Marinaleda, municipio español de veinticinco kilómetros cuadrados, dos mil ochocientos habitantes, en la provincia de Sevilla, está rodeada de inmensas propiedades, la mayoría pertenecientes a ricos propietarios terratenientes. “Los terratenientes”, la aristocracia señorial secular, explotan miles de hectáreas y a decenas de miles de obreros agrícolas, peones o jornaleros. Es el reino del trabajo precario (1).
Pero Marinaleda es conocido en España, e incluso en Europa, por otras razones. Este municipio, con el impulso de Juan Manuel Sánchez Gordillo, su alcalde reelecto desde hace treinta y cuatro años, ha desarrollado un original dispositivo político, económico y social. El escudo de la ciudad exhibe sus ambiciones : “Una utopía hacia la paz”. Algunos lo califican de modelo anticapitalista ; otros lo denuncian como un engaño o una farsa. Entonces, ¿es verdad o mentira ? ¿Utopía o realidad ? ¿Sistema anti-crisis o simple retardador de los efectos de la crisis ?
Antes de responder, intentemos imaginar esta localidad de Andalucía en los años 1970, sin infraestructuras administrativas, económicas o sociales. Es el Mezzogiorno español ; un Carlo Levi nacional hubiera podido escribir Cristo se detuvo en Marinaleda (2). En 1979, no tenía ninguna calle asfaltada ; el hábitat era tan miserable como los habitantes ; la medicina local, insuficiente. No existía una municipalidad funcional, apenas una escuela primaria reducida a su más simple expresión, sin secundaria (3).
Todo empezó en 1977, con la creación del Sindicato de Obreros del Campo (SOC). Los habitantes se afiliaron masivamente. Un año más tarde, se produjo la primera ocupación de una gran propiedad, la finca de Bocatinaja, de donde los sindicalistas fueron expulsados. Luego, la elección de un nuevo alcalde, el más joven de toda España : Sánchez Gordillo, profesor de Historia. ¿Sus principios ? Luchar contra la miseria, y por lo tanto contra los que la generan : siempre el sistema económico dominante y los propietarios terratenientes, a veces los poderes públicos. Se necesitaba tierra para cultivar –tierra que fuera propiedad de la colectividad y no de un señor ; tierra para dar trabajo en esta región, esencialmente agrícola.
Así comienza el largo camino hacia la apropiación pública de tierras privadas, con huelgas de hambre, ocupación de propiedades seguidas de expulsiones manu militari por la Guardia Civil. Por último, en 1991 la Junta de Andalucía, el gobierno de la Comunidad Autónoma de Andalucía, procedió a expropiar mil doscientas hectáreas de la finca del Humoso, propiedad del duque del Infantado (4), y puso la tierra a disposición del Ayuntamiento de Marinaleda.
De esa manera se concretó el viejo sueño de “la tierra para el que la trabaja”. Al mismo tiempo terminó con el desempleo endémico, a la vez que pudo frenarse la emigración. Empezaron las plantaciones de olivos, el cultivo de pimientos, alcachofas y habas. Para subvenir a las necesidades de la población, en 1999 se industrializaron estas producciones mediante una fábrica de conservas –cooperativa, por supuesto–. Cada trabajador recibe idéntico salario, cualquiera que sea su puesto y sus responsabilidades : hoy, 47 euros diarios, seis días de cada siete, es decir 1.128 euros mensuales a jornada completa (el salario mínimo supone 645 euros).
Para que el derecho a la vivienda, garantizado por la Constitución española, no fuera letra muerta, se lanzó un programa cuya regla es la autoconstrucción. Cada persona participa según sus competencias. El Ayuntamiento provee el terreno y paga al arquitecto ; la municipalidad, que puede utilizar los fondos públicos del Plan de Empleo Rural (PER) (5), y la Junta de Andalucía, aportan en forma conjunta los materiales que son distribuidos en una asamblea pública que reúne a todos los ciudadanos. Actualmente, hay más de trescientas cincuenta casas construidas de esta manera, de una superficie útil de noventa metros cuadrados, con cien metros cuadrados de patio para permitir una futura ampliación. El alquiler se eleva a 15 euros al mes, mientras que habría que desembolsar 300 al precio del mercado. Se asemeja a una hipoteca : la vivienda no puede ser vendida, pero sí ser cedida a los hijos.
Esta base ideológica ha producido una solidaridad especial. Alberto, de 24 años, heredó este espíritu de sus padres, que participaron en todas las luchas. Por otra parte, él, que empezó a trabajar a los 14 años, conoce el precio del esfuerzo. Los habitantes realizan sin retribución económica muchos trabajos de interés general –hasta cuatrocientas personas, según dice Gloria Prieto, concejala de Acción Social y obrera agrícola.
Teniendo en cuenta el tamaño del municipio, las realizaciones son impresionantes. En infraestructuras : el ayuntamiento, la escuela, el pabellón de deportes, el gimnasio, la casa de la cultura, dos hogares para ancianos, un estadio. En cuanto a lo social y al entretenimiento : una guardería (coste mensual : 12 euros por niño, incluida la comida), un comedor escolar (20 euros al mes), una piscina (1 euro mensual), una escuela-taller para el empleo (6), dos parques naturales, un parque infantil, un paseo arbolado, un servicio municipal de ayuda domiciliaria, y la organización de fiestas y eventos culturales a lo largo de todo el año.
