los últimos jinetes del Apocalipsis cabalgarán por todo el planeta mucho antes de lo que imaginamos. 

© LMD EN ESPAÑOL

 




[1Verso Books, Londres, 2005.



A lire également