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Lecciones progresistas de Venezuela

lundi 8 juin 2009   |   Colin Burgon
Lecture .

Ante la peor crisis económica a la que se ha enfrentado el mundo desde los años 1930, son necesarias alternativas progresistas a la anterior ortodoxia neoliberal. Coincidiendo con su décimo aniversario, las ideas de la revolución socialista democrática de Venezuela nunca habían sido tan relevantes.

La actual implosión financiera ha desacreditado de forma decisiva las ideas económicas de libre mercado. Durante décadas, los políticos dijeron al electorado que, en palabras de Margaret Thatcher, “no había alternativa” al programa de políticas que conducían a las privatizaciones, a unos salarios más bajos y a una mayor desigualdad. En algunas partes del mundo esto llegó a ocasionar un brutal descenso de los niveles de vida.

El fracaso de las ideologías económicas de derechas que han dominado los últimos treinta años ha visto cómo renacían ideas que durante mucho tiempo han estado fuera de las corrientes principales, entre ellas, las nacionalizaciones y las intervenciones económicas de los Gobiernos. Sin embargo, los poderes políticos que hasta hace nada defendían el neoliberalismo intentarán con toda seguridad hacer que las clases trabajadoras en Occidente, y especialmente en las llamadas economías “periféricas”, paguen por la crisis económica. Existe asimismo un serio peligro de resurgimiento de los movimientos políticos de extrema derecha que el mundo presenció durante los años 1930 y 1940. Los progresistas deben encabezar el debate acerca de cómo solucionar la crisis económica. América Latina es un punto de referencia importante para quienes quieran llevar a cabo lo anterior. El continente sirvió de laboratorio en el que se probaron las teorías económicas neoliberales desde los años 1970. Dado que esto requería que bajara el nivel de vida de la gente, tales políticas fueron impuestas a punta de pistola por parte de dictadores, como tan trágicamente se pudo comprobar en Chile y en prácticamente el resto de Latinoamérica.

El economista Mark Weisbrot ha puesto de manifiesto que América Latina sufrió una ralentización aguda en el crecimiento económico bajo el fundamentalismo del libre mercado. Desde 1980 hasta 2006, la renta per cápita latinoamericana creció únicamente un 15%, frente al 82% de los veinte años comprendidos entre 1960 y 1980. Weisbrot afirma que éste es el crecimiento a largo plazo más bajo en más de cien años. Esto sirvió de estímulo para que América Latina se convirtiera en el primer continente que se rebelaba contra el neoliberalismo, lo que encauzó la elección del presidente Hugo Chávez en Venezuela en 1998 y la subsiguiente “marea roja” de Gobiernos a lo largo de la región.

No hubo edad de oro del neoliberalismo en Venezuela a pesar de que así lo afirme la oposición venezolana. La economía de este país sufrió aún más que el resto de Latinoamérica. De hecho, durante los 25 años anteriores a la elección de Chávez, la renta per cápita iba en descenso.

Aunque Venezuela haya estado inundada de recursos petroleros durante más de medio siglo, esta riqueza no redundó en beneficio de la mayoría de los venezolanos hasta que el Gobierno de Chávez llegó al poder. Anteriormente, había servido para enriquecer a una pequeña élite venezolana y asegurar suministro de petróleo barato a Estados Unidos. Como resultado, Chávez heredó un país donde más de la mitad de la población vivía bajo el umbral de la pobreza.

En pocas palabras, el capitalismo de libre mercado estaba destruyendo la economía nacional venezolana y haciendo que retrocediera el nivel de vida de la población.

A su vez, para defender los restringidos intereses de clase servidos por el capitalismo de libre mercado, las protestas contra las reformas neoliberales en Venezuela durante los años 1980 y 1990 tuvieron como respuesta ataques a la democracia y a los derechos humanos. El más infame fue el Caracazo, cuando el 27 de febrero de 1989 las fuerzas de seguridad del Estado perpetraron una sangrienta masacre que dejó 276 muertos según las cifras oficiales y hasta 3.000 según fuentes no oficiales, tras el descubrimiento de fosas comunes secretas.

En este contexto, el verdadero éxito del Gobierno de Chávez es su refundación de la nación venezolana gracias a un verdadero modelo democrático y político al servicio de los intereses de la mayoría. Dado que la revolución venezolana está reorganizando la sociedad en sus puntos básicos, la revolución venezolana recuerda los logros de su equivalente cubano de hace cincuenta años. El papel del Estado en asuntos económicos se acrecienta actualmente en todo el mundo. Éste deberá intensificarse mientras el deterioro económico se agudice y el sector privado recorte las inversiones con el fin de maximizar el beneficio. Los Gobiernos tendrán que compensar esto y cuanto mayor sea su control directo sobre la economía más fácil será conseguirlo. En Venezuela, esto es perfectamente posible ya que la orientación socialista del Gobierno ha conllevado que controle las palancas económicas más importantes.

Esto se consiguió gracias a una intensa batalla política sobre quién tenía el control de los recursos petroleros de la nación, el sector dominante de la economía venezolana. Se reveló una profunda lucha de clases que trajo consigo intentos de la oposición venezolana de derechas de derrocar al Gobierno electo de Chávez mediante un golpe de Estado militar en 2002 y de paralizar la economía con una huelga de los directivos de la compañía nacional petrolera PDVSA. Gracias a esta lucha, el Gobierno electo de Chávez fue capaz de controlar directamente la economía venezolana, la cual proporcionó a continuación la base para una transformación social.

