Raúl Reyes : Implicancias de la muerte del segundo de las FARC.
Colombia, Ecuador y Venezuela : ¿habrá guerra ? Las únicas tres repúblicas del mundo que comparten una misma bandera están ahora envueltas en su peor crisis diplomática en décadas.
Terrorismo y guerrilla : Como la percepción de la violencia interna cambia y se ve afectada por la cuestión Raúl Reyes
Raúl Reyes
Implicancias de la muerte del segundo de las FARC
Las FARC acaban de recibir uno de los peores golpes de su historia. Su portavoz internacional y número dos murió en un enfrentamiento con tropas colombianas en la frontera con Ecuador. ‘Raúl Reyes’, yerno de ‘Tirofijo’, era un posible sucesor de este septuagenario líder de la guerrilla más antigua y enraizada en el hemisferio occidental.
Mientras Bogotá lo anunció como una gran victoria, Caracas y Quito han mostrado rechazo movilizando a sus tropas ante la frontera con Colombia. Chávez quiere legalizar a las FARC para que ésta forme parte de una alternativa electoral o de recambio. Rafael Correa ansía una salida negociada, ha denunciado que Colombia violó su territorio e hizo una masacre contra gente que estaba dormida y ha expulsado al embajador colombiano de Quito.
Dentro de las FARC ello generará un importante dilema. En las últimas semanas ésta había ido liberando a importantes personalidades. Hoy, estas comprueban que, a cambio de ello, no ha conseguido ninguna concesión de peso y que, más bien, se ha eliminado a su “canciller”.
Uribe, quién se siente envalentonado con su alta aprobación en las encuestas y con la marcha internacional anti-FARC del 4 de febrero (la cual movilizó un millón de personas), querrá mostrar esa muerte como una consolidación de su estrategia y buscará desmoralizar a las FARC obligándoles a bajar la cabeza. Empero, su acción, también, podría radicalizar a las guerrillas y a la izquierda rompiéndose las negociaciones y haciendo peligrar el futuro de Ingrid Betancourt y de otros 700 prisioneros de las FARC.
Colombia, Ecuador y Venezuela : ¿habrá guerra ?
Las únicas tres repúblicas del mundo que comparten una misma bandera están ahora envueltas en su peor crisis diplomática en décadas.
A raíz de que el ejército colombiano incursionó en la madrugada del sábado primero de marzo en territorio ecuatoriano para matar a Raúl Reyes y a otros 18 combatientes de las FARC, el presidente ecuatoriano Rafael Correa denunció la violación de su soberanía nacional. El también sostuvo que el presidente colombiano Álvaro Uribe le mintió cuando le informó que sus tropas hicieron tal acción persiguiendo a estos ‘terroristas’. Según Correa lo acontecido fue una ‘masacre’ hecha contra gente que estaba dormida y utilizando el apoyo de una gran potencia (con lo que sugiere que EEUU estuvo detrás de ello).
Bogotá ha dado varias versiones. La inicial es que sus tropas persiguieron a “terroristas” a quienes dieron alcance en la frontera sur, aunque luego el médico forense ha declarado que el cadáver de Reyes mostraba el haber estado durmiendo y Oscar Naranjo, jefe policial colombiano, ha declarado que la base de las FARC no era móvil sino fija (y que en ella se demuestra que ha habido lazos con el gobierno de Quito).
Tras ello Quito ha expulsado a la embajada colombiana y ésta, al igual que Caracas han retirado a sus embajadas de Bogotá, al mismo tiempo que han movilizado miles de soldados a su frontera con Colombia. El presidente venezolano Hugo Chávez ha sido muy enfático en decir que si Colombia hubiese hecho algo similar en su propio suelo ello hubiese significado un causal para entrar a una guerra. Al plantear ello y al enviar diez batallones a su borde occidental, Chávez quiere mostrarse como un firme defensor de la soberanía de su nación y contra la injerencia de EEUU (a quien acusa de ser el poder tras Uribe). Ese incidente le sirve para reforzar su tesis de ir hacia una fuerza militar conjunta del ALBA. Para Teodoro Petkoff, uno de los líderes de la oposición, ello es una maniobra que busca utilizar su mandatario para unir a la nación contra él y evitar que siga perdiendo bases de apoyo.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, calificó el “asesinato” de su “compañero” Reyes como una “provocación total” para matar no sólo a él sino al proceso de paz, pues Reyes era, antes que un líder militar, el hombre que estaba en contacto con varios gobiernos del mundo para encaminar un proceso de paz y diálogo. Para Managua mientras las FARC estaban liberando, Uribe está asesinando. La dureza de Ortega muestra no solo su posición como ex comandante guerrillero sino también el choque que tiene su país y Colombia a raíz de que ambos reclaman ser las dueños de las islas de San Andrés y Providencia.
