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Belém FSM 2009

La jornada de los presidentes

Lunes 2 de febrero de 2009   |   Bernard Cassen
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En Belém, el 29 de enero fue la jornada de encuentro de presidentes de América Latina: primero, en la tarde, hubo un “P 4” con Hugo Chávez, Rafael Correa, Fernando Lugo y Evo Morales; luego, por la noche, un “P 5” con los mismos, y además, Lula. Estos cinco presidentes ya habían participado en otros Foros Sociales Mundiales, en Porto Alegre y/o en Caracas: en el caso de Lula, incluso antes de acceder a la presidencia; en el caso de Chávez como presidente de Venezuela; Correa, Lugo y Morales, como simples militantes de base, por entonces desconocidos para los medios.

La presencia conjunta de estos dirigentes confirmó el carácter algo intrincado de las reglas de funcionamiento de los Foros Sociales Mundiales, tal como lo consigna la Carta de Principios de Porto Alegre. Esta Carta, en efecto, excluye de la participación en los trabajos del Foro a partidos y gobiernos como tales, pero no a sus miembros a título personal. Basta entonces con que una o varias organizaciones inscritas en el Foro –y son muchas las que pueden hacerlo- “inviten” a un dirigente para que este pueda tomar la palabra en un seminario. Un jefe de Estado, en la medida en que su intervención está fuera de la programación oficial y del horario de los seminarios, puede llenar tanto una sala prevista para 50 personas como un gimnasio con cabida para 20 000.

Estas reglas, puramente formales, fueron respetadas el 29 de enero. El “P 4” había sido “invitado” por una veintena de redes y movimientos sociales sólidamente implantados en América Latina, en primer lugar el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, y la Vía Campesina. Lula, por su parte, era el “invitado” de la Central Única de Trabajadores (CUT) brasileña, tradicionalmente cercana al PT, y de dos ONGs también brasileñas, IBASE y ABONG; e invitó, a su vez, a los Cuatro a unírsele… 

La pregunta es: ¿por qué dos encuentros separados entre sí solo por algunas horas y cuya única diferencia parece ser la presencia o ausencia de Lula? De hecho, más allá de las consideraciones tácticas inevitables en este tipo de situación, el carácter de estos dos actos distaba de ser idéntico. En el acto del “P 4”, se trataba, a partir de una interpelación de los presidentes por parte de los movimientos sociales, de poner en evidencia la convergencia de sus objetivos con las políticas de ruptura con los dogmas liberales, desarrolladas (o proyectadas), en Bolivia, Ecuador, Paraguay y Venezuela. Pero no en Brasil… En otras palabras, se trataba de mostrar que existía una continuidad y una solidaridad entre las luchas sociales de unos y las acciones de gobierno de otros. Pero sin que por ello se le extendiera a estos últimos un cheque en blanco, como lo recordó João Pedro Stedile, portavoz del MST, en su intervención. Todo ello con la perspectiva de una integración latinoamericana libre de toda concesión al neoliberalismo, y simbolizada por la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) [1].

El encuentro del “P 4”, con un número deliberadamente limitado de participantes (mil), realizado en un espacio cerrado – tal vez para no exponerse a la crítica aprovechar el nombre del FSM, y para evitar toda guerra mediática de números con el encuentro del “P 5”– era de carácter militante y combativo. Así lo atestiguaban los cuatro presidentes y la totalidad de la sala cuando entonaron las estrofas de Hasta siempre comandante, la canción en homenaje al Che Guevara y la Revolución cubana. Para saber más sobre este encuentro, leer el informe de Ignacio Ramonet (http://www.medelu.org/spip.php?article172).

Ya en Viena, en 2006, durante la Cumbre entre la Unión Europea y América Latina, se realizó un encuentro que prefiguraba este de Belém. Se pudo ver entonces en la tribuna, a los fundadores del ALBA: Hugo Chávez, Evo Morales y Carlos Lage, vicepresidente de la República de Cuba. Entre los representantes de los movimientos sociales latinoamericanos se encontraba João Pedro Stedile del MST. En poco más de dos años, la “familia” del ALBA y su esfera de influencia se ampliaron significativamente.

El acto del “P 5”, dedicado a dar respuestas a la crisis del capitalismo, era también una manifestación de solidaridad del “P 4” con Lula quien, fortalecido por este aval de la izquierda, pronunció un discurso esencialmente para uso interno. Además, y a diferencia del público del “P 4”, la gran mayoría, en este caso, no eran participantes del Foro, y los no brasileños eran minoría. Lula anunció la construcción de un millón de viviendas sociales en los próximos dos años e inversiones públicas en alza, sobre todo por parte de Petrobras. Aprovechó asimismo su visita a Belém para promocionar, tanto en el plano nacional como internacional, a Dilma Roussef, su candidata predilecta para sucederlo en la presidencia de la República, a partir de 2011, ya que no podrá ser reelecto luego de dos mandatos sucesivos de 4 años.

