La formación de la única central sindical unificada de América Latina se llevó a cabo en tres tiempos. En 1964, mientras Uruguay conocía una efervescencia social que el Gobierno del Partido Nacional se esforzaba por reprimir, los sindicatos crearon la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Este “organismo permanente de coordinación y de lucha” se puso al servicio de los sindicatos desunidos y de los movimientos populares. La huelga general masiva que la Convención organizó en 1965 le aportó la legitimidad necesaria para convocar un “Congreso del pueblo” abierto a todos los sectores de la sociedad. Sindicatos, movimientos sociales o de juventudes, pequeños productores, etc. se reunieron para elaborar un proyecto económico, político y social para la nación. Esta combinación permitió a los movimientos sindicales preparar su unificación definitiva en la CNT, en un contexto marcado por el fortalecimiento de las luchas y de las tensiones políticas. La unificación llegó en 1966 y el movimiento sindical uruguayo se inscribió en una relación de independencia de clase con relación al Estado y a los partidos.
Este doble proceso Congreso del pueblo-CNT ofreció un marco histórico, una base social y programática, así como también muchos dirigentes para el futuro Frente Amplio. La crisis económica, política y social se agravó durante el mandato del presidente conservador Jorge Pacheco Areco (1967-1972). Frente al aumento de las reivindicaciones sociales y al desarrollo de las acciones de la guerrilla –cuyos objetivos no fueron nunca civiles– llevadas a cabo por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), el Gobierno aumentó la represión y permitió la multiplicación de las medidas de excepción militares. En ese contexto nació el Frente, con el objetivo de competir en las elecciones generales de 1971 e intentar vencer en las urnas al poder oligárquico y autoritario.
Éste, que reagrupaba a demócratas cristianos progresistas, a socialistas (de donde venía el actual presidente, Tabaré Vázquez), a comunistas, a independientes de izquierda, a guerrilleros tupamaros (de donde venía el que más tarde sería presidente, José Mujica, entonces miembro de la dirección política del movimiento), a militantes y responsables sindicales, etc., se tuvo que postrar ante la victoria de Juan María Bordaberry (Partido Colorado), electo gracias a un importante fraude. Poco a poco, sus amos le impusieron al discutido nuevo Presidente –dirigido por el ejército– que organizara él mismo un golpe de Estado, el 27 de junio de 1973 –aunque conservó su puesto–. El nuevo régimen disolvió la CNT y el Frente, a cuyos militantes persiguió durante once años. Los militares destituyeron al pelele Bordaberry en 1976.
A principios de los años 1980, la dictadura, debilitada por las convulsiones económicas y financieras que desencadenaron un periodo de turbulencias sociales, concedió a los trabajadores la posibilidad de organizarse a nivel de sus empresas en el seno de las “asociaciones profesionales”. Este espacio permitió la creación de una coordinadora nacional, el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), entre 1981 y 1983. Iniciado por los dirigentes y por los militantes de la CNT clandestina, se convirtió en el principal instrumento de resistencia de la sociedad frente a la dictadura. Con manifestaciones y huelgas generales, el PIT hizo que las autoridades fueran soltando lastre, hasta llegar a la organización de elecciones libres en noviembre de 1984. A partir del 1 de mayo de ese año decisivo, el PIT pasó a ser el PIT-CNT. Mantuvo la unificación de todos los sindicatos en su seno y se afirmó como el actor sociopolítico depositario del espíritu democrático nacional. Desde entonces ha conservado su papel independientemente de las coyunturas gubernamentales.
El PIT-CNT reagrupa hoy en día a setenta organizaciones de diferentes sectores, cuyos delegados se reparten en tres corrientes principales : Tendencia (Movimiento de Participación Popular, el partido de Mujica, y no afiliados), Articulación (de tradición socialista y socialdemócrata) y la corriente comunista. Durante su XII Congreso en junio de 2015, la central recordó sus principales reivindicaciones y orientaciones para los próximos años. Además de la cuestión de las negociaciones salariales, espera “diversificar la matriz productiva [del país], promover el aumento de los contenidos tecnológicos en la producción nacional, aumentar el porcentaje del trabajo y del pueblo en la riqueza nacional, mejorar los derechos a todos los niveles : salarios, condiciones laborales, salud, vivienda, seguridad social, etc.” (1). Asimismo, el sindicato rechaza la entrada de Uruguay en las negociaciones del Tratado sobre el Comercio de Servicios (TISA por sus siglas en inglés) y exige que el 6% del presupuesto nacional sea destinado a la educación.
NOTAS :
(1) “Abdala : ‘XII Congreso del PIT-CNT será estratégico’”, declaraciones de Marcelo Abdala, secretario general del PIT-CNT, 3 de junio de 2015, www.republica.com