Las posibilidades que se produzca una escalada militar y que se vaya a la primera guerra que involucre a más de dos naciones sudamericanas en más de un siglo no son muchas, pero ello ha de generar nuevas crisis y una carrera armamentista. De hecho ello sigue haciendo agonizar a la Comunidad Andina de Naciones, cada vez más resquebrajada entre sus dos socios grandes (Colombia y Perú han hecho TLC con EEUU) y sus dos socios menos poblados (Ecuador y Bolivia son parte del ALBA). También afecta al importante comercio bi-nacional entre Venezuela y Colombia (para esta república éste representa el segundo mercado tras EEUU, el mismo que le genera $US 6,000 millones).
Brasil y Panamá, otros dos vecinos de Colombia, tienen gobiernos de corte socialdemócrata que también quisieran una salida negociada a su conflicto interno. El Perú, quien tiene un gobierno más afín al de Colombia y una experiencia más similar en guerra interna, ha mostrado su cautela. Esto, al mismo tiempo que Lima antes ha denunciado que las FARC tratan de entrar en su s territorio y que acaba de capturar a varios activistas “bolivarianos” que se reunieron en un congreso internacional de Quito a quienes les acusa de ser “terroristas” que buscan sabotear la cumbre que se realizará en Lima entre Europa y América Latina y el Caribe.
A pesar que Uribe se ha ganado rechazos a nivel internacional, él querrá subir sus bonos a nivel interno. El en su nación tiene altos índices de popularidad y viene de auspiciar una masiva marcha internacional anti-FARC. Tras este incidente él busca demostrar que la dirección de las FARC no es inmune y que se le puede derrotar.
El avivamiento de tensiones internacionales servirá, paradójicamente, para que tanto el derechista Uribe, como sus rivales izquierdistas Correa y Chávez quieran potenciarse como líderes de sus respectivas naciones. Uribe, a pesar de preferir una salida militar al conflicto interno, sabe que tiene que ir negociando con la guerrilla, y Chávez, pese a querer que las FARC se legalicen y se transformen en alternativa legal de poder, sabe que durante un buen tiempo su vecino tendrá que atacar militarmente a sus amigos ‘bolivarianos’ de las FARC.
Terrorismo y guerrilla
Como la percepción de la violencia interna cambia y se ve afectada por la cuestión Raúl Reyes
En las últimas décadas Sudamérica ha experimentado dos guerras internas : la de Colombia y la de Perú. En ambas guerrillas “marxistas-leninistas” se enfrentaron a democracia multi-partidarias. Sin embargo, el resultado ha sido distinto. Exploraremos la razón de ello.
Desde que en los sesentas y setentas irrumpieron diversos focos guerrilleros en la mayor parte de América Latina la respuesta de los Estados fue muy dura. En algunas democracias multi-partidarias (como Venezuela o Perú en los sesentas) la subversión no llegó a tener muchas raíces y no duró mucho antes que fuese sofocada. Sin embargo, en aquellas naciones donde ésta caló (como Argentina y Uruguay) los militares tomaron el poder para imponer dictaduras que aplastasen sangrientamente a las insurgencias castristas.
La política de mano dura militar, sin embargo, fue minando la estabilidad de muchas inversiones y terminó produciendo un búmeran cuando en 1979 la guerrilla sandinista toma el poder en Nicaragua y se alientan varias guerras civiles en América Central.
Cuando las repúblicas americanas presionan a los sandinistas a que no sigan un camino tipo Cuba post-1959 sino uno como el de Bolivia post-52 y que acepten mantener la democracia representativa y el mercado, ello conduce a un cambio en la situación regional. El sandinismo al ‘moderarse’ y convertirse en una suerte de partido social-democratizado sienta los precedentes para que las guerrillas de El Salvador, Guatemala, algunas de Colombia y después la zapatista de México vayan trocando las armas por las urnas.
El nuevo modelo a seguir era el de Sudáfrica o Irlanda del Norte donde a los antiguos subversivos se les permitía candidatear en las elecciones y hasta poder ganarlas a cambio que rompiesen con sus anteriores prédicas socializantes y aceptasen que solo las FFAA oficiales pudiesen detentar el monopolio de los fusiles.
El modelo peruano
En el caso peruano la guerrilla, sin embargo, tenía un origen ideológico distinto. Si bien el MRTA se alineaba con el resto del movimiento castrista, Sendero Luminoso provenía del maoísmo. Además, en vez de haber evolucionado según los dictámenes de Beijing, había adoptado su propio “Pensamiento Gonzalo” según el cual todos los Estados socialistas y el conjunto de la izquierda eran parte de una contra-revolución, de una forma de fascismo o una variante “social-imperialista”.
El senderismo propició una nueva forma de maoísmo en la cual el partido se militarizaba plenamente y se negaba a hacer cualquier clase de alianzas con otras fuerzas políticas. Esta intransigencia y radicalismo le permitió calar en capas sociales muy pobres y desarraigadas, pero, al mismo tiempo, le generó nuevos enemigos dentro de los sindicatos y de las organizaciones populares (a las que éste incluso atacaba).
