El primer turno de las elecciones presidenciales brasileñas del domingo 5 de octubre dio un resultado “lógico” : la presidenta Dilma Roussef (Partido de los Trabajadores) candidata a la reelección enfrentará al ex-gobernador de Minas Gerais Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña) en la segunda vuelta el 26 de octubre. Fue 42% del electorado (más 43 millones de votos) contra 34% (casi 35 millones), respectivamente. Son los dos partidos que se enfrentan desde 1994 (con victorias del PSDB ese año y 1998, y del PT en 2002, 2006 y 2010).
Dicho de esa manera, después de que ya ocurrió, es fácil, pero no era lo previsible durante los intensos 45 días de campaña que antecedieron a ese domingo. En ese período, la ambientalista Marina Silva, ex-ministra del gobierno Lula y militante del PT de 1980 a 2008 (candidata por el Partido Socialista Brasileño) primero lideró las intenciones de voto (para una segunda vuelta) y después se mantuvo en el segundo lugar. Hasta la última semana todo indicaba que ella iba a enfrentar a Dilma.
Se presentó como “la nueva política” rechazando la “vieja polarización” PT vs. PSDB que, según ella, habría paralizado al país después de 20 años. Buscaba presentarse como una “Tercera vía” (“ni PT, ni PSDB”) y expresión de las gigantescas protestas que sacudieron al país en junio del 2013. Pero para ser viable electoralmente se alineó programáticamente con las fuerzas conservadoras que querían su victoria porque consideraban que el PSDB no conseguiría derrotar al PT. Su imagen se deshizo en contradicciones, bajo el bombardeo del PT y del PSDB que le cobraban facturas cada uno por su lado.
Marina obtuvo 21%, 22 millones de votos (un caudal semejante al que alcanzó en el 2010). Aritméticamente hablando son votos decisivos para el 26 de octubre. Pero su destino final es incierto. Porque la candidatura de Marina fue expresión tanto del anti-petismo derechista como de un juvenil y popular anti-elitismo psdebista.
Aecio se recuperó en los últimos días, después que resistió a una presión para que abandonara la contienda y apoyara a Marina y despuntó el domingo. Pero comienza mal el segundo tramo de la campaña porque perdió en su estado natal, Minas Gerais, segundo colegio electoral, después de gobernarlo por 12 años consecutivos. Dilma retoma la disputa con una avería seria en Sao Paulo, el mayor colegio electoral, donde el PT hizo una de las peores campañas en 20 años (allí, Aécio tuvo 10 millones de votos contra 6 millones de Dilma). Será la segunda vuelta más disputada desde 1989, la primera elección post dictadura, cuando finalmente el neoliberal Collor le ganó al sindicalista Lula, por estrecho margen.
Antes del domingo pasado, Lula habría declarado que sería más fácil enfrentar a Aécio que a Marina en la segunda vuelta. Porque ella sería muy parecida al PT (una suerte de “Lula de polleras”) que al mismo tiempo expresa un antipetismo. Con Aecio sería una confrontación de proyectos antagónicos, el neoliberalismo de los 90 que quiere volver y el post neoliberalismo de los 2000 que debe mostrar su viabilidad política en un momento que está cuestionado económicamente (a pesar de sus buenos resultados sociales).
Serán tres semanas de lucha ideológica y electoral encarnizada.
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