La sélection du Monde diplomatique en español

Jean-Claude Juncker, emblema de la Unión Europea

Miércoles 10 de diciembre de 2014   |   Bernard Cassen
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l conocimiento que tienen los electores del papel y el funcionamiento de la Comisión Europea es inversamente proporcional a la amplitud de poderes de esta institución central de la Unión Europea (UE) (1). Las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2014 fueron presentadas como un gran momento de participación democrática, incluso de instrucción cívica, en la medida en que debían permitir no sólo designar a los eurodiputados, sino también dar a conocer al público los candidatos a la presidencia de la Comisión, cargo que debería ser adjudicado al candidato del partido europeo que obtuviera el mayor número de escaños en el Parlamento. Así fue como Jean-Claude Juncker, candidato del Partido Popular Europeo (PPE) que reúne a la mayoría de las derechas, fue finalmente elegido al frente del Ejecutivo bruselense con el apoyo de los grupos parlamentarios liberal y socialdemócrata (2).

Aunque el guión elaborado por las directivas de los tres partidos de esta “Gran Coalición” europea fue respetado al pie de la letra, no se logró disimular un doble fiasco: por un lado, la tasa de participación, en las elecciones de mayo de 2014 fue aún más baja (42,54%) que en el anterior escrutinio europeo en 2009 (43%); por otro lado, un estudio reciente mostró que sólo un 5% de los electores se había pronunciado sobre el nombre del candidato a la presidencia de la Comisión (3).

Estas cifras no ponen en tela de juicio la legalidad de la elección de Jean-Claude Juncker, pero merman su legitimidad democrática. En cuanto a su legitimidad moral, esta acabó por desmoronarse el pasado 6 de noviembre tras la revelación efectuada por un consorcio de periodistas: unas trescientas cuarenta multinacionales celebraron acuerdos secretos –los tax rulings– con el Gran Ducado para domiciliar sus beneficios en dicho país y pagar allí un único impuesto de sociedades por un importe irrisorio: entre un 1 y un 2%, frente a un 35% en Estados Unidos; un 33,99% en Bélgica; un 33,33 % en Francia; un 30,2 % en Alemania y en España... Decenas de miles de millones de euros que deberían haber ingresado en las arcas de los Estados, especialmente de los miembros de la UE, fueron a parar a los bolsillos de los directivos y accionistas de grandes grupos mundiales como Fiat, Pepsi o Amazon.

Ministro de Finanzas de Luxemburgo a partir de 1989, primer ministro de 1995 a 2013, presidente del Eurogrupo de 2005 a 2013, el nuevo presidente de la Comisión fue, durante todos estos años, sino el inventor, al menos el operador de este gigantesco robo. Lo que no le impedía, en sus diferentes funciones, exigir “curas de austeridad” para los países de la zona euro... Para su defensa, el señor Juncker afirma que los tax rulings eran legales en su país. Justamente ahí está el problema, y no se trata sólo de un problema para él y para Luxemburgo, sino de un serio problema para el conjunto de la Unión Europea que, en el estricto respeto de los tratados que la rigen, protege igualmente en su seno a paraísos fiscales tan notorios, en diversos grados, como Austria, Irlanda, Países Bajos, islas Anglonormandas, Malta, Chipre, etc.

Lejos de ser el ‘chico malo’ de la UE, Juncker es, muy al contrario, una de sus figuras emblemáticas, y se entiende por qué ningún Gobierno le ha pedido que renuncie...  

 

NOTAS:

(1) Leer “La Comisión Europea, piloto automático de las políticas liberales”, Le Monde diplomatique en español, septiembre de 2014.

(2) Sin embargo, 32 de ellos (todos ellos eurodiputados españoles) de un total de 191 votaron el 22 de octubre contra la proclamación de la nueva Comisión.

(3) http://www.europarl.europa.eu/pdf/eurobarometre/2014/post/post_2014_survey_ analitical_overview_fr.pdf





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