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Suecia y la guerra mediática contra América Latina

Martes 4 de noviembre de 2008   |   Pepe Viñoles
Lecture .

Años atrás en un libro, el conocido periodista italiano Gianni Miná le llamó a América Latina ”el continente desaparecido” [1]. Se refería naturalmente a una nueva situación que se había venido operado, muy diferente a los años 60 y 70, por la cual América Latina ya no era la noticia habitual en los grandes medios mundiales y europeos. El constante, y se podría decir hasta profundo seguimiento noticioso y periodístico que tuvieron sucesos como la Revolución cubana, las guerrillas, los golpes militares, el Chile de Allende y otros acontecimientos políticos y sociales de América Latina, claramente se desvanece o debilita a partir de los años 80.

Hoy quien haga un seguimiento en los grandes medios de cuánto y sobre qué se reporta de América Latina se encontrará con una menor cantidad de noticias y artículos, y lo que se encuentra en la prensa diaria es muy selectivo y la información en la mayoría de los casos tendenciosa y manipulada.
Lo que Miná advertía era ya el comienzo de otra época, y lo que estuviera sucediendo en América Latina tampoco podía escapar a la “dictadura de los medios” como lo denominó Ignacio Ramonet. Un fenómeno de caracter global que como todos sabemos maneja con destreza la manipulación, la tergiversación de los hechos reales, la mentira o simplemente el ocultamiento de la realidad.

Conocemos bien de la existencia de ese poder mediático que sabe cómo hacerlo y que pudo en su momento hasta hacer ”desaparecer” enormes trozos de realidad de América Latina por ejemplo durante los 90, ocultando e ignorando importantes acontecimientos y sus protagonistas, muchos de los cuales hoy son figuras de primera plana. Porque es sabido que fue casi inexistente la información sobre la amplia resistencia que se desató en la mayoría de los países latinoamericanos contra los gobiernos y las políticas neoliberales y la posterior bancarrota de ese modelo, y pocos años después llegar a los nuevos procesos revolucionarios y de cambios populares genuinamente democráticos que se han venido generando en América Latina.

Fueron los tiempos en que se hicieron grandes alabanzas a los avances económicos en el Perú de Alberto Fujimori y la Argentina ”primermundista” de Carlos Saúl Menem. Mientras que al mismo tiempo se incubó la gran crisis argentina; los uruguayos se oponían en un plebiscito a la privatización de las empresas públicas; o en Cochabamba se luchaba contra la privatización del agua, en nacía y desarrollaba el movimiento cocalero e indígena campesino liderado por Evo Morales que ya entonces protagonizaba importantes protestas a nivel nacional. Nada de eso existió para los grandes medios, en cambio en ese periodo se preocuparon de difundir toneladas de información para mostrar cómo iba caer el socialismo en Cuba.

Informaciones que hasta hoy buscan constantemente satanizan a los gobiernos de Cuba,Venezuela y a otros progresistas de la región a tenor de los intereses de Washington, buscando desacreditarles frente a la opinión pública internacional y de esa forma hacerles más vulnerables a la desestabilización política.

Los periodistas y activistas sociales que asistimos a esta conferencia conocemos muy bien esta realidad y sus causas.
Por lo tanto creo que puede ser más útil que específicamente me refiera a la situación que vive la información periodística en el área geográfica de los países escandinavos y particularmente en Suecia, país donde por espacio de 27 años he tenido que trabajar desde el semanario Liberacióny otros medios, procesando y difundiendo información sobre América latina.

De Palme a Reinfeldt

Como es conocido en 1986 fue asesinado en plena calle de Estocolmo el primer ministro y líder socialdemócrata Olof Palme, quien además era un respetado líder internacional, que en aquel momento mantenía serias diferencias políticas con el gobierno de Ronald Reagan.

Puede parecer extraño, pero a partir de ese triste y dramático acontecimiento Suecia comenzó a transformarse y dejó de ser muy rápidamente uno de los paradigmas más famosos del llamado Estado de Bienestar. Y lo más paradójico es que esa “desconstrucción” la van a llevar adelante gobiernos socialdemócratas con alguna alternancia en el poder de la derecha; hasta llegar hasta la actual situación en que Suecia está gobernada por una alianza de partidos de derecha que encabeza el primer ministro conservador Fredrik Reinfeldt.

Si la construcción del modelo de bienestar sueco llevó más de 60 años y el papel que jugó el movimiento obrero y la socialdemocracia fue fundamental, en poco menos que dos décadas es el mismo partido que introduce políticas neoliberales en el seno de la sociedad.

No vamos aquí a detenernos en un detallado recorrido por todas las esferas de la sociedad y del Estado que fueron modificándose en beneficio del gran capital mediante privatizaciones y recortes presupuestales en detrimento de muchas de las avanzadas conquistas sociales que alcanzó en su momento la sociedad sueca.
Sólo nos referiremos a dos esferas que tienen que ver con nuestro tema: el de la política exterior y el de los medios de comunicación.