Para lograr ese resultado, la municipalidad ha utilizado subvenciones tanto del Estado como de la Comunidad Autónoma, también impuestos locales, y no ha vacilado en endeudarse. Sin embargo, el monto de la deuda pasó de casi 600.000 euros en 2009 a 77.000 euros en 2012. Sin esas opciones, para subvenir a sus necesidades una familia con tres hijos debería desembolsar al menos 800 euros mensuales suplementarios.
El sistema tiene sus detractores, incluso sus enemigos. Según ellos, el alcalde recibe un salario muy superior al de sus administrados ; algunos hablan de 4.000 euros al mes, sumando el salario y los pluses de su mandato de diputado andaluz, cuando ningún edil de Marinaleda recibe la más mínima retribución por sus actividades municipales (7). La oposición denuncia el uso de ayudas públicas con fines electoralistas, y sobre todo de animación de un “parque temático comunista” en el seno de la sociedad capitalista. Otros ironizan : “Marinaleda, sin el dinero de los otros, sería la utopía del desempleo, la falta de iniciativa y la pobreza. Y le pasaría lo que le pasó a Cuba cuando los rusos dijeron basta”, se puede leer en el portal web participativo 4UPRESS (For You Press).
Para una habitante, que deseó conservar el anonimato por temor a “represalias”, el alcalde es un dictador que ha dividido la aldea en dos clanes, el suyo colmado de privilegios, el otro totalmente marginado y viviendo en el miedo –aunque reconoce que aquellos que antes no tenían nada ahora disponen de medios para vivir con más dignidad–. Desde la oposición, los dos concejales del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Mariano Pradas e Hipólito Aires, denuncian la falta de diversidad industrial, que atribuyen a la sed de poder absoluto del alcalde Gordillo. Varios opositores minoritarios (en las elecciones de mayo de 2011 la lista del alcalde obtuvo el 73% de los votos, con un 11% de abstenciones) no creen en las virtudes de la democracia participativa a la manera de Marinaleda. Critican hasta las viviendas de coste reducido, ya que “esa gente nunca será propietaria, lo que permite al alcalde tenerlos a su merced”.
El resentimiento es profundo. Se cuestiona el desempleo que, según algunos, afectaría a quinientas veinticinco personas. En marzo de 2013, la cifra oficial era de ciento cincuenta, es decir el 13% de la población activa, frente al 35% en toda la provincia. No se contabilizan los trescientos diecisiete “trabajadores eventuales agrarios subvencionados” (TEAS), que reciben 120 euros mensuales durante seis meses, siempre que hayan trabajado entre veinte y sesenta días en el año. Aquí se vive humildemente, como testimonia esta muchacha, Ana : feliz con su vivienda a 15 euros al mes, se contenta con un salario de 900 euros que le permite ahorrar.
Los “a favor”, por su parte, no dejan de elogiar tanto al alcalde como al dispositivo instaurado. Delante de una cerveza o un vino blanco de Montilla, los ancianos del hogar de jubilados cuentan sus recuerdos personales (la miseria, la cosecha de remolachas, las labores más penosas, la emigración para subsistir, la permanente precariedad) para subrayar mejor el bienestar que aportó este magistrado atípico. Por su parte, Conchi, comerciante, no militante, nacida aquí, se felicita por la casi ausencia de impuestos al comercio, por la verdadera democracia instituida por el alcalde, y sobre todo por el profundo cambio de la condición femenina : “Aquí, las mujeres tienen derecho a hablar, a participar en las decisiones igual que los hombres”.
Es evidente que la propiedad colectiva de la vivienda, en lugar de la sacrosanta propiedad individual, representa una importante ventaja en plena depresión inmobiliaria. Pero no por ello la organización de Marinaleda constituye un escudo contra la crisis. La producción agrícola e industrial, que hace algunos años daba trabajo, se ha desacelerado. Según Dolores Tejada, concejala de Ecología y Paz, adjunta a la Concejalía de Trabajo y obrera de la conservera, hay que producir más, de manera diferente, desarrollando la agricultura biológica, y encontrar nuevas salidas comerciales, sin entrar en el infernal sistema de la gran distribución, sino más bien recurriendo a circuitos alternativos.
Las subvenciones anuales nacionales o regionales han pasado por el molinillo de los recortes presupuestarios decididos por el Gobierno del Partido Popular, sometido a la “troika” (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). En 2012, las ayudas públicas sufrieron una reducción de casi el 40%. Se suspendieron muchos de los trabajos prometidos por el ayuntamiento : la residencia para personas de la tercera edad, el hotel, la piscina cubierta, otra conservera, un nuevo taller para el empleo, la inversión en energías renovables, un centro de salud, canalizaciones, un camino de desvío. “A pesar de la crisis –afirma Alberto–, aquí hay menos angustia que en el resto de Andalucía”. Y el equipo municipal trabaja para buscar otras soluciones. El falansterio andaluz tiene más vidas que un gato.
NOTAS :
(1) François de Ravignan, “L’espoir deçu des paysans andalous”, Le Monde diplomatique, París, mayo de 1988.
(2) Referencia a la novela del italiano Carlo Levi Cristo se detuvo en Éboli (1945).
(3) Fuente : www.marinaleda.com
(4) Propietario de un total de 17.000 hectáreas.
(5) El Plan de Empleo Rural (PER) que en 1986 instituyera Felipe González para reducir la miseria rural, atribuye a las municipalidades asignaciones para realizar obras, y así dar un poco de trabajo a los desocupados.
(6) Estos talleres se abren a los jóvenes de más de 25 años, quienes realizan labores de utilidad pública o de interés social, al tiempo que reciben un salario y una calificación. Existen en todas las comunidades autónomas.
(7) Decisión registrada ante un oficial de justicia el 8 de agosto de 2012.