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SIGUE LA LUCHA POR LA AUTODETERMINACIÓN

Resistencia permanente en el Sáhara Occidental

mercredi 29 avril 2009   |   Colin Murphy
Lecture .

El estadounidense Christopher Ross, nuevo enviado especial del Secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, concluyó, en febrero pasado, su primera gira por el Magreb constatando el total desacuerdo entre Rabat, Argel y el Frente Polisario. Luego mantuvo entrevistas con las autoridades de Madrid y París. Su intención es convocar en Manhasset (cerca de Nueva York), esta primavera, una nueva ronda negociadora entre Marruecos, que controla casi todo el territorio saharaui, y el Frente Polisario, que reivindica la independencia de la antigua colonia española. La llegada a la Casa Blanca del primer Presidente afroamericano, Barack Obama, ha despertado esperanzas entre los saharauis quienes nunca han dejado de luchar por liberarse del poder marroquí e independizarse. Les ha costado muy caro, pero no parecen dispuestos ni a ceder, ni a rendirse.

En el terraplén de tierra se ve escrito con rocas blancas y calaveras de cabra : “Bienvenidos a la Casa de los Chicos Malos”. Detrás de éste se sitúa un complejo de muy baja altura compuesto por tiendas de campaña y cabinas. Hay huellas sobre la arena que marcan caminos que no van a ningún lugar, huellas que se extienden en el desierto. Tras una parada breve aquí, volvemos al helicóptero ruso, un abollado MI-8 con grandes letras negras en un lado. Abajo, el Sáhara se ha convertido, aunque por breve tiempo, en un terreno inundado por la llegada de las primeras lluvias de esta época del año. Aterrizamos en frente de la casa del coronel Conor Burke, un campamento muy similar aunque sin el letrero rocanrollero.

Aquí se ubica el equipo de Tifariti, una de las nueve bases encargadas de mantener la paz en el Sáhara Occidental. Al mando se encuentra el teniente coronel Conor Burke, que nació en Kildare y trabaja en los cuarteles de Collins Barracks en Cork (Irlanda). Tiene a doce personas a su cargo, de doce países distintos. “Nos cuidamos los unos a los otros”, afirma. “Lo más importante es el respeto hacia los demás”. Está destinado aquí seis meses, de los que ya ha cumplido cuatro. “El tiempo se me pasa volando aquí. Estoy ocupado. Hay que preparar patrullas, realizar informes, limpiar, reunirse con gente y hacer cuanto sea necesario. A las seis y media jugamos a balonvolea durante una hora, y así pasamos la tarde”.

A unos pocos cientos de metros, al otro lado del desierto, se encuentra el poblado de Tifariti, que fue bombardeado durante la guerra y se reconstruye lentamente. No hay carreteras, señales, tráfico o gente. En una diminuta tienda oscura, un saharaui de piel arrugada vestido con un traje de faena militar y con un tocado tradicional aguarda a los poco habituales clientes. Hay tiendas de campaña que se dispersan entre las matas. “Uno se adapta”, dice Burke. “En Kildare, lugar muy llano y sin desniveles, se puede viajar kilómetros sin ver un árbol. Eso me fue muy útil”.

Ésta es una clásica misión de paz de Naciones Unidas : doscientos treinta “cascos azules”, tres de ellos irlandeses, patrullan por el desierto, visitan instalaciones militares a ambos lados e informan de las violaciones del acuerdo de paz. Éstas suelen ser leves : la situación es “tranquila y estable”, afirma Burke. Además, los soldados están desarmados. Según Julian Harston, el veterano ex diplomático británico que dirige la misión de Naciones Unidas aquí, la pacificación “ha sido un gran éxito. Ninguna de las dos partes ha efectuado ni un solo disparo hostil desde que se inició el alto el fuego”.

Eso ocurrió hace diecisiete años. La ONU vino para ayudar a organizar un referéndum de autodeterminación. Éste nunca llegó a realizarse. Actualmente, hay contactos con las dos partes (Marruecos y el Polisario) para reanudar las conversaciones al respecto. Mientras tanto, una segunda generación de saharauis ha nacido en los campos de refugiados, o se está radicalizando debido a la violación de los derechos humanos y a la impotencia política en el territorio controlado por Marruecos.

Esto no es de la incumbencia de Harston. “No tengo ni la autoridad ni los medios para controlar los derechos humanos.” Su mandato procede del Consejo de Seguridad, donde el miembro permanente Francia, que fue antigua potencia colonial en Marruecos y actualmente es su aliado clave, lucha por mantener los derechos humanos fuera de la agenda del Sáhara Occidental. Ésta es la naturaleza de la realpolitik internacional, y Harston sostiene que no se debe culpar a la organización de la ONU. “No creo que Naciones Unidas haya fracasado en el Sáhara Occidental. Hemos hecho de forma precisa y exacta lo que nos pidió el Consejo de Seguridad. Hemos mantenido el alto el fuego y hemos seguido creando un espacio para que las partes negocien un acuerdo”

Entre tanto, Conor Burke y sus hombres conducen por los caminos habituales en el desierto, parándose a hablar con un nómada ocasional, manteniendo una relación amistosa con sus homólogos militares, observando, tomando notas o informando.

COLIN MURPHY

© LMD EDICIÓN EN ESPAÑOL





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