La jornada de los Presidentes, aunque esto escape al entendimiento de quienes a toda costa buscan oponer dos izquierdas latinoamericanas, una “razonable”, y otra supuestamente “populista”, muestra que no existe contradicción entre la pertenencia al “P 4” y al “P 5”. Hay una diferencia de enfoque asumida sobre el grado de radicalismo de las políticas económicas y sociales a llevar adelante, en cuanto a las relaciones entre gobiernos y movimientos sociales que comparten los mismos objetivos y sobre las relaciones con las instituciones financieras internacionales. Brasil es miembro del G 2O, cuya ilegitimidad es denunciada por Venezuela. Los países del ALBA, a los que se ha unido Ecuador, proyectan llevar adelante el dispositivo SUCRE, con el que buscan despedir al FMI (http://www.medelu.org/spip.php?article144 ), mientras que Brasilia quiere reformarlo. 

Estas divergencias no se manejan con espíritu de conflictividad, sino que, por el contrario, se complementan. Dejando de lado a los dos soldaditos de Washington, Alan García en Perú y Álvaro Uribe en Colombia, no hay dos campos en América del Sur, sino uno solo, con una línea estratégica de independencia respecto a Estados Unidos. Desde este punto de vista, el “P 5” contenía elementos para afligir a Barack Obama, quien recientemente mantuvo una conversación telefónica de media hora con Lula, pero que el 13 de enero, consideró de buen tino declarar que Hugo Chávez “había interrumpido el progreso en la región” y que Venezuela “exportaba actividades terroristas”.

En cuanto a James Steinberg, designado para ocupar el puesto de Secretario de Estado adjunto, o sea, el número 2 de la diplomacia norteamericana, declaró el 22 de enero que “Venezuela y Bolivia llevan adelante políticas que no sirven a los intereses de sus pueblos y de la región”. Esta agresividad, sumamente preocupante para un comienzo de mandato presidencial, se inscribe directamente en la continuidad de la política de George Bush. Debería servir para enfriar las ilusiones de los “obamamaníacos” que esperaban un cambio en el comportamiento de Estados Unidos en América latina. Es evidente que la nueva administración norteamericana hará lo posible para romper una unidad que, en mayo de 2008, se tradujo en la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). En Belén, y con Lula, se le notificó el primer rechazo.

El ALBA, como parte de la herramienta de integración prioritariamente política que es la UNASUR [2] e incluso superando su perímetro, aparece –retomando el léxico de la Unión Europea- como una forma de “cooperación reforzada” entre gobiernos y movimientos sociales, igualmente deseosos de romper francamente con el neoliberalismo. El ALBA está abierto a todos los países latinoamericanos y caribeños. Cuanto más se ensanche, más el subcontinente consolidará su unidad.

Esta configuración inédita encuentra su equivalente en la concepción del futuro de los Foros Sociales, ampliamente discutida en los seminarios de Belém y en las charlas informales. Para algunos, estos Foros deben seguir siendo lo que son desde hace casi una década: momentos y espacios de fuerte visibilidad del altermundialismo stricto sensu, y por lo tanto de “neutralidad” respecto a partidos y gobierno, sean o no progresistas. Para otros, paralelamente a este altermundialismo “mantenido” (pero no contra él) se deben crear nuevas configuraciones que asocien a partidos, gobiernos y movimientos en acciones al mismo tiempo paralelas y convergentes. Es lo que Memoria de las Luchas propuso llamar post-altermundialismo, y lo que João Pedro Stedile compara con un cuadro de fútbol donde cada jugador tiene su puesto específico en la cancha pero, al mismo tiempo, contribuye con los demás jugadores a marcar puntos contra el adversario común. En un próximo artículo retomaremos el análisis de los avances de esta concepción en el FSM de Belém.




[1La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) comprende, a la fecha, seis Estados miembros: Bolivia y Venezuela en América del Sur; Honduras y Nicaragua en América central; Cuba y República Dominicana en el Caribe. Son observadores: Ecuador (que próximamente pasaría a ser miembro pleno), Haití y Uruguay.
Una de las originalidades del ALBA es haber previsto entre sus estructuras un consejo integrado por movimientos sociales, que en el organigrama tiene el mismo estatuto formal que el consejo de ministros. Los trabajos del “P 4” culminaron en un documento de análisis y propuestas que circulará ampliamente ante la perspectiva de la próxima reunión del consejo de los movimientos sociales.

[2A partir de la UNASUR se creó un Consejo de Defensa Suramericano, que es la primera estructura de seguridad continental de la cual Estados Unidos no forma parte.



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