En relación al primer punto, la política exterior en forma rápida -y con el pretexto de los grandes cambios operados a partir de la desaparición de la Unión Soviética y otros países de Europa oriental- se abandonan las posturas críticas al militarismo de Estados Unidos y la OTAN, y comienza un paulatino y acrítico acercamiento y coincidencia política en todo un conjunto de asuntos internacionales (la ex-Yugoslavia, Irak, la ocupación de Palestina por Israel, prisioneros suecos en Guantánamo, entrega de asilados políticos a los aviones de la CIA etc.), abandonándose la postura de la llamada neutralidad activa para pasar a colaborar en temas militares, de seguridad y otros, argumentando los gobiernos socialdemócratas y de derecha que al ser Suecia miembro de la Unión Europea ello le obligaba a participar en la “política común”. Lo que de hecho ha resultado en el apoyo a las grandes aventuras militares imperialistas, en la “lucha contra el terrorismo” de Bush; implantando una nueva política exterior más en consonancia con el importante aumento de la venta de armas al Pentágono y a Israel, que con la búsqueda de soluciones negociadas y pacíficas de los grandes conflictos internacionales. De la anterior política de ayuda al desarrollo en el Tercer Mundo se pasa a priorizar el apoyo a las empresas multinacionales suecas explotadoras de recursos en Africa, Asia y América Latina. Se acalla la voz de Suecia en foros como las Naciones Unidas en favor de la paz y en defensa de los países pobres y pequeños de los cuales Olof Palme fue un adalid. Pese a voces críticas que se levantaron, incluso en filas socialdemócratas, se va imponiendo una política exterior “de acuerdo al tamaño de Suecia” como recomendara un alto ex-funcionario del Departamento de Estado norteamericano después de la muerte de Olof Palme -que dicho sea de paso para este diplomático norteamericano el asesinado primer ministro sueco fue sólo “un mete líos”.

Es decir, desaparece aquella Suecia que defendía la autodeterminación de los pueblos, el fin de las guerras y un nuevo orden internacional en Naciones Unidas. Las aventuras militares y políticas exteriores de Estados Unidos y la Unión Europea comienzan a ser también las de Suecia: presencia de soldados suecos en Afganistán o asesorando en Irak; empresas suecas en los territorios ocupados de Palestina o en zonas donde mandan los paramilitares de Colombia; negativa de suministrarles repuestos a armas de fabricación sueca que aún tiene el ejército de Venezuela o el cese de la venta de productos industriales entre ellos los médicos a Cuba; para poner sólo algunos ejemplos.

En síntesis los gobiernos de Suecia de las últimas décadas se han escudado en la nueva membresía de la Unión Europea para ser otra cosa en materia de política exterior. 

Por eso es explicable explicarse el porqué los medios de comunicación en Suecia han ido también cambiando y adaptándose al discurso de la derechización neoliberal.

Suecia no es una isla

Sabemos que en toda Europa y en el resto del mundo los medios de comunicación de masas han sufrido una fantástica metamorfosis, por eso Suecia no puede constituir un caso aislado en este tema de la transformación y derechización de los massmedia. Empleando la palabra derechización en el sentido clásico del concepto, para referirme a un pensamiento conservador del statu quo y las clases ricas. Sé que en toda Europa y en el resto del mundo los medios de comunicación de masas han sufrido una fantástica metamorfosis.

Sin embargo, es necesario mostrar un poco esta transformación también en Suecia en la prensa escrita, radial y televisiva en lo referido a América Latina y otras regiones en el mundo.

Además de periódicos y revistas de izquierda de menor circulación, están en Suecia los grandes diarios de distribución nacional que responden mayoritariamente a la derecha neoliberal y están en manos de unos pocos y poderosos grupos mediáticos. Esta concentración comenzó a finales de los años 80 y durante los 90 cuando el Partido Socialdemócrata y el movimiento obrero se fueron desprendiendo y vendiendo a capitales privados su propia prensa, en algún caso hasta de diarios que habían nacido junto con el movimiento obrero socialista a principios del siglo pasado. 

Si bien en la actualidad el Estado sueco mantiene la propiedad de dos grandes canales de televisión (SVT) y de la Radio Suecia (SR) con alcance nacionales y con redacciones locales, servicios que son financiadas por un impuesto especial, aunque se autorizó desde no hace mucho tiempo la explotación privada de emisoras de televisión y de radios.

Pese a esta proliferación de nuevos medios, la información cotidiana o periódica que se proporciona, lejos de diversificarse, es pobre, superficial y poco analítica, más uniforme y descontextualizada.