Esto sólo fue posible gracias a la orientación socialista del Gobierno de Chávez. Por el contrario, la oposición venezolana había tratado de vender la industria petrolera a las multinacionales. Su adhesión al libre mercado habría dejado a Venezuela incapaz de defender de la mejor forma posible a los ciudadanos en la crisis actual. Venezuela es asimismo un ejemplo de cómo las intervenciones económicas del Gobierno pueden fomentar medidas progresistas que reciban apoyo popular. Dentro de Occidente, muchas de las intervenciones estatales de los últimos meses se han caracterizado por haber socializado las pérdidas financieras mientras que los beneficios han seguido siendo privados. Se han inyectado decenas de billones en los bancos, por ejemplo, sin que éstos estén sujetos a un total control democrático de los Gobiernos.

Por el contrario, las nacionalizaciones de Venezuela y las intervenciones del Estado han sido utilizadas para mejorar los niveles de vida de la mayoría de la población. Dichos logros deberían ser muy conocidos, y gozarían de gran respaldo, en los movimientos laboristas y progresistas europeos.

Uno de los avances más importantes del Gobierno de Chávez lo encontramos en el desarrollo del servicio nacional gratuito de sanidad Barrio Adentro. En sólo cuatro años, se estima que ha salvado más de ciento veinte mil vidas. El año pasado recibió elogios de la Organización Mundial de la Salud. La mortalidad infantil ha bajado de golpe en más de un tercio.

Por el año 1998 las políticas neoliberales habían llevado a que uno de cada cinco niños sufriera de malnutrición. Actualmente ya no se permite que la gente pase hambre. La comida subvencionada por el Gobierno se puede conseguir con facilidad y el Instituto Nacional de Nutrición venezolano estima que el 98% de los venezolanos come actualmente tres veces al día. Hay seis millones de venezolanos más que tienen acceso al agua potable.

Más de tres millones de venezolanos se han beneficiado de programas educativos, gracias a los cuales han aprendido a leer y a escribir, han podido completar su educación escolar o han ido a la universidad. Lo más impresionante ha sido la erradicación del analfabetismo de acuerdo con los estándares de la UNESCO. En 2007, 1,6 millones de venezolanos habían aprendido a leer y a escribir desde que se creara el programa en 2003.

Como resultado de esta transformación social, se ha sacado de la pobreza a más de dos millones de personas y se ha reducido a la mitad el índice de pobreza extrema. Los Gobiernos anteriores nunca obtuvieron tales logros, ni tan siquiera en periodos de precios elevados del petróleo.

Por consiguiente, no es ninguna sorpresa que el Gobierno de Chávez tenga un amplio apoyo popular y haya ganado catorce de las quince contiendas electorales de los últimos diez años. Por el contrario, antes de que Chávez fuera elegido por primera vez en diciembre de 1998, Venezuela celebró únicamente quince elecciones nacionales durante los cincuenta años anteriores, un dato poco conocido por los opositores al Gobierno de Chávez.

No sólo se trata de la ampliación del número de elecciones, reflejo de la legitimidad democrática y del apoyo del Gobierno de Chávez. La participación democrática ha aumentado igualmente. La participación en las elecciones presidenciales ha subido de 6,5 millones en 1998 a 11,8 millones en 2006, un incremento del 80%. Es más, en 2006 Chávez obtuvo 7,3 millones de votos, mientras que en las elecciones de 1998 éstos fueron 3,7 millones, casi el doble de votos.

Los partidos socialdemócratas europeos están hoy en crisis. El apoyo a éstos se ha visto considerablemente reducido con respecto a décadas anteriores. Esto está directamente unido a sus adherencias a un marco que exige que se ataquen los niveles de vida de los trabajadores. Ante el fracaso del marco neoliberal, la socialdemocracia puede volver a ganar popularidad, aunque solamente si rompe con sus actuales políticas y ofrece una alternativa clara.

El modelo venezolano en el que el Estado tiene un papel importante en cuanto a la dirección de la economía, en el que se orienta la economía hacia las necesidades sociales de la mayoría y en el que se recibe el respaldo democrático de estas políticas frente a intereses personales da lecciones de cómo la democracia puede refundirse.

Por supuesto, todavía queda mucho por hacer en Venezuela. Otros aspectos de la sociedad necesitan enormes cambios como los que se han producido en sanidad y en educación. No será inmune a la crisis económica global, ésta le impactará negativamente. Pero no cabe duda de que, como su sólido historial demuestra, el Gobierno de Chávez tomará todas las medidas posibles para proteger a la mayoría del país mientras el mundo entra en un periodo económico muy difícil.

Al comienzo del periodo neoliberal y en vísperas de la conquista del poder en Chile por parte del fascista Pinochet, Salvador Allende dijo que “mucho más tarde que temprano, se abrirán las grandes alamedas, por donde pasa el hombre libre para construir una sociedad mejor”. El Gobierno de Chávez muestra actualmente el camino para construir una sociedad así. Después de una década en el poder, continúa siendo una inspiración.





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