El senderismo cometió el equívoco de auto-aislarse y sobredimensionar sus propias fuerzas. Por eso su líder Guzmán cometió el error de refugiarse en Lima desde donde planeaba el asalto final del poder mientras que su sectarismo le quitó bases y ayudó a la policía a encontrarlo.
El senderismo no quiso abrir las puertas a ninguna negociación y su mesianismo ayudó a que éste sea el único movimiento subversivo que fuese derrotado casi totalmente contando con un fuerte apoyo popular y multi-partidario para lograr ello. Solamente después de su captura “Gonzalo” cambia radicalmente de posición y pide un “acuerdo de paz” al cual el Estado no escucha pues su movimiento ya perdió filo.
Colombia se encuentra a medio camino tanto de la experiencia peruana como de la centroamericana. Por una parte tiene una guerrilla activa (como la que tuvo su vecino del sur hasta inicios de los noventas) y por otro lado tiene una guerrilla que quisiera seguir la senda centroamericana (a la cual algunos de llos han entrado), pero que no se puede consumar.
Uribe quisiera seguir el camino peruano. El mismo emula a Fujimori en varios aspectos. Modifica las reglas para resultar ser re-electo, promueve distintas siglas tras su figura por encima de los partidos tradicionales (a los que llama a alterar) y gana mucha popularidad interna promocionándose como el hombre que incentivará el mercado libre proporcionando seguridad y orden.
Sin embargo, el contexto internacional ha cambiado. En 1992, cuando Fujimori capturó a “Gonzalo” todas las repúblicas americanas le felicitaron (incluso Cuba vio con simpatía ese hecho) debido a que el senderismo se había ganado de enemigos l resto de partidos y gobiernos izquierdistas del mundo y a que en esos años los EEUU estaban en su cúspide (había vencido la guerra fría y todos los países americanos seguían su modelo liberalizante).
El uribismo
Uribe, si bien ganó la presidencia colombiana en el 2002 cabalgando sobre la ola de guerra anti-terrorista global que Bush incentivaba con gran apoyo tras el 11 de Septiembre del 2001, hoy sabe que el mundo ha cambiado tras que EEUU se viene atascando en Afganistán e Iraq, que él teme invadir Irán y que Bush ha dejado de ser uno de los presidentes más populares que hubo en este milenio a ser uno de los más impopulares.
Mientras Fujimori estaba rodeado de regímenes que propiciaban las privatizaciones y el ‘libre mercado’ hoy los cuatro países que tienen bordes con Colombia tienen gobiernos que se reclaman socialistas o socialdemócratas.
Las FARC no son percibidas dentro de Ecuador, Colombia, Nicaragua, Brasil y otros países como “terroristas sanguinarios” sino como fuerzas beligerantes con las que hay que negociar.
En el actual contexto internacional si un movimiento subversivo adquiere el mote de “terrorista” ello implica que se le debe arrasar, pero si llega a ser calificado como “guerrilla” o “fuerza beligerante” se acepta poder negociar con él.
Mientras el senderismo, como hoy Al Qaeda, son tildados de “terroristas”, las FARC están en una categoría intermedia pues algunos Estados le acusan de ser lo primero y otros de ser “beligerantes”.
Una estrategia de guerra total contra las FARC (tipo la que Fujimori lanzó en Perú) solo podría tener efecto si EEUU alienta ello y el contexto internacional le ayuda. Empero, Bush está debilitado interna e internacionalmente y las posibilidades que John McCain gane y fomente ello no es hoy lo más probable. Además, las FARC cuentan con cierto entendimiento con tres países cercanos que tienen presidentes que se proclaman como socialistas (Nicaragua, Venezuela y Ecuador).
Aunque Uribe quisiera vengar la muerte de su padre y arrasar con las FARC no puede. La guerrilla colombiana tiene más años y raíces sociales y regionales y más apoyo internacional y regional que la peruana.
La muerte de Raúl Reyes no llevará al descabezamiento de las FARC, algo que si produjo la captura de Gonzalo en Perú 1992. Esto, porque las FARC no tiene la misma concepción de partido en torno a un jefe infalible y semi-divinizado, porque no ha caído el jefe del movimiento (sino un segundo que será substituido) y porque, en vez de haber logrado ir ablandando al capturado hasta obligarle a transar (como pasó con Gonzalo) hoy han transformado a Reyes en un mártir.
La muerte de Reyes no acabará con las FARC ni tampoco con la estrategia de ir negociando e irse atacando mutuamente (algo que caracteriza al proceso colombiano). Ambos bandos quieren llegar a un acuerdo final y lo acontecido servirá para que cada cual muestre una nueva jugada en el ajedrez. Uribe querrá mostrar su destreza militar y las FARC querrán enrostrarle que él les responde con el garrote cuando ellos estaban liberando rehenes.
Ni Uribe ni las FARC pueden lanzar sus respectivas ofensivas finales, sino nuevos movimientos para buscar llegar con mejor pie a futuras negociaciones.