En materia de información internacional escrita o televisada los medios suecos tampoco son una excepción, compran a las grandes pulpos mediáticos de Estados Unidos yEuropa noticias e imágenes y salvo en algunos casos tienen corresponsales propios en el exterior que envían en general notas especiales que buscan abarcar una extensa área geográfica y política. Obligados por ejemplo desde una corresponsalía en Pekin a cubrir toda Asia.

Este tipo de nuevos corresponsales, en el caso de los tres o cuatro que existen para cubrir nuestra América en Dagens Nyheter, Svenska Dagbladet, Sydsvenskan o Radio Suecia son“los especialistas suecos en nosotros” que reportan sobre la realidad latinoamerica desde Viña del Mar, Buenos Aires, o Río de Janeiro. Si reportan sobre lo que pasa en Cuba, por ejemplo en relación a la enfermedad de Fidel Castro y su alejamiento de las tareas de gobierno, recurren a sus ”fuentes” en Miami. Uno no de estos corresponsales Nathan Shachar que reportó por muchos años desde Buenos Aires para Dagens Nyheter no tuvo empacho en aclarar que se informaba sobre lo que acontecía en La Habana llamando a Huber Matos, conocido terrorista enemigo de la Revolución cubana y con vínculos antiguos con la CIA. Es decir, mientras se ignora y no se reporta sobre lo que acontece en Guatemala (por ejemplo sobre las últimas elecciones donde triunfa el socialdemócrata Alvaro Colom) o en México, o en Brasil, en cambio se satura con información sobre Cuba o Venezuela para reforzar prejuicios, usando latiguillos como ”la última dictadura comunista” o que ”Chávez va camino a instaurar una dictadura en Venezuela”. No son en ésto tampoco muy originales, porque a veces el mismo día lo mismo que se escribió en El País de España aparece también en sueco en Dagens Nyheter.

Naturalmente que existen además en Suecia medios de información progresista y de izquierda, que dan otra visión de América Latina y también periodistas que muchas veces pueden tener una idea más objetiva y justa de la realidad de América Latina. Pero nunca estos medios alternativos alcanzan a tener el mismo poder ni la incidencia en el ciudadano común que la que poseen los megamedios.

Tiempo atrás, Eva Björklund redactora de la revista Kuba que se edita en Estocolmo, realizó un estudio sobre cuántas veces y qué países de América Latina habían reportado los grandes medios en Suecia (Dagens Nyheter, Svenska Dagbladet y otros periódicos, la radio y televisiones estatales). En ese estudio Björklund contabilizó noticias, artículos de análisis y notas de opinión publicados durante más de un año y encontró que: sobre Cuba se reportó 18 veces (la mayoría negativamente y en medios que se negaron posteriormente a publicar notas contestando y rectificando falsas afirmaciones); 5 veces sobre Bolivia (todavía Evo Morales no había ganado las elecciones); 4 veces notas sobre Venezuela; 2 sobre Colombia y 2 también sobre Brasil; pero sobre Argentina que venía saliendo de la crisis en un año sólo apareció 1 nota.

Tiempo después, ningún sueco se enteró en su momento que Tabaré Vázquez en Uruguay o Rafael Correa en Ecuador habían resultado electos por amplias mayorías, porque no tuvieron ninguna mención noticiosa ni en los diarios ni en la televisión.

El resto de los 21 países de América Latina, solamente ”existen” para los grandes medios si tienen la desgracia de ser azotados por un ciclón, un terremoto o alguna otra catástrofe. Así mismo se informó en abundancia de cómo los últimos ciclones en el Caribe golpeaban al sur de Estados Unidos más de lo que se le dedicó al desastre que fue para Haití, República Dominicana y Cuba. Países como Chile o Brasil rara vez aparecen en las noticias; pero sí se les puede en cambio encontrar en las páginas económicas de los periódicos y revistas del mundo de las finanzas y los negocios, siendo en general una información bastante más objetiva, hecha a medida de las necesidades de los hombres de negocios suecos.

Parecería que el interés por escribir y noticiar frecuentemente al público sueco negativamente sobre Cuba, Venezuela o Bolivia e ignorar otras realidades de América Latina, responde a la necesidad de crear la idea de que en el resto del continente la democracia marcha bien, y sólo es en esos tres países donde todo anda muy mal y existen graves peligros. De ahí que resulten ellos los ”más beneficiados” por la gran atención mediática, siguiendo la agenda que desde Washington o Reporteros sin Fronteras indica a quién satanizar y a quien nó. Y cuando las cosas se complican para poder mantener los estereotipos construídos, porque surgen en el cuadro de la realidad latinoamericana elementos nuevos y positivos como el ALBA, UNASUR etc. o reuniones de los gobiernos que resuelven sin la ingerencia de Estados Unidos problemas regionales como el conflicto entre Ecuador-Colombia o la reciente crisis provocada por los separatistas en Bolivia, que desmienten sus campañas, simplemente los grandes medios lo ignoran o relativizan los hechos.

