La sélection du Monde diplomatique en español

Polo de resistencia

vendredi 8 mai 2009   |   Christophe Ventura
Lecture .

La “modernización de la agricultura”, impulsada en los años 1980, se ha convertido poco a poco en instrumento de la transformación general del aparato productivo brasileño, hacia un tipo de desarrollo integrado al comercio internacional y la globalización liberal.

Esta “modernización”, basada en la mecanización, la deforestación, la utilización creciente de herbicidas y fertilizantes químicos, y gran consumidora de agua para la irrigación, ha probado ser devastadora para el entorno y generado una exclusión sistemática de las poblaciones rurales (1), transformando Brasil en un laboratorio de producción intensiva de monocultivos industriales –soja, caña de azúcar, eucaliptus, etc.– orientado a promover los sectores de los cultivos transgénicos y los agrocombustibles (2).

Al sellar la alianza entre el Estado y el lobby agroalimentario, y permitir la apropiación de las tierras por empresas multinacionales (Monsanto, Syngenta, Cargill, Nestlé, Basf, Bayer, etc.), el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dio un impulso determinante a este proceso. Satisfaciendo así a vastos sectores de la burguesía nacional, este gobierno convirtió Brasil en una “potencia emergente” en materia de comercio internacional. Pero al mismo tiempo, y a pesar de los progresos realizados, el hambre, la pobreza y las desigualdades sociales siguen siendo problemas estructurales lacerantes : las decisiones de gobierno acarrean una reducción continua de la superficie cultivable destinada a la producción alimentaria, causando, en primer lugar, el alza constante de los precios de los artículos de primera necesidad, como las alubias.

En Brasil, se cuentan cuatro millones de familias de campesinos sin tierra. El gobierno estima haber permitido que quinientas veinte mil accedieran a ésta desde 2003, lo cual es rebatido por el Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra (MST).

A veinticinco años de su fundación en Sarandi, en el Estado de Rio Grande do Sul –cuya capital es Porto Alegre–, el MST se ha convertido en el principal actor social organizado del país. Éste afirma agrupar, en los assentamentos rurais, sobre 7,5 millones de hectáreas de tierras conquistadas, a trescientas cincuenta mil familias organizadas en cooperativas de producción, y otras ciento treinta mil familias en novecientos acampamentos, sobre tierras ocupadas (es decir, un total de 1,5 millón de personas). El movimiento se ha dotado también de un impresionante sistema educativo independiente del Estado : dos mil escuelas en las que cincuenta mil personas fueron alfabetizadas y cerca de doscientos mil jóvenes son escolarizados. Además, éste instala centros de formación de directivos brasileños y latinoamericanos, enviando voluntarios internacionales a Cuba, Haití y Venezuela. Es también el principal productor de semillas y arroz biológicos de América Latina.

Pero sus militantes no restringen sus acciones a la lucha por la reforma agraria y la promoción de la agricultura campesina. Situado en la confluencia entre la protesta y las reivindicaciones rurales, económicas, democráticas y ecológicas del país, el MST mantiene una relación conflictiva con el presidente brasileño, y se afirma como un polo poderoso de oposición social. Por eso los terratenientes y el Tribunal Supremo Federal libran con él una guerra financiera y judicial sin tregua. El MST es actualmente objeto de una fuerte campaña de criminalización, sobre todo en el Estado de Rio Grande do Sul, donde las autoridades regionales decidieron proceder al cierre de algunas escuelas del movimiento, declarándolas “ilegales”.

A nivel continental, el MST se pronuncia a favor de la instalación de un Consejo de movimientos sociales en el seno de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), pese a no ser Brasil un miembro de ésta (3). Desde su situación exterior a los partidos, y en particular al Partido de los Trabajadores (PT), el MST anunció su intención de hacer oír su voz durante la campaña para la elección presidencial de 2010, con propuestas y luchas ante la crisis del capitalismo internacional y su modelo de desarrollo… en tanto el Brasil de Lula se ha convertido en uno de los actores de éste.

Le Monde diplomatique, París.

 

Notas :

(1) De las 420.345.382 hectáreas de superficies rurales oficialmente relevadas en 2003 por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), 44% pertenecen al 1,5% de los propietarios (treinta mil fazendeiros) y 57% al 3,5%.

(2) Véase François Houtart, L’Agroénergie, Couleur livres, Charleroi, 2009.

(3) El ALBA agrupa a siete Estados : Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela. Ecuador es país observador.





A lire également