En cambio, para atacar y demonizar por ejemplo a Venezuela todo sirve. Desde un viaje del presidente Hugo Chávez a Rusia o a Irán para mostrar que anda “en malos pasos” hasta llegar a compararlo con Mussolini (al que se le se descubrió ayudando con armas a fascistas de Austria) para acusar al líder venezolano de supuestamente haberle proporcionado también en forma secreta 300 millones de dólares y armas a las FARC colombianas según ”pruebas” aparecidas en las famosas computadoras de Raúl Reyes [2].

No cabe dudas que ese es el campo de batalla de la guerra mediática que enfrentan Venezuela, Cuba o Bolivia, pero es interesante advertir que un buen material periodístico puede en determinado momento también hacer cambiar la opinión de miles y miles de personas, y sobre todo si este tiene gran alcance y es emitido por un medio como la televisión.

Un buen ejemplo fue años atrás, la emisión por uno de los canales de la televisión estatal sueca, unos meses después del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2002 del documental ”La revolución no será transmitida” de los irlandeses Bartley y O´Brien. Lo que permitió restablecer la verdad en miles de ciudadanos sobre este dramático suceso y pudo demostrar inequívocamente el caracter antidemocrático y minoritario de la asonada, el papel subversivo de los medios y el apoyo mayoritario con el que contó Chávez del pueblo y de las fuerzas armadas.

¿A quién informar, para quién escribir?

Frente a esta situación muchas veces surge la sensación de que estamos ante una batalla perdida o por lo menos difícil de revertir. Y las respuestas que nos damos son del tipo de “nada se puede hacer”, “lo que hacemos con nuestros medios no tiene incidencia” o “hay que tener recursos similares a los de los grandes”.
Sin embargo, quienes trabajamos brindando información alternativa en países europeos podríamos volver a preguntarnos lo más obvio: ¿Quién es nuestro primer destinatario, nuestro interlocutor natural? Y no podemos tener dudas de que nuestro principal destinatario de la información que ofrecemos en Europa es y debe seguir siendo el movimiento altermundista y de solidaridad con América Latina, los partidos de izquierda y los sindicatos. Son ellos los que no pueden ser confundidos, manipulados, desinformados por los grandes medios. Son ellos el natural soporte solidario fuera de fronteras de las causas populares latinoamericanas.
 
En segundo lugar, tampoco pdemos olvidar que el ciudadano común también necesita de información diferente. Y que ese ciudadano al que tenemos que llegar, es el mismo que se supo oponerse masivamente a la invasión de Irak, o el mismo sujeto social que antes en 2001 -en el caso de Suecia- marchó masivamente por las calles de Gotemburgo repudiando la presencia de Bush en la cumbre de la Unión Europea.
Ignacio Ramonet, ha señalado que la mejor arma de los medios alternativos es informar con seriedad y calidad. Brindar la mejor información, con la mayor cantidad posible de datos verificables que pongan en tela de juicio y desacredite la supuesta seriedad y veracidad de los grandes medios. 

En tercer lugar (y es nuestra experiencia de 27 años de trabajar con la información de América Latina en el semanario Liberación en Suecia que se edita en español y no en sueco), es importante poder informar y analizar todos aquellos hechos que ignoran o ocultan los grandes medios y con un enfoque que tampoco el ciudadano lo puede encontrar en ellos.

Y en cuarto lugar, algo que es fundamental: los medios alternativos y quienes trabajamos en ellos debemos en estar en contacto permanente e intercambiar informaciones, y si fuera posible también entre nosotros llegar a poder establecer temas y estrategias de información priorizadas en función de la defensa de los proyectos revolucionarios, populares y democratizadores que están en curso en algunos países de América Latina.

Sin olvidar que hoy en América Latina,existen en el poder gobiernos que entienden del valor de la información oportuna, el papel de la prensa y no menos, lo agresivas que pueden llegar a ser las campañas mediáticas internacionales en las estrategias imperialistas de destabilización y subversión internas contra los proyectos de cambio populares verdaderos.

Informando oportuna y verazmente a quienes lo necesitan para incidir sobre muchos más, estaremos contribuyendo a restablecer una buena parte del equilibro informativo.

 

Pepe Viñoles, es director del semanario latinoamericano Liberación de Suecia. Ponencia presentada en la Conferencia internacional “Venezuela: por una política europea independiente”. París, 25 octubre de 2008.




[1Un continente desaparecido. Gianni Miná, Edit. Diana. México, 1996.

[2Cyniskt dubbelspel demaskerar Chávez” por Nathan Shachar, Dagens Nyheter, 24 mayo 2008



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